España

Fabrice Hadjadj: “La libertad viene de la tradición”

Fabrice Hadjadj llega a España con un nuevo proyecto: el Instituto INCARNATUS, una iniciativa que quiere revolucionar el panorama cultural hispanoamericano y presentar las humanidades como el camino correcto para encontrar las respuestas a las preguntas que la sociedad se hace.

Paloma López Campos·21 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos
Fabrice Hadjadj

Fabrice Hadjadj en Madrid durante un Foro Omnes

Fabrice Hadjadj es un filósofo y autor francés conocido por obras como “La suerte de haber nacido en nuestro tiempo”, “La fe de los demonios (o el ateísmo superado)” o “Por qué dar la vida a un mortal: y otras lecciones”.

Desde hace varios años vive en Friburgo (Suiza), donde dirige el Instituto Philanthropos, una iniciativa que quiere dar a los jóvenes una base sólida en conocimientos de filosofía, teología y en un trabajo manual, todo ello fuertemente inspirado en la mentalidad benedictina.

Ahora, Fabrice Hadjadj y su mujer Siffreine Michel se mudan a España para comenzar el Instituto INCARNATUS, inspirado en el proyecto de suizo. A través de INCARNATUS, Fabrice y su mujer quieren profundizar en la cultura hispanoamericana y, desde las humanidades, ayudar a quienes se sienten llamados a profundizar en la realidad, mucho más allá de lo que la tecnología puede ofrecer.

El instituto todavía está en pleno desarrollo, pero Fabrice Hadjadj comparte en esta entrevista con Omnes las claves que le hacen pensar que las humanidades son la respuesta a las preguntas que nos planteamos hoy, y el secreto para lograr lo que tanto anhelamos: la libertad.

¿Por qué cree que hoy más que nunca es urgente redescubrir las humanidades, especialmente frente al avance de una visión tecnocrática y utilitaria del ser humano?

– La palabra “humanidades” ya da la respuesta, porque interesarse en las humanidades es descubrir tu humanidad. Aunque cuando hablamos de humanidades hablamos de leer textos de autores antiguos y la pregunta es: si somos hombres de hoy ¿por qué tenemos que leer autores antiguos?

La realidad es que para ser libre hay que tomar distancia con respecto a tu época. Si estamos sumergidos en nuestra época, estamos convencidos de que todo lo que se hace en nuestra época siempre se ha hecho así. Cuando leo autores antiguos, no solo entro en una sabiduría humana muy profunda (profunda porque ha llegado a atravesar el tiempo), sino que además tomo distancia con respecto a mi época y me vuelvo libre.

Muchas veces pensamos que la libertad viene de la revolución, pero la libertad viene de la tradición. Cuando leo a Platón o a san Agustín, tomo distancia con respecto a mi época y puedo criticarla. Incluso los revolucionarios franceses leían a los antiguos y se referían a la República romana. También los revolucionarios marxistas, leían a Marx, y Marx leía a Aristóteles. A partir de textos de Aristóteles Marx criticó el capitalismo.

La revolución, la buena revolución, tiene que comprenderse en una relación con la tradición para encontrar la libertad y arrancarnos de nuestra época para verla objetivamente.

¿Cómo ve el papel de la belleza en el despertar del deseo por la verdad y por una vida verdaderamente humana?

– Cuando hablo de teatro y de canto, no hablo solo de belleza, sino también de una práctica. Muchas veces se habla de belleza como un espectáculo, pero a mí lo que me interesa es hacer cosas en la belleza.

La belleza llama a la belleza y lo que me interesa no es el hecho de amar la poesía, sino de volverse el poeta de tu propia existencia. Entonces cuando hablo de canto y de teatro, es para hablar de una práctica de la belleza que entra en nuestro cuerpo y que se lleva en nuestras venas y en nuestros gestos.

En este llevar la belleza en nosotros hay una cuestión de libertad. El problema del mundo moderno es creer que empezamos siendo libres y que no hay que aprender a ser libres. Pero, precisamente al aprender un arte, sobre todo un arte exigente como uno ligado a la belleza, se entiende que la libertad sea un aprendizaje.

Si quieres tocar una guitarra flamenca, tienes que aprender, no puedes hacerlo de golpe. No hace falta ir a una escuela o una institución académica, pero te hace falta un maestro y la tradición viva, que no es una tradición ideológica reconstruida. Esto es lo que veo en el teatro y el canto, no solo la encarnación de la belleza, sino el desarrollo de la libertad.

¿Son el instituto INCARNATUS y Philanthropos proyectos también para personas casadas?

–  Los proyectos se dirigen primero a estudiantes, gente que más bien no está casada y no tienen un trabajo regular. Pero se ha acogido a parejas de prometidos y este año por primera vez hay un matrimonio que estaba dispuesto a entrar en esta aventura y que no tienen hijos. Son proyectos para crear tu propia comunidad, no tanto para estar en tu comunidad.

Habrá momentos en los que podrán participar personas que ya trabajan en su día a día. Hemos visto a gente transformada por ver lo que nosotros vivíamos, eso es lo que dice la palabra de Cristo: “Venid y veréis”. Estamos en un mundo en el que hay tantas palabras y señales enviadas en todas direcciones, que la palabra “ven y ve” es muy importante para que exista una transformación.

¿En qué consiste la crisis contemporánea de sentido? ¿Por qué Dios y la filosofía pueden responder a esta crisis?

– Podemos coger la palabra “sentido” en su significado más elemental. Hay una crisis del sentido y una crisis de la sensación. En un mundo digital no sabemos sentir, hemos perdido el sentido del tacto y del olfato. Tenemos orejas para distinguir señales, pero no para escuchar. Tenemos ojos desmesurados abiertos como bocas que querrían tragar imágenes que se destruyen las unas a las otras, de manera que no llegamos ni siquiera a ver.

Por eso insisto en crear lugares donde pueden recrearse las sensaciones, a través del trabajo manual, los instrumentos de música o por el hecho de estar alrededor de una mesa donde se puede tener una conversación.

La crisis de sentido es una crisis del sentir. Es realmente una crisis en el nivel más básico. Luego hay otro nivel, que es la crisis de esperanza, porque el sentido también es una orientación, un camino hacia.

La modernidad era progresista y estaba persuadida de que el mundo iba a ser mejor. El sentido no era eterno sino temporal y ese sentido era “mañana habrá una sociedad mejor”. Hoy este proyecto progresista de una sociedad mejor ha creado amenazas que son peores que todas las que han pesado sobre la humanidad.

El mundo mejor por el consumo está destruyendo el mundo. Así, las esperanzas modernas se han venido abajo y por eso, aparte de tener que encontrar la base, hay que encontrar la cima, que es una esperanza que viene de más lejos que el propio mundo: una esperanza eterna donde no se hacen las cosas porque mañana será mejor, sino porque Dios nos ha pedido que guardemos y cultivemos el jardín.

Hoy, la esperanza ya no es una opción. Como las esperanzas mundanas se han venido abajo, la esperanza religiosa no es una opción. Por eso, vamos a encontrar al mismo tiempo tanto el cuerpo como el espíritu, para salir de este limbo.

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