El Papa León ha tenido en la Audience general de esta mañana, en una mañana romana lluviosa, dos momentos en los que se ha referido de modo especial a las guerras. Al dirigirse a los fieles de lengua árabe, en especial a los de Tierra Santa, ha invitado a “transformar su clamor en momentos de prueba y tribulación en una oración confiada”. “Porque Dios siempre escucha a sus hijos y responde cuando mejor le conviene”, ha dicho.
Posteriormente, al dirigirse a los de lengua polaca, ha recordado que “hoy celebran el Día Nacional de los Niños Polacos Víctimas de la Guerra, que conmemora simbólicamente su sufrimiento y su contribución a la reconstrucción de Polonia tras la Segunda Guerra Mundial”.
“Recuerden también en sus oraciones y en sus proyectos humanitarios a los niños de Ucrania, Gaza y otras regiones del mundo afectadas por la guerra”, ha manifestado. “Los encomiendo a ustedes y a los niños que hoy sufren a la protección de María, Reina de la Paz, y los bendigo de corazón”.
“La situación es verdaderamente grave”
Ayer, al salir de su residencia en Castel Gandolfo, León XIV respondió brevemente a las preguntas de los periodistas sobre el bombardeo de Doha, Qatar: “No sabemos cómo van las cosas. Debemos rezar mucho, seguir trabajando e insistir en la paz”. En cuanto a la orden de evacuación en la ciudad de Gaza, el Pontífice dijo que intentó contactar con el párroco: “No tengo noticias”.
León XIV expresó su preocupación por lo que sucedía en Oriente Medio, ha informado la Vatican Agency: “La situación es verdaderamente grave”, dijo. “No sabemos hacia dónde se dirigen las cosas; siempre es grave. Debemos rezar con fervor y seguir trabajando, buscando e insistiendo en la paz”.
El grito de Jesús en la cruz
En la catequesis inicial, el Papa ha continuado con el tema “Jesucristo, nuestra esperanza”, propio del Jubileo, y ha centrado su meditación en el grito de Jesús en la cruz: “Jesús, dando un fuerte grito, expiró” (Mc 15,37).
“En esta catequesis contemplamos la muerte de Jesús en la cruz. El Evangelio nos ofrece un detalle muy valioso, y es que Jesús no muere en silencio, sino que entrega su vida con un grito. Ese grito expresa dolor, abandono, fe, ofrenda total”, ha señalado el Papa.
Grito de dolor al Padre, de humanidad: oración
“El Hijo, que siempre ha vivido en comunión íntima con el Padre, experimenta ahora el silencio, la ausencia, el abismo. Pero el grito de Jesús no es de desesperación sino de sinceridad y verdad, y revela una profunda confianza, que resiste aun cuando todo calla”.
El Pontífice ha resaltado que “en el Crucificado podemos reconocer a un Dios que no permanece distante, sino que entra hasta lo más hondo de nuestro dolor. Su grito es un acto profundo de humanidad, y también es una forma extrema de oración”.
En ese grito, Jesús clama al Padre porque cree en Él, porque lo ama y no ha perdido la esperanza. Así “nos enseña, en nuestras noches oscuras, a ofrecerle nuestros gritos de dolor al Padre. Son gritos de esperanza en la hora de la prueba, que nos ayudan a confiar y a abrir el corazón al Dios que salva”.
El centurión lo entiende
El centurión, un pagano, entiende el amor de Jesús. “No porque haya escuchado un discurso, sino porque vio morir a Jesús en ese modo: ‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios’ (Mc 15,39). Es la primera profesión de fe después de la muerte de Jesús”.
Pidamos al Espíritu Santo, ha concluido el Papa León, que nos ayude a “dar voz a los sufrimientos de la humanidad a través de nuestra oración y de obras concretas de caridad, para que esa voz, unida a la de Cristo, pueda convertirse en fuente de esperanza para todos”.
A los peregrinos de lengua francesa, con un grupo procedente de Montreal (Canadá), les ha dicho el Papa: “Cuando llega el momento de la prueba, como los nuevos santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, aprendemos de Cristo el grito de esperanza y el deseo de abrir nuestro corazón a la voluntad del Padre, que desea nuestra salvación”.