Fernando Delapuente Rodríguez-Quijano (Santander, 1909 – Madrid, 1975) pintó 1.246 cuadros, y los numeró todos. Una combinación perfecta de ingeniero y artista: puntilloso y organizado a la vez que absolutamente libre en su creatividad. El Ilustre Oficial Colegio de Médicos de Madrid acoge una exposición, organizada por la Fundación Methos, que reúne 70 de estas piezas en una retrospectiva sobre la evolución pictórica de “un tipo muy original”.
Así lo expone el comisario de la muestra, Andrés Barbé. Delapuente fue el cuarto de seis hermanos; empezó a estudiar Derecho siguiendo las indicaciones de sus padres “pero duró un trimestre”. Se matriculó en Ingeniería Industrial y, cuando estaba en segundo, en Bellas Artes. “Nada comprometido políticamente”, vivió la guerra en una checa y después refugiado en la embajada de Cuba. ”Llegó a ser catedrático de dibujo en la escuela, pero lo que a él le gustaba era pintar” y renunció a la cátedra. Fundó una empresa de ingeniería y arquitectura y, entre otros trabajos, diseñó el campus de la Universidad de Navarra, le encargaron Torreciudad… Pero la pintura siempre estaba ahí.
La muestra se organiza en seis áreas que desvelan la evolución de su pintura. Una primera fase, más academicista, hasta que en los años 50 viaja a Italia, lo que cambia por completo su trayectoria. En Rávena, al ver el sol del amanecer reflejándose en los mosaicos de una basílica, tiene, según contaba él, una “conversión al color y me hice fauv [del fauvismo]”. En ese “haz lo que te dé la gana” de este tipo de estilos, Delapuente usa el color sí, pero lo hace, a diferencia de otros pintores, con un dibujo muy definido. Pasa de los ocres y terrosos a fijarse en Van Gogh, Matisse, “la gente que usa el color”.
Por eso la segunda parte es Italia, y la tercera, París, con tonos más grises, porque la luz de Roma no la tiene la Ciudad del Amor, y Delapuente pintaba lo que veía. En esta sección se expone uno de sus pocos cuadros con personas, ya que el artista renunció casi por completo a lo figurativo para pintar ciudades, tierras o mares. De hecho, a pesar de haber obtenido notas brillantísimas en anatomía, cuando incluye en una escena a alguna persona lo hace de un modo casi infantil, sin apenas trabajarla. Este “fauvismo urbano” es lo que lleva al comisario a definir a Delapuente como un “hombre innovador”.
“A él lo que le importaba -sostiene Barbé- era la estructura urbana, aunque aquí también hace lo que le da la gana”, cambiando edificios de sitio o colocando juntos aquellos que están distantes en la ciudad real. “O también pinta edificios ya inexistentes”.
Amor por Madrid
Muestra de esta querencia del artista por la ciudad es la última parte de la exposición -después de las marinas y las escenas de campo-, que es la ciudad de Madrid. Se le podría llamar, detalla el comisario, el pintor de Madrid. “Pero el Madrid idealizado que a él le gustaba”. “El Madrid mío”, decía el artista, en el que no había tanta gente ni tantos coches como en sus últimos años de vida.
Barbé tiene localizados más de 120 cuadros que pintó de la capital. En ese Madrid que tanto quiso murió Fernando Delapuente a los 66 años por una enfermedad cardíaca que arrastró desde siempre y que nunca le impidió vivir una vida apasionada, intensa y entusiasta.
“Era un hombre hiper normal. Muy sociable. Muy pulcro; no fue el típico artista desarrapado. Entrañable. Había sobrenaturalizado su vida; era numerario del Opus Dei y planteaba una pintura amable, positiva, agradable y decorativa, que queda muy bien. Tenía carácter. Era un hombre de sus amigos; tenía muchísimos. Vivió la alegría de vivir, y esto se refleja en sus cuadros. Era ordenado, sistemático y muy currante”.
Una exposición muy cuidada
Más de un año se ha estado preparando esta exposición, toda ella compuesta por préstamos de particulares. Se han traído piezas de Pamplona, Bilbao, Granada, Almería, Valencia y, sobre todo, Madrid. Explica el comisario que Delapuente pintaba muchas veces el mismo tema. Es decir, obras iguales (cada una con sus matices), que luego iba vendiendo. Marinas tiene muchas, reconoce el comisario, y de diferentes mares con sus diferentes colores. “Al final de su vida se vuelve muy de Turner”, explica Barbé. Es algo que se puede apreciar en su óleo sobre lienzo Mar fuerte con gaviota, de 1975, el mismo año de su muerte.
Dónde verla
La muestra es un homenaje a Delapuente en el 50 aniversario de su fallecimiento. Es un tributo en un espacio limpio y claro como es la sala de exposiciones del Colegio de Médicos, situado en la zona cero de la pintura en Madrid (Santa Isabel, 51).
Se podrá ver hasta el 17 de enero de 2026, en horario de L-V, de 10 a 21 horas, y los sábados de 10 a 14 horas. La entrada es libre y gratuita.




