En una emotiva jornada marcada por la fe y la esperanza, el Papa León XIV saludó hoy a las decenas de miles de jóvenes peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro con motivo del Jubileo de la Juventud. En un mensaje pronunciado en varios idiomas, el Pontífice animó a los asistentes a vivir esta experiencia como un encuentro personal con Cristo.
“Espero que esta sea una oportunidad para que cada uno de ustedes encuentre a Cristo y sea fortalecido por Él en su fe y en su compromiso de seguirlo con integridad de vida”, expresó el Papa desde el balcón del Palacio Apostólico.
Jornada Mundial de los Abuelos: “No los dejemos solos”
En su intervención, el Santo Padre también recordó que este día coincide con la celebración de la quinta Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores, cuyo lema es: “Bienaventurados los que no han perdido la esperanza”. “No los dejemos solos, sino que forjemos con ellos un vínculo de amor y oración”, exhortó el Papa, destacando el valor de los mayores como “testigos de esperanza, capaces de mostrar el camino a las nuevas generaciones”.
Reflexión sobre el Padrenuestro
Antes del rezo del Ángelus, el Papa León XIV ofreció una profunda meditación sobre el Evangelio del día, centrado en el Padrenuestro (Lc 11,1-13). Recordó que esta oración une a todos los cristianos y revela el amor del Padre celestial. “El Señor nos escucha siempre cuando le rezamos”, afirmó, evocando la imagen del padre que se levanta en medio de la noche para ayudar, o del amigo que nunca cierra su puerta, como símbolos del amor incondicional de Dios.
Además, subrayó que la oración no sólo manifiesta la filiación divina, sino que también implica un compromiso concreto: “No se puede rezar a Dios como ‘Padre’ y después ser duros e insensibles con los demás. Es importante dejarse transformar por su bondad, por su paciencia, por su misericordia”, dijo, citando a los Padres de la Iglesia.
Una invitación a la oración confiada y al amor fraterno
La liturgia de este domingo, destacó el Papa, nos invita a vivir con la misma disposición y ternura con la que Dios nos ama. Concluyó invocando la intercesión de la Virgen María para que todos los fieles respondan a la llamada de amar como el Padre celestial: “Pidamos a María que sepamos manifestar la dulzura del rostro del Padre”.
Con estas palabras, el Papa León XIV selló una jornada de profunda espiritualidad, que unió a generaciones distintas bajo el signo de la esperanza, la oración y la fraternidad cristiana.