


“La potencia de una civilización casa siempre con la potencia de la religión que la legitima”, decía Michel Onfray. Con esta cita del filósofo francés, María Calvo abrió la presentación de su nuevo libro «Padre y madre en la sociedad woke«, celebrada en la Universidad Villanueva junto a Julio Montero Díaz, presidente de la misma. La autora explicó que eligió una universidad católica para este encuentro porque explicó que ante una crisis de civilización uno debe “ser abogado de la memoria cristiana” dijo citando a Benedicto XIV.
A lo largo de la tertulia, Calvo insistió en esta crisis, en la que se está perdiendo la belleza de la masculinidad y la feminidad, resumiendo su mensaje con una afirmación rotunda: “¡Qué bello es ser diferentes!”.
La crisis de identidad del ser humano
“Hoy en día no sabemos lo que es el ser humano”, repitió en varias ocasiones. La profesora relató que, al preguntar a sus alumnos por esta cuestión, “ninguno respondía con términos razonables y objetivos”. “Resulta surrealista —añadió— que los jóvenes no sepan responder qué es el ser humano con términos razonados”. Para Calvo, esta confusión se debe a que “las tres dimensiones del ser humano —la biológica, la psicológica y la espiritual— han sido vulneradas, licuadas”.
Durante su intervención, la autora reflexionó sobre el significado profundo de ser hombre y de ser mujer. “¿Qué es ser hombre?”, se preguntó. “Ser hombre es, o debería ser, un servidor de la vida”. Calvo evocó la figura de Héctor en La Ilíada y la de los grandes santos, “héroes que dan seguridad y protección a los hombres”.
En cuanto a la identidad femenina, afirmó: “Ser mujer es ser acogedora de la vida. Las mujeres pueden transformar el mundo, porque este no vuelve a ser el mismo al dar a luz a una nueva criatura”. Como ejemplo, mencionó a la Virgen María: “El ejemplo más paradigmático es la Virgen María, ya que Jesucristo transformó el mundo”.
Calvo alertó de un problema que, según ella, atraviesa la sociedad contemporánea: “Nos están masculinizando”. Criticó que el discurso del empoderamiento femenino esté llevando a muchas mujeres a “perder su parte materna”.
En su opinión, las redes sociales muestran mujeres de éxito “aparentemente felices, pero quebradas por dentro”. Y recordó un dato preocupante: “España es el país donde las mujeres consumen más ansiolíticos”. Por eso, repitió con insistencia: “No debemos perder nuestra esencia”.
El hombre confuso y la agresividad mal entendida
Al mismo tiempo, observó que el hombre actual “se ha vuelto más emotivo, suave, cariñoso”, algo que consideró positivo, aunque advirtió que “por otra parte, al hombre se le está prohibiendo —e incluso parece tóxico— los atributos que le permiten ser protector de la vida”.
Calvo comentó que “en la cultura de hoy se confunde la agresividad del hombre con la violencia”. Según explicó, “el hombre es agresivo por naturaleza y debe aprender a encauzar esa agresividad para convertirse en hombre y realizar cosas maravillosas”. Cuando esa energía se reprime, añadió, “se produce lo que llamo la tristeza del hombre confuso: no se atreven a ser hombres”.
La autora advirtió que “confundir la masculinidad y la feminidad es algo disfuncional, y la sociedad puede desaparecer. Es lo que estamos viendo con la caída de la natalidad”. En este sentido, subrayó la importancia del papel del padre y la madre como figuras complementarias: “El padre es necesario porque separa al hijo de la ‘asfixia’ de la madre”.
“Nos perdemos la relación nutricia entre los sexos”, señaló, y lamentó también “haber perdido la capacidad de asombro”. “Asombrarnos con nuestras diferencias es maravilloso”, afirmó.
La cancelación del debate
Calvo cerró su intervención con una crítica a la falta de diálogo que percibe en la sociedad actual: “Antes, cuando exponías una hipótesis razonada y con base, la otra persona discutía, te aportaba argumentos y eso resultaba enriquecedor. Ahora dicen que ofendes, se niegan a escucharte y se van”.
Ante esta sociedad, María recuerda las palabras del Papa Francisco: «hacen falta jóvenes valientes capaces de ir contracorriente». Animaba así a los jóvenes de la sala a ser ellos mismos y no renunciar a su masculinidad: «encerrarla en el subconsciente acaba generando mucho dolor» aseveró.
Con estas palabras concluyó una presentación que, más allá de su dimensión académica, fue una invitación a redescubrir —sin miedo ni confusión— la belleza de ser distintos.
Padre y madre en la sociedad woke
