Por Carol Glatz, OSV
La arqueología cristiana busca ver, oír y tocar la Palabra hecha carne, afirmó el Papa León XIV, invitando a los obispos del mundo y a otros a alentar a los jóvenes, laicos y sacerdotes a estudiar arqueología.
Reliquias antiguas, catacumbas, artefactos y ruinas de las primeras comunidades cristianas ayudan a los fieles a «redescubrir las raíces de su fe» y hablan «a los que están lejos, a los no creyentes y a los que se preguntan por el sentido de la vida, porque encuentran un eco de eternidad en el silencio de las tumbas y en la belleza de las primeras basílicas cristianas», escribió el Papa en un nuevo documento.
«Además, la arqueología habla a los jóvenes, que a menudo buscan autenticidad y significado; a los académicos, que ven la fe como una realidad históricamente documentada más que una abstracción; a los peregrinos, que encuentran en las catacumbas y los santuarios un sentido de propósito y una invitación a orar por la Iglesia», escribió.
El Vaticano publicó la carta apostólica del Papa León XIII «sobre la importancia de la arqueología» el 11 de diciembre, «con motivo del centenario del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana», fundado por el Papa Pío XI en 1925. El Papa también se reunió con miembros del instituto en una audiencia en el Vaticano ese mismo día.
El instituto es una institución de investigación y enseñanza de posgrado que ofrece títulos en arqueología cristiana y ha capacitado a cientos de arqueólogos que se especializan en el cristianismo antiguo.
En la carta de seis páginas, el Papa León reafirmó «el papel esencial de la arqueología en la comprensión del cristianismo y, en consecuencia, su aplicación en la formación catequética y teológica».
«No se trata de reducir la vida eclesial a un culto al pasado», escribió. La verdadera arqueología cristiana consiste en hacer que «el pasado hable al presente» y reconocer «el papel del Espíritu Santo en la guía de la historia».
«En el mundo acelerado de hoy, existe una tendencia a olvidar y a consumir imágenes y palabras sin reflexionar sobre su significado», escribió el Papa León. «La Iglesia, por otro lado, está llamada a educar a las personas en la memoria, y la arqueología cristiana es una de sus herramientas más nobles para lograrlo».
La arqueología es «un ministerio de esperanza, pues demuestra que la fe ya ha sobrevivido tiempos difíciles y resistido persecuciones, crisis y cambios», escribió. «Quienes estudian los orígenes del cristianismo descubren que el Evangelio siempre ha tenido una fuerza generadora, que la Iglesia siempre renace» y que la fe «se ha renovado y regenerado, arraigando en nuevos pueblos y floreciendo en nuevas formas».
«Vivimos en una época en la que el mal uso y el consumo excesivo han primado sobre la preservación y el respeto», escribió. «La arqueología, en cambio, nos enseña que incluso la evidencia más pequeña merece atención, que cada detalle tiene valor y que nada puede desecharse».
Los arqueólogos, escribió, «no destruyen, sino que descifran», identificando «el espíritu de una época, el sentido de la fe y el silencio de la oración en una pieza de cerámica, una moneda corroída o un grabado descolorido». Esta actitud y este enfoque de respeto «pueden enseñarnos mucho sobre la pastoral y la catequesis hoy».
«Las comunidades cristianas salvaguardaron no solo las palabras de Jesús, sino también los lugares, objetos y signos de su presencia», escribió. «La tumba vacía, la casa de Pedro en Cafarnaúm, las tumbas de los mártires y las catacumbas romanas dan testimonio de que Dios ha entrado verdaderamente en la historia, y de que la fe no es una mera filosofía, sino un camino tangible en la realidad del mundo».
«En una época en la que la cultura a menudo pierde de vista sus raíces, la arqueología se convierte en un valioso instrumento» para la evangelización, afirma en el nuevo documento.
La arqueología cristiana no se limita a mirar el pasado, escribió, sino que también habla a todas las personas del presente: a los fieles, a los que están lejos, a los no creyentes, a los jóvenes e incluso a los eruditos.
«La misión de la arqueología cristiana sigue siendo ayudar a la Iglesia a recordar sus orígenes, preservar la memoria de sus inicios y contar la historia de la salvación no sólo a través de palabras, sino también a través de imágenes, formas y espacios», escribió.
La arqueología cristiana «busca tocar, ver y oír la Palabra encarnada», escribió. «Al centrarse en las huellas físicas de la fe, la arqueología nos educa en una teología de los sentidos: una teología que sabe ver, tocar, oler y escuchar».
«¿Creemos también nosotros en el poder del estudio, la formación y la memoria? ¿Estamos dispuestos a invertir en cultura a pesar de las crisis actuales, a promover el conocimiento a pesar de la indiferencia y a defender la belleza incluso cuando parezca irrelevante?», preguntó el Papa León.
Invitó a “los obispos, así como a los líderes y guías en los ámbitos de la cultura y la educación, a animar a los jóvenes, laicos y sacerdotes a estudiar arqueología”.
«La arqueología cristiana es un servicio, una vocación y una forma de amor a la Iglesia y a la humanidad», escribió, animando al instituto pontificio a «continuar sus excavaciones. Seguir estudiando, enseñando y contando la historia» a los demás, así como a «hacer visible la Palabra de vida, dando testimonio de que Dios se hizo carne, que la salvación ha dejado su huella y que este Misterio se ha convertido en relato histórico».
El Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana
El Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana fue fundado para complementar el trabajo de la Comisión Pontificia de Arqueología Sagrada, que supervisa la protección, conservación y administración de las catacumbas cristianas y otros sitios arqueológicos sagrados en Italia; la Pontificia Academia Romana de Arqueología, que promueve conferencias académicas y estudios sobre arqueología que abarca desde la antigua Roma hasta la época medieval; y la Pontificia Academia «Cultorum Martyrum», que promueve la veneración, el estudio histórico y la memoria litúrgica de los mártires cristianos.
El Papa León instó a los diferentes organismos a cooperar, comunicarse y apoyarse mutuamente.
La arqueología cristiana es «un recurso para todos», escribió, al promover la cultura e inspirar «el respeto por la diversidad».



