En una profunda reflexión que marca el centenario del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, el Papa León XIV ha publicado una Carta apostólica que reposiciona la arqueología cristiana como una disciplina esencial para comprender la fe y la misión evangelizadora de la Iglesia en el siglo XXI.
Un centenario que une dos jubileos de esperanza
La carta, fechada el 11 de diciembre de 2025, establece un paralelismo significativo entre el ’Jubileo de la paz’ de 1925 –convocado tras las heridas de la Primera Guerra Mundial– y el Jubileo actual, que busca “ofrecer horizontes de esperanza a la humanidad, atribulada por numerosas guerras”.
León XIV subraya que la arqueología “es un componente imprescindible de la interpretación del cristianismo y, por consiguiente, de la formación catequética y teológica”, alejándose de la percepción de ser “sólo una disciplina especializada, reservada a unos pocos expertos”.

La arqueología como “teología de los sentidos”
Uno de los conceptos más innovadores de la carta es la definición de la arqueología cristiana como una “teología de los sentidos”, que “educa en esta sensibilidad” y “enseña que nada de lo que ha sido tocado por la fe es insignificante”.
“No se puede comprender plenamente la teología cristiana sin la inteligencia de los lugares y las huellas materiales que dan testimonio de la fe de los primeros siglos”, afirma el Pontífice, citando las palabras del evangelista Juan: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida”.
Cambio paradigmático
Me parece que ésta es la idea más revolucionaria y trascendental de la carta apostólica de León XIV: el concepto de la arqueología cristiana como “escuela de encarnación” y “teología de los sentidos”. Se está proponiendo un cambio paradigmático en cómo se entiende el conocimiento teológico.
Tradicionalmente, la arqueología ha sido vista como una disciplina auxiliar, útil pero no esencial. El Papa, en este documento, la eleva al rango de componente imprescindible de la interpretación del cristianismo, equiparándola en importancia con la Escritura y la Tradición.
Una respuesta a la cultura del descarte
En un mundo donde “el uso y el consumo han prevalecido sobre la conservación y el respeto”, León XIV presenta la arqueología como «una escuela de sostenibilidad cultural y ecología espiritual. El Papa destaca que esta disciplina enseña que “incluso el más pequeño testimonio merece atención”, contrastando con la tendencia contemporánea al descarte.
“El arqueólogo no descarta nada, sino que conserva. No consume, sino que contempla. No destruye, sino que descifra”, explica, definiendo esta mirada como “paciente, precisa, respetuosa”, capaz de captar “en un trozo de cerámica, en una moneda corroída o en un grabado desgastado, el aliento de una época, el sentido de una fe y el silencio de una oración”.

Herramienta para la evangelización
León XIV conecta la arqueología cristiana con la misión evangelizadora hacia las periferias, tanto geográficas como existenciales. La disciplina puede ser “un poderoso instrumento de diálogo”, que contribuye a “tender puentes entre mundos distantes, entre culturas diferentes, entre generaciones”.
El Papa cita las palabras de Francisco sobre las catacumbas, donde “todo habla de esperanza”, recordando que estos lugares antiguos siguen siendo testimonio vivo de que “Dios había entrado realmente en la historia y que la fe no era una filosofía, sino un camino concreto en la carne del mundo”.
Un llamamiento a la formación académica
La carta hace un llamamiento específico a obispos y responsables de cultura y educación para que “animen a los jóvenes, laicos y sacerdotes a estudiar arqueología”, destacando las “muchas perspectivas formativas y profesionales” que ofrece.
León XIV también enfatiza la importancia de la colaboración entre las diferentes instituciones vaticanas dedicadas a la arqueología: “La Pontificia Academia Romana de Arqueología, la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada, la Pontificia Academia Cultorum Martyrum, el Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana: cada una con su especificidad, todas comparten una misma misión”.
La arqueología como “memoria viva”
El documento concluye con una reflexión sobre el papel de la memoria en tiempos de cambio acelerado. “La verdadera arqueología cristiana no es conservación estéril, sino memoria viva”, afirma León XIV. “Es la capacidad de hacer que el pasado hable al presente. Es sabiduría para discernir lo que el Espíritu Santo ha suscitado en la historia”.
Para el Pontífice, quien conoce su propia historia «sabe quién es, sabe adónde ir, sabe de quién es hijo y a qué esperanza está llamado”. En este sentido, la arqueología cristiana se convierte en “un ministerio de esperanza” que muestra cómo “el Evangelio siempre ha tenido una fuerza generativa.»
Un legado para el futuro
Con esta carta apostólica, León XIV no solo celebra el centenario de una institución, sino que redefine el papel de la arqueología cristiana en el mundo contemporáneo. La disciplina emerge no como un ejercicio nostálgico, sino como una herramienta viva para la comprensión de la fe, la formación teológica y la misión evangelizadora de la Iglesia en el siglo XXI.
La carta concluye con una bendición que encapsula el espíritu del documento: “Que los inspire la luz del Espíritu Santo, que es memoria viva y creatividad inagotable. Y que los proteja la Virgen María, que supo meditar todo en su corazón, uniendo el pasado y el futuro en la mirada de la fe”.
Doctor en Derecho Canónico



