Cada una de las persecuciones romanas contras los cristianos fue diferente a otras. Mucho antes del advenimiento del cristianismo, las autoridades del Estado romano se dieron cuenta del peligro de la invasión de divinidades exóticas. El remedio fue prohibir la introducción de nuevos cultos, incluidos los privados.
Fueron miles los acusados, ejecutados o condenados a cadena perpetua. En cuanto al número, algunos hablan de diez persecuciones. Pero éste es un número simbólico relacionado con el Apocalipsis. Además, se mezclaban con tiempos de paz.
Las medidas contra los nuevos cultos fueron varias, pero la más conocida es el Senatus Consultum de Bacchanalibus (186 a.C.). Los informes de homicidios rituales, envenenamientos y herencias por parte de una sociedad secreta involucraron a más de siete mil acusados, ejecutados o condenados a cadena perpetua. La causa era siempre evitar que se corrompieran las buenas costumbres y se perturbase el orden público.
El culto imperial, muy ligado a la persecución
El culto imperial va a estar muy ligado a la persecución. Augusto, que había dado a este culto su forma oficial, permitió la veneración de su genio (una especie de doble divino) como signo de lealtad. Durante el primer siglo se mantuvo la línea de Augusto, excepto por excesos tiránicos, como Domiciano que reclamó el título de Dominus.
Los príncipes fallecidos sufren la apoteosis, a través de un decreto del Senado, que excluye a los tiranos condenando su memoria, como es el caso de Nerón. En el siglo II, la apoteosis en la vida de los emperadores y la familia se vuelve automática, por ejemplo con Antonino Pío y Faustina.
Durante el siglo III se añade la adoración del emperador y con Aureliano (270-275). Se identifica (Dominus et Deus) con el dios Sol y se representa con la diadema radiata y el manto de hebillas doradas. Diocleciano, a las puertas del siglo IV, es considerado hijo adoptivo de Júpiter y su colega Maximiano de Hércules, comenzando una doble línea de emperadores jovianos y herculianos.
Antecedentes
Para la Iglesia naciente, los antecedentes de la persecución son la revuelta contra los cristianos de Jerusalén en los años 32-34 que tuvieron que huir a Antioquía y otros lugares. Y durante el imperio de Claudio, hacia el año 49, la expulsión de los judíos de Roma, y junto con ellos también los cristianos. Ninguno de estos momentos es todavía la persecución organizada, porque son hechos esporádicos. Hay que esperar hasta el año 64 en que Nerón, tras el incendio de Roma, hace perseguir a los cristianos con la acusación de haber sido los causantes.
La acusación de causar el incendio de Roma
Según algunos historiadores, esta acusación procedía del pueblo romano. Pero tenemos un texto de Tácito († 120 d. C.) en el que se afirma que Nerón, para acabar con los rumores, presentó como culpables a los que el vulgo llamaba cristianos. Se empezó por detener a los que confesaban abiertamente su fe, y luego, por denuncias, a una ingente multitud. Y resultaron convictos de la acusación de odio al género humano.
Nerón había ofrecido sus jardines para un espectáculo en que los cristianos, cubiertos con pieles de fieras, perecían desgarrados por los perros. O bien clavados en cruces, al caer el día, eran quemados de manera que sirvieran como iluminación durante la noche.
Tortura de los cristianos, en el Vaticano
El mismo emperador se involucró mezclado con la plebe, con atuendo de auriga o subido en el carro. Por ello, dice Tácito, “aunque fueran culpables y merecieran los máximos castigos, provocaban la compasión, ante la idea de que perecían no por el bien público, sino por satisfacer la crueldad de uno solo”.
El incendio que hizo arder casi toda Roma se inició en el Circo Máximo que quedó completamente destruido. Esto explica que la tortura de los cristianos se lleve a cabo en el Vaticano, ya que en aquel momento no había otro lugar adecuado donde desarrollarla.
Personajes de relieve y corrientes
Algunos dan el número de diez persecuciones, pero se sabe, éste es un número simbólico relacionado con el Apocalipsis.
Lo cierto es que en las persecuciones van a morir personajes de relieve como también personas corrientes: bajo Nerón (año 64), Pedro y Pablo; con Domiciano (90), Juan; bajo Trajano (98-117), Ignacio de Antioquía; con Marco Aurelio (161-180), Justino; bajo Cómodo (180), los mártires Escilitanos. Con Septimio Severo (193-211), Perpetua y Felicidad; con Maximino Tracio (235-238), Ponciano papa; con Decio (249-251) son numerosísimos; con Valeriano (253-260), Lorenzo y Cipriano.
En fin, con Diocleciano (248-305), tendremos cuatro edictos sucesivos, que provocarán innumerables víctimas. Cada una de las persecuciones tiene sus motivaciones y características propias.
Origen y motivaciones
Tertuliano habla del origen de las persecuciones por parte de Nerón. Su afirmación es polémica y divide a los estudiosos entre quienes se oponen y los que defienden la existencia de una ley general de persecución contra el cristianismo. Quizá, la única manera de explicar que haya habido persecuciones con carácter local y ocasional, como sucedió en Lyon, es la existencia de la coercitio, o intervención por la fuerza. Una fuerza decretada por los procónsules, para tratar de calmar la opinión pública que había entrado en efervescencia.
Esta opinión resulta equilibrada, pues combina tres factores posibles. Ha habido acusaciones de crímenes penados por el derecho común, intervenciones de las fuerzas de orden público y la supervivencia de antiguos decretos de Nerón y Domiciano. Sea como fuere, Tertuliano afirma que la fama, los rumores, corrían entre la gente de la calle con noticias alarmantes sobre el comportamiento privado de los cristianos.
Principales acusaciones: sacrilegio y lesa majestad
Las causas y acusaciones del pueblo contra los cristianos son el sacrilegio y la lesa majestad. En realidad se trata de todo desorden y revuelta contra la autoridad. Cualquier palabra contra la Felicitas temporum que las inscripciones, medallas y monedas imperiales proclaman, y de la que se enorgullecen. La participación en reuniones ilícitas en las que se agita la tranquilidad pública.
Pero son más una excusa que no explica la ferocidad de algunas persecuciones, en las que los cristianos eran torturados con látigos, fieras, la silla de hierro, donde los cuerpos se asaban…
Triple denuncia y calumnias: incesto, infanticidio ritual y canibalismo
Las acusaciones contra los cristianos, procedían originariamente del vulgo y se articulaban en una triple denuncia: incesto, infanticidio ritual y canibalismo. Existen pruebas de que las tres no estaban unidas al comienzo de las persecuciones, sino que nacieron por separado y coincidieron en una misma acusación a partir de la obra polémica de Frontón contra los cristianos (162-166).
Según Melitón de Sardes, las acusaciones habían comenzado ya con Claudio y Nerón, es decir, desde los primerísimos tiempos. Con total seguridad se han producido calumnias, en los tiempos de Plinio, con la acusación de canibalismo.
Causa de este tipo de acusaciones han sido las voces oídas sobre el banquete eucarístico y la comunión del cuerpo y sangre de Cristo. A esto se unió el carácter reservado del culto: cuanto más se trataba de disimular, una vez corrida la voz, más sospechas se generaban.
Envidias, rencores, imaginaciones…
La acusación de incesto se debía, probablemente, al apelativo de hermanos con que se llamaban los primeros cristianos. En cuanto a los autores de estas calumnias, no se puede descartar el hecho de que, una vez propalada la primera voz, la envidia o el rencor haya hecho partícipes a los miembros de algunas sectas mistéricas de las acusaciones.
En diferentes autores de la antigüedad cristiana se encuentra una descripción — imaginada, por supuesto — de una ceremonia cristiana: a un perro hambriento, que está atado a un pesado candelabro, se le echan unos restos de comida; el perro se lanza tras ellos tirando el candelabro al suelo y apagando, por consiguiente, la luz, momento en el que se produce el incesto entre todos los presentes.
Cada persecución fue diferente
Conviene subrayar dos hechos: uno es que cada persecución es diferente de las demás y no podemos juzgarlas a todas de la misma manera; la otra es que no ha habido persecución continuada, sino mezclada con tiempos de paz.
Y las noticias provienen de material pagano y cristiano: Tácito, Plinio, Trajano, las Apologías, las Actas de los mártires (que eran objeto de lectura pública y litúrgica), los escritos de algunos historiadores. El martirio fue visto enseguida desde su perspectiva de la más alta imitación de Jesucristo.
Violencia y hecho religioso
Pontificia Universidad Santa Croce, 'Las persecuciones romanas’, en AA.VV, “Violencia y hecho religioso” editado por José Carlos Martín de la Hoz (Rialp, 2025).