Cultura

La creación invisible, Asiel Timor Dei, Arcángel arcabucero

La escuela cuzqueña rompió con las convenciones tradicionales al mostrar un arcángel portando un arcabuz. Los ángeles son mensajeros de Dios y protectores en el plan divino de salvación. A través de la figura del arcángel arcabucero, se subraya su papel como guerrero espiritual que defiende a los fieles.

Eva Sierra y Antonio de la Torre·20 de diciembre de 2025·Tiempo de lectura: 6 minutos

COMENTARIO ARTÍSTICO

Los ángeles fueron creados por Dios antes que el hombre. Son espíritus sin apariencia corporal, lo que no ha impedido su representación en el arte cristiano durante siglos. Esta pintura, realizada en el siglo XVII por un pintor boliviano anónimo (círculo del Maestro de Calamarca), ciertamente no encaja en la idea tradicional que tenemos de ellos: el título revela el nombre del ángel, que aparece inscrito en la esquina superior izquierda: Asiel Timor Dei, un nombre poco familiar para nosotros si lo comparamos por ejemplo con los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Este ángel en particular aparece solo, ocupando todo el plano pictórico; las piernas proyectan su sombra contra un fondo neutro, que contribuye a crear una perspectiva simple, dividiendo sutilmente el espacio detrás del mismo. El ropaje es de época, muy sofisticado, inspirado en los de los nobles y aristócratas criollos y andinos, con unas protuberantes mangas, y una lujosa casaca decorada con encaje. El ángel no tiene alas, pero tiene plumas prominentes colgando del sombrero y está representado en el acto de apuntar con un arcabuz. La paleta empleada es bastante limitada, basada en colores primarios con pocas variaciones tonales, aunque hay un interés en los detalles y el uso de oro para enfatizar la importancia del personaje.

Una representación celestial, militar y aristocrática

Al observar la pintura sin ningún conocimiento de su contexto, sería fácil pensar que estamos contemplando una figura de época de alguien de noble cuna, tal vez un rico terrateniente o un soldado. Nada, excepto la inscripción con el nombre (para aquellos espectadores versados en latín y en la Biblia), indica que estamos viendo a un ángel.

El teólogo cristiano Pseudo Dionisio escribió “De Coelesti Hierarchia” sobre la angelología y las jerarquías de los ángeles, lo cual influyó en los teólogos medievales. Dividió a los ángeles en tres jerarquías, cada una de las cuales contiene tres órdenes basadas en su proximidad a Dios. “La Asunción de la Virgen” de Botticini (1475-76) en la National Gallery de Londres muestra un gran número. El tema era bien conocido en América del Sur; en el antiguo Virreinato del Perú, artistas locales como Diego Quispe Tito y Basilio de Santa Cruz, o los bolivianos Melchor Pérez Holguín y Leonardo Flores pintaron series de ángeles militares portando diferentes tipos de armas: eran encargos personalizados para lugares distantes. Nuestra pintura es un óleo sobre lienzo, lo que hace que la obra sea fácilmente plegable, ligera y lista para ser enviada a clientes en ubicaciones lejanas, aunque algunas estan hechas en madera o cobre.

Entre estos ángeles soldados se encuentran San Miguel con una lanza, con quien estamos más familiarizados, Alamiel Dei con una trompeta y una corona, y los ángeles Zabriel, Hadriel, Leitiel o Laeiel portando arcabuces en diferentes posiciones, entre muchos otros. Los ángeles aparecen manejando todo tipo de armamento de la época, pero no están representados en batalla. Su tamano varia entre 120 cm y 2 metros de altura.

Angeles arcabuceros

 Todas estas características otorgan a las pinturas un estilo único y un aspecto original. El uso prolífico del arcabuz y las características distintivas de estas pinturas explican el nombre de “Ángeles Arcabuceros”.

Este tipo de ángeles podría tener una conexión con los antiguos guerreros alados del panteón prehispánico. También pudieron haber sido inspirados por grabados holandeses y españoles de la época y por la extendida devoción a los ángeles custodios. Esto demuestra que el arte occidental era conocido en estas tierras, pero los artistas locales eligieron mezclarlo con sus propias representaciones inspiradas en el arte indígena que era más familiar para ellos. Esta es una de las grandes características del arte: la capacidad de adaptar modelos bien establecidos a nuevos contextos y a la mentalidad de diferentes pueblos, transmitiendo mensajes similares de una forma visual diferente. Estas representaciones tuvieron una gran difusión porque se asemejaban a los gustos regionales.

COMENTARIO CATEQUÉTICO

La figura angélica tan espléndidamente vestida y armada que contemplamos en este lienzo nos está expresando la permanente creencia de la Iglesia en la existencia de los ángeles y en su misión. En efecto, en el Credo se profesa la fe en el Creador de la tierra y de lo visible (tan bien representado en el tríptico del Bosco que conocemos ya) y a la vez del cielo y de lo invisible. Ambas creaciones, aun dando diverso fruto, son simultáneas, pero normalmente se explica en la teología primero la creación celeste, o invisible, o espiritual, o angélica (que de todas estas formas se puede denominar), y después la terrena (o visible, o corporal). La razón es la excelencia que se ha atribuido en la Tradición Cristiana a lo espiritual sobre lo sensible, como por ejemplo expresa santo Tomás de Aquino en la cuestión 50 de la primera parte de la Summa Theologiae.

Una figura trascendente salvadora

Sin embargo, en el ámbito de la expresión catequética de la fe, en el que nos movemos en esta serie dedicada al Arte Cristiano, suele ser más pedagógico comenzar con la creación visible, que es la que a través de los sentidos tenemos como primera experiencia, y después la invisible. Explicado este segundo lugar que ocupa en esta serie el fascinante lienzo de Asiel, podemos comenzar su explicación considerando el fondo oscuro que lo destaca. Además de un sugerente recurso pictórico expresa que los ángeles se mueven en una esfera invisible, más próxima a la trascendente presencia de Dios que lo que la esfera humana puede alcanzar con sus meras fuerzas naturales. La oscuridad evoca, como en el tríptico de El Bosco, ese mundo que supera la representación humana, al igual que los fondos florales y luminosos que aparecen en otros lienzos de arcángeles, nos recuerdan su cercanía al mundo visible.

En efecto, las criaturas espirituales, creadas, como las visibles, por la Palabra de Dios, están al servicio del plan salvador con el que Dios, en Cristo, ha redimido la creación entera. Como recuerda san Pablo (Col 1,16), también lo invisible ha sido creado para Cristo, y entran por tanto en su obra salvadora como servidores pertenecientes al mundo invisible destinados al bien del mundo material. Esta relación de los ángeles con la creación material, especialmente con el ser humano, espiritual y corporal a la vez, se concreta en su misión de mensajeros y de protectores.

En la Sagrada Escritura encontramos numerosos ejemplos de la primera misión, como las frecuentísimas apariciones del Ángel del Señor en el Antiguo Testamento o la presencia de los ángeles como primeros heraldos de la Resurrección en el Nuevo Testamento. La misión de protección, que también aparece en numerosos pasajes de ambos testamentos, se expresa en este lienzo con la original figura del soldado. Un soldado, por cierto, que no está en las bajas graduaciones del ejército, sino que, como muestra su sofisticada indumentaria, tan lujosa como la de los grandes nobles coloniales, pertenece al excelente cuerpo del ejército invisible. Recuerda una de las apariciones del Ángel del Señor a Josué (Jos 5,13-14): “Josué alzó los ojos y vio a un hombre en pie frente a él, con la espada desenvainada en la mano. Josué se adelantó hacia él y le preguntó: ¿Eres de los nuestros o del enemigo? Contestó aquel: No, soy el general del ejército del Señor y acabo de llegar. Josué cayó rostro en tierra, adorándolo”.

Protectores contra el maligno

En la tradición judía, heredada por los primeros cristianos, los ángeles protegen al pueblo de Dios como poderosos y nobles guerreros, tal y como podemos comprobar en esta cita del Antiguo Testamento, y también en los escritos de Qumrán, los escritos apócrifos del judaísmo o el mismo libro del Apocalipsis. El mismo san Pablo nos recuerda que necesitamos una fuerza y un equipamiento militar muy especial, “porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire. Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir” (Ef 6,12-13).

Este arcángel arcabucero transmite con sobrada contundencia lo bien protegidos que estamos por el mundo invisible contra las agresiones que encontramos en la vida misma y, especialmente, las sufridas a causa de la creación espiritual maligna, contraria a Dios (los demonios). Pero este Arcángel no solo porta un arma poderosa, sino también un misterioso nombre: Asiel, que significa temor de Dios. Que el nombre del Arcángel expresa su misión, es conocido gracias a la popularidad de los tres Arcángeles mayores: san Miguel (Quién como Dios), san Gabriel (Mensajero de Dios) y san Rafael (Medicina de Dios). El nombre y misión de este arcángel, sin embargo, no tienen una procedencia fácil de localizar.

Esto se debe, de nuevo, a préstamos que la tradición cristiana tomó de la judía desde sus orígenes. En el judaísmo, las especulaciones sobre los nombres de los ángeles y sobre sus misiones, alcanzaron un desarrollo amplísimo. Se percibía la necesidad, ante la presión de la presencia maligna en el mundo, de conocer quiénes eran los protectores de los fieles, y cuál era la atribución de cada uno. Conocer el nombre del arcángel, servía para invocarle con la seguridad de ser atendido. Saber la misión que tiene, era garantía de acudir al intercesor correcto en cada ocasión. Por otro lado, conocer el nombre de un demonio daba la capacidad de conjurarle y neutralizar su poder maligno, mientras que era de gran utilidad saber qué demonio estaba detrás de cada mal sufrido para poder identificar al enemigo.

De las largas listas de denominaciones angélicas del judaísmo, la tradición cristiana tomó muchos nombres de forma algo caótica, de forma que el repertorio de ángeles a pintar presenta una variedad tan amplia como desordenada, a excepción de los tres Arcángeles ya conocidos. La presencia del nombre angélico y su significado en este lienzo, en resumen, nos recuerda cómo desde tiempo inmemorial la tradición cristiana, también la presente en Hispanoamérica, ha reconocido a los ángeles como los poderosos servidores invisibles de Cristo, que además de portar mensajes divinos a los fieles, les protegen con la excelencia de su poder espiritual que su nombre expresa.

Obra

Nombre de la obra: Asiel Timor Dei, Arcángel arcabucero
Autor: Maestro de Calamarca
Siglo: XVII
Material: Óleo sobre lienzo
Tamaño: 160x110cm
El autorEva Sierra y Antonio de la Torre

Historiadora del arte y doctor en Teología

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