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 ¿Cuál es la perspectiva de la moral?

En "La ética es cosa de otros" se propone que la moral no debe dividirse en una esfera privada y otra pública, ya que esto resulta insuficiente. Para comprender la ética es esencial adoptar una perspectiva intersubjetiva, donde la moral se aprende y se cultiva al proponer y observar modelos de comportamiento ejemplares.

Rubén Herce·8 de noviembre de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
perspectiva

Hablar de moral suele reconducir a muchas personas al ámbito de lo privado, donde cada uno puede tener sus propias reglas o normas de conducta. Ahí, es libre de elegir los fines que le merece la pena perseguir y los medios adecuados para orientar su vida según su personal parecer; y desde ahí, es fácil deslindar este ámbito privado de lo público, donde también existe una moral pero que tiene sobre todo que ver con el sistema de normas por el que regimos nuestra convivencia. Con reglas no siempre escritas, pero que acordamos respetar. 

Con facilidad uno se divide, por tanto, entre una serie de reglas que seguir o cumplir en la esfera pública -véase códigos deontológicos en las distintas profesiones, leyes cívicas o procedimientos que garanticen un trato justo o equitativo- y un modo personal de comportarse cuando está “fuera de servicio”. Solo en este último puedo realmente ser yo mismo, “descansar” de las normas y seguir mis propios criterios de comportamiento moral. Es lo que podríamos denominar como moral subjetiva de la esfera privada frente a la ética objetiva de la esfera pública.

Ética de la tercera persona

En una línea de pensamiento similar hay autores que distinguen entre éticas de la tercera persona, de índole más “jurídica”, donde se habla del comportamiento ético desde criterios normativos y externos; y éticas en primera persona, que responden a la visión subjetiva que cada uno tiene de sus propios actos. En la perspectiva en tercera persona se juzgan los hechos y acontecimientos e incluso se puede juzgar objetivamente cierta intencionalidad en los comportamientos. Si he seguido el procedimiento, entonces he actuado bien; si no cumplo con las leyes, estoy actuando mal. En la perspectiva en primera persona, por el contrario, lo que cuentan son las intenciones y los sentimientos de bondad o maldad con los que he realizado la acción.

Sin embargo, no existe una ética de hechos que se impongan por sí solos. Los hechos, por muy objetivos que parezcan, necesitan ser interpretados; y esa interpretación la tienen que hacer sujetos, ajenos a los individuos implicados en los acontecimientos. Por otro lado, los sentimientos y las intenciones, por muy subjetivos que parezcan, no son meramente internos sino que tienden a comunicarse. Alegrías, tristezas o enfados no pertenecen a lo meramente privado o subjetivo. 

La ética y la moral, entendidas como el polo objetivo y subjetivo de nuestro comportamiento no se entienden bien sin un tercer polo, el intersubjetivo, que resulta esencial para entender cuál es la perspectiva adecuada de la moral. Se necesita una perspectiva en segunda persona y esto se aprecia en que nos admiramos ante el comportamiento de ciertas personas o incluso en que las proponemos como modelos de comportamiento moral.

La moral se aprende y se ejercita, sobre todo, en segunda persona, viendo el comportamiento de otras personas y actuando de modo que pueda ser referente para otros. Eso sí, sin dejar de lado ni la enseñanza de normas éticas cultivadas por el buen hacer de los que nos precedieron, ni el ajuste fino interior que actúa como brújula, para decirme que quizá no me he comportado tan bien cuando me faltaba rectitud de intención, aunque el comportamiento externo fuera impecable. 

La ética es cosa de otros

Autor: Rubén Herce
Editorial: Eunsa
Año: 2022
Número de páginas: 118
El autorRubén Herce

Profesor de Antropología y Ética en la Universidad de Navarra

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