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Ser católico en los Emiratos Árabes Unidos

En Dubái se reparten más de 200.000 comuniones al mes, y en Abu Dhabi miles de fieles llenan la iglesia de San José cada semana: en pleno corazón del mundo musulmán, la fe católica no solo resiste, sino que florece con fuerza inesperada.

Teresa Aguado Peña·10 de noviembre de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

Oriente Medio, cuna de las tres grandes religiones monoteístas, está hoy profundamente marcado por la presencia musulmana, que domina la vida cultural, social y política en países como Emiratos Árabes Unidos, Qatar o Arabia Saudí. En este contexto, la presencia cristiana puede parecer frágil: la mayoría de los católicos son expatriados, lejos de su tierra, con expresiones públicas de fe limitadas.

Sin embargo, contra todo pronóstico, templos como la catedral de San José en Abu Dhabi o Santa María en Dubái se han convertido en faros de fe y vida comunitaria. Misas en múltiples idiomas, grupos de oración, catequesis y actividades solidarias convierten estas iglesias en auténticos mosaicos de culturas unidas por la misma fe.

La presencia de la Iglesia católica en la península arábiga se organiza de manera singular debido a la diversidad cultural y a la mayoría musulmana de la región. Los Emiratos Árabes Unidos, Omán y Yemen forman parte del Vicariato Apostólico del Sur de Arabia, mientras que Kuwait, Bahréin, Qatar y Arabia Saudí pertenecen al Vicariato Apostólico del Norte de Arabia. Estas circunscripciones, erigidas por la Santa Sede, permiten atender a las comunidades católicas, compuestas casi en su totalidad por migrantes y expatriados, en países donde la fe cristiana es minoritaria.

El vicariato del Sur de Arabia, con sede en Abu Dhabi, está confiado a los capuchinos de la Provincia de Florencia y tiene como pastor a Monseñor Paolo Martinelli, OFM Cap., nombrado por el Papa Francisco en 2022. Por su parte, la presencia diplomática de la Santa Sede en la región recae en el nuncio apostólico para la Península Arábiga, Monseñor Christophe Zakhia El-Kassis, cuya sede también se encuentra en Abu Dhabi. Su papel es servir de vínculo entre la Iglesia local y el Vaticano y acompañar a las comunidades en el respeto a la libertad religiosa.

Como destacaba el obispo Martinelli a los medios del Vaticano el pasado 6 de octubre,“La nuestra es una Iglesia de migrantes. Todos nuestros fieles provienen de distintos países y culturas, y eso hace que nuestro vicariato sea verdaderamente universal. Ser migrantes aquí nos convierte en misioneros en la vida cotidiana: mostramos nuestra fe en la familia, en el trabajo y en las relaciones sociales, sin necesidad de proselitismo”.

Aunque el Islam es la religión oficial de los Emiratos Árabes Unidos, el gobierno permite la libertad de culto para las religiones no musulmanas, y hay templos e iglesias (católicas, protestantes, ortodoxas, etc.) y una sinagoga. De hecho, el gobierno ha legalizado y reconocido centros de culto no islámicos y ha promovido activamente la coexistencia religiosa (estableciendo un Ministerio de Tolerancia y promoviendo la Declaración de Abu Dhabi sobre Fraternidad Humana). En este contexto, Dubái y Abu Dhabi se han convertido en centros donde los católicos pueden practicar su fe de manera abierta.

La fe en Abu Dhabi

En Abu Dhabi hay alrededor de 9 iglesias católicas y se estima que los católicos representan entre el 8 % y el 9 % de la población en Emiratos Árabes Unidos, aunque las cifras varían por la naturaleza cambiante de la población expatriada. Allí destaca la parroquia de San José, que se ha convertido en un verdadero hogar espiritual para los católicos expatriados que viven en el corazón de un país musulmán. Con cerca de 80.000 feligreses, esta comunidad multicultural celebra Misas en hasta catorce idiomas, reflejando la diversidad de sus miembros, que provienen principalmente de India, Filipinas, Sri Lanka y países hispanohablantes. 

Alexander Rodríguez, un aviador laico que ayuda en la parroquia coordinando las catequesis de la comunidad hispana, recuerda cómo, desde su llegada en 2022, encontró en San José un espacio de acogida y crecimiento espiritual, donde la fe se vive intensamente a través de catequesis, voluntariado, formación doctrinal y actividades caritativas.

La parroquia es intensamente activa, la evolución es constante. Cada año hay nuevas actividades, nuevas comunidades que se integran. La última que he visto crecer mucho es la de Sri Lanka”, explica Alexander. Su propio compromiso lo llevó a coordinar la comunidad de habla hispana, que reúne a unas 300 personas entre feligreses, catequistas y familias. “Al principio éramos pocos, pero poco a poco hemos ido sumando monaguillos, ayudantes y más voluntarios”, cuenta con entusiasmo. Alexander destaca el carisma del párroco, el padre Chito, y del obispo Paolo Martinelli, quienes —dice— “han sabido crear un ambiente de acogida y cercanía”.

Vivir la fe en un país musulmán, asegura, ha sido una experiencia de libertad y respeto. “En 2023 la casa de la familia abrahámica de los Emiratos Árabes Unidos abrió sus puertas a una reunión intrareligiosa en la que católicos, musulmanes y judíos celebraron sus primeras ceremonias en el centro multiconfesional deseado por el Papa Francisco y el Gran Imán de al-Azhar, Ahmed el-Tayeb como símbolo de fraternidad entre religiones. Es un país muy civilizado, que protege la libertad de culto”

Sin embargo, las tradiciones se adaptan al contexto local. Aunque la práctica privada de otras religiones está permitida, el proselitismo (predicar o tratar de convertir a musulmanes) generalmente está prohibido. Además, la práctica religiosa no musulmana suele estar permitida principalmente dentro de los recintos de las iglesias o templos designados. No obstante, se ha permitido la celebración pública de grandes eventos como una Misa al aire libre oficiada por el Papa Francisco en 2019. Alexander comenta que las procesiones públicas, tan comunes en América Latina o España, se realizan dentro de las capillas: “Aquí la fe se vive de una manera más interior, más privada, pero eso no la hace menos intensa. Nunca he sentido que se me limite por ser católico”, afirma. 

La religiosidad en Abu Dhabi, como en el resto de Emiratos Árabes Unidos, se vive con intensidad, pero también con prudencia. Aunque la libertad de culto está reconocida, el sistema legal se basa en el derecho islámico (Sharia), lo cual puede impactar en ciertos aspectos como el matrimonio, la herencia y el código penal. Sin embargo, en los últimos años se han introducido reformas para modernizar las leyes, especialmente para los residentes no musulmanes. Además, se vigila que la religión “no sea instrumentalizada” o se utilice para justificar la violencia, el extremismo o el odio, condenando el uso del nombre de Dios para esos fines. En este contexto, los fieles han aprendido a expresar su fe con sencillez, profundidad y respeto por el entorno.

Las únicas dos parroquias en Dubái

En Dubái, ciudad símbolo del lujo, la modernidad y la multiculturalidad, solo hay dos parroquias católicas oficialmente reconocidas, ambas ubicadas en zonas cercanas entre sí y rodeadas de mezquitas, reflejo de la realidad religiosa dominante del país. Se trata de la iglesia de Santa María y la iglesia de San Francisco de Asís, auténticos pulmones espirituales para cientos de miles de católicos residentes en la ciudad.

Santa María, construida en 1967 gracias a una donación del entonces gobernante Sheikh Rashid bin Saeed Al Maktoum, es una de las parroquias más grandes y activas del mundo. Atiende a una comunidad de más de 300.000 fieles procedentes de países como Filipinas, India, Líbano, Sri Lanka, Sudán del Sur, Nigeria o Colombia. El templo cuenta con 15 sacerdotes permanentes, además de decenas de catequistas y voluntarios laicos. Las Misas se celebran en inglés, tagalo, tamil, konkani, francés, español y otros idiomas, en horarios que comienzan antes del amanecer y se extienden hasta la noche, especialmente los fines de semana (que en Dubái son el viernes y el sábado).

Cada semana se reparten aproximadamente 51.000 comuniones, según estimaciones de la propia parroquia, lo que eleva el total mensual a unas 200.000. Este número refleja no solo la afluencia masiva, sino también la vivencia seria de la fe entre los fieles, que muchas veces deben organizarse con antelación para poder asistir. Un feligrés, que vive allí desde hace tres años, cuenta que para estar puntualmente en Misa debe llegar con 40 minutos de antelación para poder aparcar, especialmente los domingos por la tarde. “La zona se llena, hay tráfico por todas partes, y cuesta encontrar aparcamiento. Pero todos lo asumimos como parte de nuestra vivencia de fe. Se nota que aquí la gente viene con hambre de Dios, con una fe real, sin postureos”.

Por su parte, la iglesia de San Francisco de Asís, ubicada en la zona de Jebel Ali, fue inaugurada en 2001 para atender al creciente número de católicos en la zona sur de Dubái. Aunque es más pequeña que Santa María, también ofrece una intensa actividad pastoral, con Misas diarias en varios idiomas, sacramentos, grupos de jóvenes, retiros y voluntariado social. Su construcción fue posible gracias a la cesión del terreno por parte del gobierno local, en otro gesto significativo de apertura religiosa.

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