Vaticano

P. José-Antonio: «Durante la pandemia, Prevost abrió las iglesias antes que nadie en Perú, demostrando gran valentía»

Un sacerdote de la diócesis de Chiclayo recuerda algunas historias del cardenal Prevost y cómo sigue en el grupo de whatsapp de sacerdotes de la diócesis.

Javier García Herrería·2 de junio de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
pandemia Prevost

El Padre José-Antonio Jacinto, sacerdote de la diócesis de Chiclayo (Perú) durante 34 años, es un hombre de múltiples vocaciones: párroco, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, y formador en el seminario diocesano. Su vida cobró un giro inesperado el 8 de mayo de 2025, cuando el entonces obispo de Chiclayo, Robert Prevost, ascendió a la silla de Pedro, con el nombre de León XIV. El P. José-Antonio ha mantenido una relación cercana con el pontífice, forjada en años de colaboración pastoral. En esta entrevista, relata su experiencia junto al Papa, sus anécdotas y el legado de su servicio en una diócesis marcada por la diversidad y los desafíos de la fe.  

¿Cómo conoció al Papa León XIV?

– Lo conocí en 2014, cuando llegó a Chiclayo como obispo. Al principio, no sabíamos mucho de él, pero su sencillez y apertura nos impactaron. En una de nuestras primeras conversaciones, me pidió apoyo para la catedral, a pesar de que ya tenía una carga laboral intensa. Su humildad y gratitud marcaron nuestra relación desde el inicio.  

¿Qué anécdotas recuerda de su relación?

– Confiaba y era agradecido con los sacerdotes que estábamos a su alrededor desde el primer momento. Por ejemplo, recuerdo que me encargó escribir un resumen de su biografía para la web de la conferencia episcopal peruana. Cuando se lo presenté solo corrigió detalles menores y mostró gran agradecimiento ante ese pequeño servicio. 

También felicitaba a los sacerdotes por sus cumpleaños y estaba cerca de ellos a través de whatsapp. En Chiclayo somos unos cien sacerdotes diocesanos y veinte religiosos, que atendemos cincuenta parroquias y dos centros pastorales. La población es de un millón trescientos mil personas, de las que un millón son católicas. 

¿Qué nos diría respecto a su forma de trabajar?

– Con las inundaciones del Niño mostró iniciativa y gran liderazgo. O también durante la pandemia, especialmente cuando abrió las iglesias antes que nadie en Perú, demostrando gran valentía. 

¿Cómo vivió su elección como Papa? 

– Me produjo una gran conmoción. Le escribí al día siguiente: «Santo Padre, desde el santuario de Nuestra Señora de la Paz, reitero mis oraciones». Él respondió: «Unidos en oración. Que el Espíritu nos guíe». 

Unos días después lo vi en Roma, en el encuentro que tuvo con personas de la diócesis de Chiclayo. Nos trató con gran cariño. Su fidelidad a nosotros, incluso como Papa, es un tesoro. Sigue en el grupo de whatsapp de sacerdotes e, incluso, ha puesto algún mensaje después de su nombramiento como Papa. 

¿Qué legado deja en Chiclayo?

– Fortaleció la Universidad y el trabajo Pastoral en las parroquias, continuando la labor pastoral que los obispos anteriores habían dejado con la presencia de un clero joven que se había formado en el Seminario diocesano.

Era un gran gestor de recursos para las parroquias, como autos y donativos. Le encantaba conducir y bromeaba diciendo que sería recordado por la cantidad de autos que consiguió para las parroquias. Era muy desprendido, prueba de ello es que ofreció el auto que usaba cuando iba a Lima para que lo usáramos para las tareas pastorales. 

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