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Descubrimientos arqueológicos revelan datos sobre el Santo Sepulcro

Los hallazgos recientes apuntan a la existencia de un jardín histórico bajo la iglesia del Santo Sepulcro. Si bien no confirman de manera concluyente la ubicación de la tumba de Jesús, respaldan la descripción que se encuentra en el Evangelio de san Juan.

José M. García Pelegrín·16 de junio de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos
Iglesia Santo Sepulcro

Fachada de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén (Wikimedia Commons / jlascar)

En los venerables muros de la iglesia del Santo Sepulcro, un equipo de investigadores liderado por Francesca Romana Stasolla, profesora de la Universidad La Sapienza de Roma, ha descubierto restos de un antiguo jardín. Este hallazgo extraordinario arroja nueva luz sobre la tradición bíblica. Stasolla es miembro de la Academia Pontificia Romana de Arqueología y del consejo científico del Centro Italiano de Estudios de la Alta Edad Media de Spoleto (CISAM).

El descubrimiento corrobora los relatos evangélicos sobre un jardín en el lugar de la crucifixión y el entierro de Jesús: «Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía» (Jn 19, 41).

El equipo investigador también encontró una base circular de mármol debajo del edículo; es decir, el santuario que rodea la tumba. Esta podría haber pertenecido a la iglesia original de Constantino, que atestiguan fuentes antiguas de los siglos V y VI; las investigaciones científicas han proporcionado ahora pruebas tangibles de esta hipótesis. Además, se identificaron en muestras de suelo polen y restos de raíces de olivos y vides de más de 2000 años de antigüedad.

El terreno del Santo Sepulcro

La historia del terreno en el que se erige la iglesia del Santo Sepulcro se remonta a tiempos lejanos. Los hallazgos en las muestras de suelo, que datan de la época precristiana, indican que la zona pasó de ser una cantera, a más tardar en el siglo I a. C., a un terreno agrícola, antes de convertirse finalmente en un lugar de enterramiento. En particular, los restos de olivos y vides de aproximadamente dos mil años de antigüedad coinciden con los relatos del Evangelio de san Juan. El propietario del jardín probablemente pertenecía a la clase alta, lo que sugiere que la tumba de Jesús se encontraba en un entorno acomodado.

Además de olivos y viñas, los científicos descubrieron restos de higueras, plantas cultivadas típicas de la región desde hace milenios. Por esto, en el entorno de la tumba de Jesús habrá que imaginarse un lugar verde.

Tradición y restauración

La excavación comenzó en 2022 como parte de un proyecto de restauración, constituyendo la primera renovación integral de la iglesia desde el siglo XIX. Los trabajos tuvieron que ser aprobados por las tres principales administraciones de la iglesia: el Patriarcado Ortodoxo Griego, la Custodia Romana de Tierra Santa y el Patriarcado Armenio. También se requirió una licencia de la Autoridad de Antigüedades de Israel. «Durante las obras de renovación, las comunidades religiosas también permitieron excavaciones arqueológicas bajo el suelo», explica Stasolla. Este lugar no sólo es uno de los más sagrados del cristianismo, sino que también tiene un gran valor histórico y simbólico.

Tras la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., el emperador Adriano ordenó la reconstrucción de la ciudad, que incluía el área del Gólgota. Para frenar el creciente culto cristiano, mandó construir allí un templo dedicado a Venus. Paradójicamente, este intento de erradicación tuvo el efecto contrario: los cristianos conservaron la memoria del lugar sagrado en su tradición. Cuando el emperador Constantino elevó el cristianismo a religión preferente del Imperio Romano en el siglo IV, inició excavaciones a gran escala para descubrir el sepulcro de Jesús.

Según la tradición, la madre de Constantino, la emperatriz Helena, viajó personalmente a Jerusalén para identificar el lugar. Tras la demolición del templo de Venus, se construyó allí, por orden de Constantino, una iglesia monumental, precursora de la actual iglesia del Santo Sepulcro.

La historia del edificio está marcada por la destrucción y la reconstrucción. Se llevaron a cabo importantes remodelaciones, especialmente durante las Cruzadas. Durante siglos, una enorme losa cubierta de graffiti de peregrinos permaneció inadvertida en una pared de la iglesia. Un examen detallado reveló que se trataba de la parte posterior de un altar del siglo XII de elaborada factura.

Fuentes históricas indican que los cruzados, durante su dominio de Jerusalén (1099-1187), realizaron una magnífica decoración para la iglesia. Sin embargo, tras un devastador incendio en 1808, el altar se dio por destruido. Ahora se ha descubierto que estuvo oculto en la iglesia durante todo este tiempo. Este hallazgo proporciona valiosa información sobre el diseño medieval de la iglesia del Santo Sepulcro y la vida religiosa de los cruzados. Los expertos están trabajando actualmente para reconstruir la ubicación original del altar en la iglesia.

Uso de la tecnología

Cabe destacar el descubrimiento de una cámara subterránea hasta ahora inaccesible. Antiguos relatos de peregrinos mencionan una cavidad bajo la iglesia, y ahora los investigadores confirman la existencia de una estructura inexplorada. Su naturaleza exacta —cueva natural, tumba antigua o arquitectura paleocristiana— sigue sin estar clara por el momento.

«La tecnología moderna permite obtener una visión sin precedentes de la historia de la iglesia», explica Francesca Romana Stasolla. Además de la arqueología clásica, se utilizan métodos de vanguardia. Los escáneres 3D y los análisis de radar de alta resolución del suelo permiten ver estructuras ocultas sin necesidad de excavaciones físicas. «Cada descubrimiento nos acerca a la verdad, aunque algunas preguntas seguirán sin respuesta», resume la directora de la excavación. La fase final de la excavación se reanudará este año, pero la documentación y publicación de los hallazgos probablemente llevará años.

Durante siglos, peregrinos de todo el mundo han acudido a la iglesia del Santo Sepulcro para rezar. Stasolla evita pronunciarse sobre la autenticidad de la tumba de Jesús. Según los conocimientos actuales, no se puede demostrar científicamente. Sin embargo, subraya: «La fe milenaria en la santidad de este lugar ha permitido su existencia y desarrollo». Y añade: «Independientemente de la creencia personal en la historicidad del Sagrado Sepulcro, la fe intergeneracional en ella sigue siendo un hecho objetivo». Su historia es «la historia de Jerusalén».

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