Cosme y Damián fueron médicos cristianos célebres por su profesión y por la atención a los enfermos. Los dos hermanos fueron torturados, quemados vivos y, tras sobrevivir, decapitados por orden de Diocleciano hacia el año 300. La devoción a los dos hermanos se extendió en la segunda mitad del siglo IV.
Die Martyrologie Romano dice: “Santos Cosme y Damián, mártires, que, según la tradición, ejercieron la medicina en Ciro, de Augusta Eufratense (hoy Syrien). No pidiendo nunca recompensa y sanando a muchos con sus servicios gratuitos (c. s. III)”. Teodoreto, obispo de Cyro en el siglo V, hace alusión a la basílica que ambos santos poseían allí.
Desde la primera mitad del siglo V existían dos iglesias en honor suyo en Constantinopla, y se les dedicó otras dos en tiempos de Justiniano. Este mismo emperador les edificó otra en Panfilia.
Su devoción se extendió
En Capadocia, en Matalasca, san Sabas transformó en basílica de San Cosme y San Damián la casa de sus padres. En Jerusalén y en Mesopotamia tuvieron igualmente templos. Eran patronos de un hospital levantado en Edesa en 457. El calendario de Oxyrhyrico del 535 refleja en Egipto que San Cosme posee templo propio, y que la devoción copta a ambos santos siempre fue ferviente. En San Jorge de Tesalónica aparecen en un mosaico con el calificativo de mártires y médicos. El más célebre de los santuarios orientales era el de Egea, en Cilicia.
En Occidente se comenzó a tenerles también mucha devoción. Además del testimonio de san Gregorio de Tours, existen otros. En Roma tuvieron dedicadas más de diez iglesias. Los santos Cosme y Damián figuran en el Canon Romano, en la Plegaria Eucarística I utilizada en la Misa. Son célebres los mosaicos de Ravena que les celebran. Médicos, farmacéuticos y organizaciones sanitarias les tienen como patronos.