


El Colegio Alpamayo de Lima se estrena el 27 de septiembre en la gran pantalla con «Hasta la Cumbre», su primer largometraje, no solo es cine hecho por alumnos y profesores, sino también un proyecto educativo pionero en Latinoamérica. Dirigida por Emilio Campoverde —exalumno del colegio y formado en cinematografía en Orlando—, la cinta marca el inicio de un estudio de cine escolar permanente con tecnología de punta y valores cristianos en su narrativa.
Campoverde recuerda que “todo empezó cuando el director Renzo Forlín me llamó apenas terminé la carrera en Orlando para contarme la idea de hacer cine en Perú. Yo me había graduado de Alpamayo en 2020 y, por el cariño que le tengo al colegio, acepté sin pensarlo mucho”.
Con cámaras, lentes y equipos profesionales traídos de EE. UU., montó un pequeño taller extracurricular en las tardes. “Al inicio éramos un puñado de chicos y yo les enseñaba lo básico: escribir historias, usar cámaras y micrófonos, editar… mientras en paralelo escribía el guion de la primera película del colegio”, explica. De ese taller nació el “Estudio de Cinematografía del Colegio Alpamayo”.
Cine como formación en virtudes
La película narra cómo dos alumnos se proponen escalar el nevado Alpamayo y se enfrentan a desafíos físicos y mentales. “La montaña es una metáfora de los retos personales. Cada uno tiene su propia cumbre que conquistar”, comenta Campoverde. La historia refleja valores profundamente cristianos como la fraternidad, el perdón y la superación personal. “Más que evangelizar de manera directa, la película inspira desde el ejemplo y la narrativa, mostrando cómo se vive la fe en lo cotidiano”, explica.
Para recrear la travesía, optaron por soluciones técnicas de vanguardia: “Usamos Producción Virtual, una tecnología que nos permite grabar casi en cualquier lugar sin salir del estudio del colegio”, dice. “El Colegio Alpamayo es posiblemente el único en Latinoamérica que enseña y produce con Producción Virtual. Es pionero y, por lo tanto, un hito”, afirma Campoverde. Para él, esta herramienta abre horizontes creativos a los estudiantes, permitiéndoles contar cualquier historia que se imaginen.
Más allá de la técnica, Campoverde subraya que “hacer cine es una forma fenomenal de formar el carácter: hay que ser ordenado, puntual, manejar frustraciones”. Durante el rodaje crearon un ambiente humano y solidario. “Nos propusimos que fuera una experiencia de equipo. Grabamos en condiciones exigentes y eso nos obligó a apoyarnos unos a otros, practicar la escucha activa y la paciencia”, relata.
Un proyecto que une a toda la comunidad
Uno de los objetivos principales era “unir a toda la comunidad Alpamayo”, señala Campoverde. Actores del taller de teatro, música compuesta por un exalumno, maquetas del taller de arte, producción a cargo del taller de cine… “Hasta el más pequeño tuvo una participación activa, ya sea como actor o detrás de cámaras”, añade.
La producción también tuvo un factor social importante: colaboración con las ONGs Proyecta Perú y Operación Mato Grosso en Yungay. Esto permitió rodar escenas en instalaciones donde los estudiantes convivieron con jóvenes con discapacidades intelectuales. “Esa experiencia se les quedará grabada como algo formativo”, asegura el director.
La enseñanza que esperan dejar es clara: “Aunque la vida esté llena de obstáculos, siempre es posible salir adelante si se tiene la valentía de enfrentar los propios miedos y el corazón dispuesto para ayudar a los demás”. Si tuviera que resumir en una palabra el valor central, Campoverde no duda: “Perseverancia”.
Para Emilio, el estreno de «Hasta la Cumbre» abre la puerta a nuevos proyectos: “hemos descubierto el poder del cine como herramienta educativa y formativa. Queremos seguir explorando historias que transmitan mensajes positivos y relevantes. «Hasta la Cumbre» es apenas el primer paso”, concluye.