La Fundación “Transición” española y ediciones Marcial Pons han editado este magnífico trabajo acerca del trabajo de gobierno de España del segundo presidente democrático de nuestro país tras la constitución de 1976, Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008).
El trabajo ha sido redactado por dos jóvenes catedráticos de historia contemporánea, José-Vidal, Pelaz López de la Universidad de Valladolid y Pablo Pérez López de la Universidad de Navarra, ambos amigos y colegas en la Universidad de Valladolid y especialistas en ese periodo de la historia reciente de España. Este equipo promete y anuncia nuevos e interesantes trabajos acerca de la historia de España de la Transición pues, según señalan, cuentan con amplios archivos de las personalidades de la Transición.
Una investigación documentada
Asimismo, recoge con gran intensidad y muy sólida documentación, el primer momento de verdadero peligro durante el trascurso de la Transición política española sucedido entre 1981 y 1982, donde concurrieron tres hechos capitales en la incipiente democracia española.
En primer lugar, la salida del gobierno de Adolfo Suárez en 1981, el hombre clave de la transición de la dictadura a la democracia, desde que el rey Juan Carlos I le entregara el gobierno en 1976 con el encargo de instalar la democracia en España.
El segundo peligro, concurrió en pleno debate de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo en 1981, el fallido golpe militar del 23-F, con las actuaciones profundamente democráticas tanto del rey Juan Carlos I, del todavía presidente Adolfo Suárez y de su vicepresidente el General Gutiérrez Mellado. Este fracaso fue, sin duda, el final de las intervenciones del ejército en la política española que habían sido tan frecuentes en España en los siglos XIX y XX.
La transición
Finalmente, tras fracasar Calvo-Sotelo en el intento de unir al partido gobernante que era la UCD con la propia presidencia del gobierno terminaría con las elecciones anticipadas de 1982 y la victoria socialista por mayoría absoluta.
La primera clave de esta transición de la transición fue Calvo-Sotelo quien gobierna ya en clima de normalidad democrática, con un magnífico programa de gobierno, para terminar por ceder el poder a Felipe González que gobernaría durante catorce interminables años para culminar la transición, pues es fundamental la alternancia en las instituciones para medir la verdadera madurez democrática. Es decir, la alternancia real de gobierno y, por bastantes años, reflejó la normalidad democrática que había terminado por instalarse.
Es interesante que se descompusiera el grupo parlamentario de la UCD (p.130) pues albergaba dentro de sí una verdadera amalgama de ideologías políticas, desde la socialdemocracia de Fernández Ordoñez y de Meilán Gil y al otro extremo a algunos personajes como Iñigo Cavero de la democracia cristiana y Herrero de Miñón que se iría con Fraga: un proyecto político siempre estuvo escorado a la derecha que había colaborado con el régimen de Franco lo que estancaría la vida política española al no poder ofrecer una alternativa plausible al pueblo español que quería ser demócrata y pasar página respecto a la dictadura anterior.
Los socialistas
Otra de las claves resaltadas en este interesante trabajo estaría en la verdadera y real colaboración de los socialistas en el gobierno de España durante ese periodo de Calvo Sotelo, lo cual era perfectamente compatible con las habituales trifulcas parlamentarias. De hecho, el desarrollo de las autonomías, la entrada en la OTAN, el apoyo frente a la durísima ofensiva de ETA que no daba tregua al gobierno, mantener al ejército fuera del área de influencia en el ejecutivo (para lo que pudo contar con el apoyo del rey) (p.149), medidas económicas fundamentales y urgentes. El libro anota muchos encuentros cordiales entre ambos líderes que trabajaron en común.
Incluso en los momentos críticos de la UCD, contó Calvo-Sotelo con la propuesta de un gobierno de coalición socialistas y UCD, aunque en realidad el gobierno de coalición lo estaba ya sufriendo Calvo-Sotelo en su piel antes de que Fernández Ordoñez se fuera hacia los socialistas y Herrero de Miñón con Fraga (85). Así puede observarse en el equilibro de fuerzas en la crisis de gobierno del 15 de enero de 1982 (141).
Ciertamente, la búsqueda de la “legitimación de la izquierda democrática” fue un hecho en aquellos años, como lo sería después cando gobernaron los socialistas con los sindicatos especialmente con la hermana UGT (29).
Es interesante, la detallada explicación del giro autonomista del PSOE que hacen nuestros autores, pues desde Suresnes donde se reivindicaba “-Una República Federal de las nacionalidades que integran el Estado español” a la España de las Autonomías reflejada en la Constitución hay muchos cambios importantes y no de mero oportunismo político como recogen los autores con abundante documentación (191, 192). A lo que añaden: “Tan solo el PSOE estaba dispuesto al acuerdo, tal vez porque los socialistas comprendían que se acercaba el momento den el que tendrían que enfrentarse con las responsabilidades de gobierno” (193). También son interesantes las intensas relaciones con Jordi Pujol y Miquel Roca (206-207).
La economía
Respecto a la economía durante ese corto periodo de tiempo, conviene recordar que fue el peor año en los países de nuestro entorno, pero en cambio la pericia de Calvo-Sotelo y sus ministros lograron que “España creciera entre el 1,5 y el 2 por ciento, frente a una contracción del 0,2 por ciento como media de las economías de la OCDE. Esto había permitido mejorar la evolución del empleo; el paro había crecido, pero a un ritmo menor que otros años” (265).
Es interesante que no haya ninguna referencia a lo largo del libro ni ningún capítulo dedicado a las relaciones Iglesia y Estado. Eso indica que habían funcionado las sugerencias de la Conferencia episcopal de alentar a los cristianos en la preocupación social y vivir la doctrina social de la Iglesia.