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Erótica y materna

La doctora Mariolina Ceriotti Migliarese expone que la mujer posee dos dimensiones esenciales y complementarias: la erótica, que fortalece la identidad femenina y la relación de pareja, y la materna, que se realiza plenamente en la entrega a los hijos.

Álvaro Gil Ruiz·31 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos
erótica y materna

La doctora italiana Mariolina Ceriotti Migliares habla en su libro “Erótica y materna” de las dos dimensiones de la mujer. Ambas se compenetran y tienen su finalidad. La erótica es fundamental para una autoestima equilibrada y en la relación en pareja para que haya una relación complementaria entre el hombre y la mujer. La psiquiatra explica que estas dimensiones nacen de la mirada adecuada del varón, empezando por su padre y hermanos, y se desarrolla en el trato con otros hombres.

Esperanza Ruiz, en el número de abril de La Antorcha, desarrolla esta idea: “Las mujeres nos construimos en la referencia a un padre. El eclipse de la figura paterna nos debilita profundamente. Un padre es el primer hombre que pronuncia nuestro nombre y el jalón que tomamos para orientar el corazón. La niña que se siente querida e importante para el padre toma conciencia de su valor y ahuyenta los miedos.

No hay feminidad más profunda que aquella que ha sido cuidada como un tesoro, que ha recibido la confianza y que ha sido acompañada en las caídas”. De este modo cuando llega una relación de noviazgo la atracción es mutua entre el hombre y la mujer, porque hay una feminidad y una masculinidad definidas que llevan a una unión no solo corporal sino también espiritual.

A su vez la mujer en la relación con sus hijos ejerce su maternidad, que es una muestra de ternura y dedicación sin límites por alguien salido de sus entrañas. Curiosamente se desarrolla gracias a la otra dimensión, es decir es fruto de la atracción entre el hombre y la mujer. Lo que lleva a la mujer a mostrar en el embarazo una especial belleza y lozanía.

Dice Jaume Vives sobre este momento en el mismo número de abril de La Antorcha: “El embarazo que, de manera muy bella, Teresa Pueyo compara con la Eucaristía -salvando todas las distancias-, se convierte hoy no en un milagro que da vida y nos muestras la huella del Creador sino en un obstáculo que hay que hay sortear o neutralizar para que no nos afecte”.

Ana Iris Simón, la famosa y sugerente escritora y periodista -madre de dos hijos- indicaba en una acertada columna titulada “Maternidad real” en ELLE, una de las claves para entenderla: “Aunque incluso convertir la crianza en una competición de plañideras tiene su aquel: como el mensaje que una recibe de las redes es que es un valle de lágrimas, cuando va experimentándola se da cuenta de que no es para tanto. Y de que maternidad real es llevar el sujetador de lactancia con restos de vómito, unas ojeras hasta los pies y el bolso lleno de pinturas, piezas de Lego y sándwiches a medio comer. Pero también –y sobre todo– es la alegría y la plenitud de estar viviendo para que otros vivan”.

Antes y después de dar a luz desarrolla esta faceta que no puede ser suplantada por nadie -ni por la Inteligencia Artificial-, ya que es necesaria para que el vástago se desarrolle como persona. Muchísimas veces está dimensión maternal es concebida como una limitación de la libertad por el feminismo mal entendido, aunque no lo es porque es un acto de entrega libre y generoso, que todos agradecemos ya que una buena madre se vuelca con sus hijos. 

Por lo tanto ambas dimensiones, erótica y materna,  son maneras de darse al otro, el problema viene cuando se confunden los roles. La doctora Ceriotti explica que estas dimensiones son complementarias y nos advierte del peligro de verter una de las dos dimensiones en la persona no adecuada.

Es decir, nos habla de dos psicopatologías cada vez más comunes: madres que tratan a sus maridos como hijos o madres que tratan a sus hijos como esposos.

Si en un matrimonio la relación es maternalista y no de atracción, no habrá habrá una plenitud o complementariedad hombre-mujer y esto provocará disfuncionalidades que repercutirán en la familia. Y viceversa, erotizar la relación con tu hijo, buscando el afecto a tu marido en tu hijo, conlleva tener hijos tiranos que “destronan” al padre.

Ambas realidades son cada vez más frecuentes y muchas veces no detectadas. Por lo que es importante que nos planteemos cuáles son las relaciones con los de mi familia, de tal manera que reforcemos los vínculos sanos y sanemos los que no lo son. 

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