Ferrán fue un médico español que se interesó por los trabajos de Pasteur en bacteriología. Por entonces se demostró el papel de las bacterias en la etiología de numerosas enfermedades, y a partir de ahí Ferrán inició su trabajo en bacteriología y el desarrollo de vacunas, utilizando un laboratorio casero en Tortosa.
Tras estar en Marsella estudiando una epidemia de cólera en el año 1884 comisionado por el Ayuntamiento de Barcelona, obtuvo en su laboratorio una vacuna anti-cólera que fue aplicada en una epidemia en la provincia de Valencia (la primera vacuna anti-bacteriana aplicada en humanos en una epidemia), si bien posteriormente se prohibió su uso masivo, tras una polémica en la que se mezcló política con ciencia. Posteriormente se hizo cargo del Laboratorio Microbiológico Municipal de Barcelona, donde produjo y mejoró la vacuna antirrábica de Pasteur. Desarrolló también vacunas contra la fiebre amarilla, el tifus y la peste bubónica, y puso a punto la producción de suero antidiftérico.
Posteriormente, en 1905 se le destituyó del Laboratorio, de nuevo tras una polémica en la que se mezclaron ciencia y política, y se refugió en su propio Instituto Ferrán, donde pasó el resto de sus días investigando la tuberculosis. Describió el ciclo de vida multi-estadio de la bacteria y desarrolló una vacuna anti-alfa, que sí contó con apoyo oficial y que se aplicó en España, Argentina y Uruguay, coexistiendo con la vacuna BCG de origen francés.
Ferrán fue premiado por la Academia Francesa de Ciencias y homenajeado en múltiples países. En 1950 se creó el Instituto de Microbiología «Jaime Ferrán» del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que 1953 dio lugar a la parte microbiológica del Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid. Actualmente existe en su honor el premio Jaime Ferrán de la Sociedad Española de Microbiología.
Tenía unas convicciones fuertemente católicas. Decía que “el que no cree en Dios, es un ignorante o no tiene cabeza. Porque nada anda sin que le des cuerda, como un reloj, como un coche. ¿Pero quién pone en marcha esta gran obra de la creación?”. Él, por tanto, encontraba en las regularidades de la naturaleza un signo de la existencia de un Creador que la hubiera originado.
PhD. IMDEA Food. Miembro de la Sociedad de Científicos Católicos de España.




