– Cindy Wooden, Ciudad del Vaticano, CNS
El Papa León XIV recordó a los educadores lo que San Agustín había dicho: “El amor a Dios es el primer mandamiento; el amor al prójimo es la primera práctica”. Y resaltó que la enseñanza “es un gran acto de amor”.
La educación es “un camino que maestros y alumnos recorren juntos”, añadió el Papa León en este acto del Jubileo mundial de la Educación. Un Encuentro que culmina el 1 de noviembre, Fiesta de Todos los Santos, con la proclamación de san John Henry Newman como Doctor de la Iglesia.
El Pontífice afirmó que la conexión humana de amor y cuidado entre maestro y alumno es una parte fundamental del proceso educativo. Y que cobra aún mayor importancia en un momento en que tantos estudiantes experimentan fragilidad.
San John Henry Newman, copatrono de la Educación con Santo Tomás de Aquino
Una pancarta con el retrato de san John Henry Newman, a quien el Papa ha nombrado recientemente copatrono de la Educación, colgaba del balcón central de la Basílica de San Pedro. Muchos de los que se encontraban en la plaza planeaban regresar este 1 de noviembre para asistir a la Misa con el Papa y presenciar la proclamación de San Newman como “Doctor de la Iglesia”.
San Agustín: “No miren hacia afuera, vuelvan a ustedes mismos”
Los educadores, “que a menudo están cansados y sobrecargados de tareas burocráticas, corren el riesgo real de olvidar lo que san John Henry Newman resumió en la expresión ‘Cor ad cor loquitur’ («el corazón habla al corazón»). Y lo que dijo San Agustín: ‘No miren hacia afuera, vuelvan a ustedes mismos, porque la verdad habita dentro de ustedes’”, les dijo el Vicario de Cristo.
El Papa León XIV, que había sido maestro en la escuela agustina, dijo a los educadores que “hoy, en nuestros contextos educativos, es preocupante ver los crecientes síntomas de una fragilidad interior generalizada, en todas las edades”.
“No podemos cerrar los ojos ante estos silenciosos gritos de auxilio”, dijo. “Al contrario, debemos esforzarnos por identificar sus causas subyacentes”.
El Papa advirtió que “la inteligencia artificial, en particular, con su conocimiento técnico, frío y estandarizado, puede aislar aún más a los estudiantes que ya están aislados. Dándoles la ilusión de que no necesitan a los demás o, peor aún, la sensación de que no son dignos de ellos”.
El proceso educativo, un compromiso humano
Pero la enseñanza “es una labor humana”, dijo el Papa. «Y la alegría misma del proceso educativo es un compromiso plenamente humano, una “llama para fundir nuestras almas y de muchos hacer uno solo”, escribió San Agustín.
Tener un aula bonita, una biblioteca completa y la última tecnología no garantiza que se produzcan enseñanza y aprendizaje, afirmó.
“La verdad no se difunde a través de sonidos, paredes y pasillos”, dijo el Papa, “sino en el encuentro profundo entre las personas, sin el cual cualquier iniciativa educativa está condenada al fracaso”.
Preguntas del Papa a cada uno
Como iglesia y como docentes, dijo, “cada uno de nosotros debería preguntarse qué compromiso estamos asumiendo para abordar las necesidades más urgentes. Los esfuerzos estamos realizando para construir puentes de diálogo y paz, incluso dentro de las comunidades de enseñanza”.
“Las habilidades que estamos desarrollando para superar ideas preconcebidas o visiones estrechas. Qué apertura estamos mostrando en los procesos de coaprendizaje. Y los esfuerzos que estamos realizando para atender y responder a las necesidades de los más frágiles, pobres y excluidos”.
“Compartir conocimientos no basta para enseñar: se necesita amor», subrayó. el Papa León.
231.000 instituciones educativas católicas en el mundo
Según el Dicasterio para la Cultura y la Educación, la Iglesia católica administra la mayor red de escuelas y universidades del mundo. Existen más de 231.000 instituciones educativas católicas en 171 países. Casi 72 millones de estudiantes cursan estudios en una escuela o universidad católica.
El mismo día, el Papa León se reunió con miembros de la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe. Les dijo: “El objetivo de la educación superior católica no es otro que buscar el desarrollo integral de la persona humana. Formando mentes con sentido crítico, corazones creyentes y ciudadanos comprometidos con el bien común”.
Crear espacios de encuentro entre fe y cultura
Además de servir a las sociedades de las que forman parte, dijo, las universidades católicas deben crear “espacios de encuentro entre la fe y la cultura para proclamar el Evangelio dentro del entorno universitario”.
Al final, León XIV invitó a hacer de los valores agustinianos a los que se había referido en su discurso (interioridad, unidad, amor y alegría), los “puntos cardinales de la misión de ustedes para con sus alumnos. Recordando las palabras de Jesús: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’ (Mt 25,40). Hermanos y hermanas, ¡les agradezco el valioso trabajo que realizan! Los bendigo de corazón y rezo por ustedes”.




