


En 2005, Braval llevaba ya siete años trabajando para mejorar la integración de jóvenes inmigrantes a través del deporte, el acompañamiento educativo y la convivencia intercultural. Josep Masabeu, su presidente, quiso ir más allá: “Nos preguntábamos: ‘¿Qué hay en otras entidades? ¿Qué pasa con la administración? ¿Cuáles son las tendencias?’”
Así, en busca de una comprensión profunda y práctica de la realidad nacieron unas ‘Conversaciones sobre Inmigración’, en forma de comidas mensuales con personas de distintos ámbitos: periodistas, empresarios, educadores, funcionarios… siempre con perfiles variados para evitar visiones unilaterales: “El contraste de opiniones y de experiencias es muy enriquecedor”, subraya Josep.
20 años y 142 conversaciones después, Braval ha creado una red de conexiones que les permite tener contacto directo y efectivo con entidades que ayudan a resolver problemas concretos de los jóvenes. Además, muchas personas comparten experiencias que funcionan en otros sitios. “A veces incluso invitan a sus responsables a la siguiente comida, y así se va generando una red de aprendizaje mutuo” apunta Josep.
El impacto ha sido también laboral. A través de las conversaciones han surgido oportunidades para colocar chicos en sectores con necesidad urgente de personal. Y gracias a la confianza generada, muchas veces son los propios invitados quienes abren puertas a nuevas colaboraciones.
La clave: mezclar para integrar
Masabeu destaca la mezcla cultural como clave para la integración: “Si tú no mezclas, en el fondo estás manteniendo el gueto”.
En Braval, la mezcla se consigue especialmente a través del deporte: “Nuestros equipos de fútbol y básquet están mezclados. Porque si haces un equipo de filipinos contra uno de marroquíes, o de ecuatorianos contra españoles, no has roto nada”.
A través del juego compartido, los chicos rompen prejuicios. Y es que el fútbol y el básquet son solo el punto de partida. Desde ahí, Braval estructura una serie de apoyos: refuerzo escolar, reuniones semanales de equipo, acompañamiento personalizado… y formación en valores.
Pero el enfoque es claro: nada de actividades “para inmigrantes”. “No estamos en una liga para inmigrantes. Estamos en la liga normal de Barcelona, con 120 equipos de todos los barrios. Eso permite que nuestros chavales salgan del barrio y que otros vengan a conocer nuestra realidad”.
Frente a la imagen estereotipada del inmigrante pasivo o dependiente, Masabeu subraya una realidad muy distinta: “Tienen una capacidad de lucha brutal, que no tienen los chavales de aquí”.
Diálogo interreligioso desde la identidad cristiana
Una de las dimensiones más llamativas de Braval es la convivencia natural entre religiones. El centro tiene identidad cristiana —es una iniciativa del Opus Dei— y no la esconde.
“Tenemos un oratorio con el Santísimo, viene un sacerdote una vez a la semana, y ofrecemos catequesis a quien quiere. Pero no hemos tenido nunca un problema con nadie” apunta Masabeu.
Convivir es parte de la experiencia diaria. Hay voluntarios y participantes de nueve religiones: católicos, evangélicos, ortodoxos, musulmanes, budistas, hindús, testigos de Jehová, judíos y ateos. El resultado es una convivencia rica, donde la religión, lejos de dividir, une desde el respeto mutuo.
“Los chavales preguntan mucho. ¿Qué fiesta celebras hoy? ¿Por qué comes esto? ¿Por qué no comes aquello? Si tú me invitas a tu fiesta, yo vengo. Y cuando sea la mía, tú vienes”. En las confirmaciones, por ejemplo, los chicos invitan a sus amigos del equipo —de cualquier religión— y todos participan con alegría.
Amor y trascendencia
En el fondo, el éxito de Braval no se explica solo por una buena organización o un modelo educativo. Lo que marca la diferencia es algo más profundo: “Lo que estás transmitiendo es amor. Y eso lo notan. A veces hay que pegar una bronca, claro, pero se sienten acogidos”.
Porque al final, más que una estrategia, Braval es una comunidad de personas que se preocupan unas por otras. Desde la oración, desde la entrega, desde la fe. Y así, la integración no es un programa, sino una experiencia concreta de amistad, servicio y esperanza compartida.