«Me escribes: «Padre, tengo… dolor de muelas en el corazón». —No lo tomo a chacota, porque entiendo que te hace falta un buen dentista que te haga unas extracciones. ¡Si te dejaras!…» (punto 166). Cuando un joven lector del siglo XXI lee un sencillo punto de Camino como este puede no entender del todo su significado, pues la palabra «chacota» es completamente ajena al lector actual.
También podría quedar sorprendido al encontrar expresiones como “santa intransigencia”, “santa coacción”, “santa desvergüenza”, “santa ambición”, “santa irreverencia” o el llamado a «obedecer ciegamente al superior«. Estas frases de Camino pueden entenderse en clave benigna, como recursos retóricos enfáticos, si uno presupone un buen concepto del autor o contrasta esas ideas con otros pasajes de las obra o de las demás libros de san Josemaría. Sin embargo, una lectura aislada y descontextualizada de estos términos podría prestarse a equívocos.
¿Por qué una nueva edición comentada?
Aunque ya existía una edición crítica de referencia —la de Pedro Rodríguez, publicada en 2002, centrada en la génesis literaria e histórica del texto—, se hacía necesaria una versión que ayudase al lector del siglo XXI a entender expresiones, giros y referencias culturales que han quedado anticuados o se han cargado de matices imprevistos con el paso del tiempo.
Expresiones como “una moneda de cinco duros” carecen de sentido para quienes nunca conocieron esa moneda. Lo mismo ocurre con metáforas, refranes o comparaciones que remiten a un mundo que para muchos es desconocido. Algunas palabras directamente no se entienden, como por ejemplo «vayas» (en el sentido de mofarse, cfr. punto 69).
El reto al que se enfrenta el lector contemporáneo de Camino no es solo lingüístico, también es semántico. Algunas palabras han adquirido nuevas connotaciones. «Caudillo», por ejemplo, ha adquirido unos matices muy distintos al que quiso darle el autor.
Y podrían ponerse muchos ejemplos. La palabra proselitismo hoy suele suscitar suspicacias o interpretarse en un sentido negativo, mientras que en su contexto original se entendía de manera adecuada y positiva.
El mismo desafío que Shakespeare
Lo que le ocurre al lector actual de Camino es muy parecido a lo que experimenta un lector inglés cuando se enfrenta a Shakespeare: el idioma le resulta cada vez más arcaico, muchas expresiones le suenan extrañas o incomprensibles, y necesita notas aclaratorias para captar el sentido. Lo mismo que sucede a un hispanohablante cuando lee a Cervantes.
Esto no ocurre con las traducciones de Camino, pues al verterse a otros idiomas, los editores actualizan el vocabulario y hacen comprensible el mensaje al lector moderno. De igual modo les ocurre a los lectores que leen a Shakespeare en un idioma distinto del original. El texto castellano de Camino, en cambio, ha permanecido inalterado, de modo que hoy suena en ocasiones como un castellano “antiguo”, incluso para los propios españoles.
Referencias históricas y culturales
A ello se suman referencias históricas muy concretas a de la historia de España que pueden desconcertar, especialmente a lectores de otros países. San Josemaría alude, por ejemplo, a Lepanto o a las Navas de Tolosa: la primera batalla es más conocida, la segunda mucho menos, y ambas requieren de un contexto cultural que ya no se da por supuesto.
También hay conceptos del acervo cristiano tradicional que hoy resultan oscuros para el lector medio: expresiones como mortificación, examen particular o las locuciones en latín, que eran familiares en la primera mitad del siglo XX, ahora apenas se comprenden.
El valor de esta edición
En definitiva, Camino es un libro escrito hace casi cien años, en un contexto marcado por la Guerra Civil española, por un fuerte componente religioso y por un clima cultural muy distinto al de la sensibilidad contemporánea, marcada por lo políticamente correcto y la sensibilidad woke. Este desfase temporal hace que ciertas frases puedan sonar de un modo muy diferente a como sonaban entonces, e incluso correr el riesgo de ser malinterpretadas.
La edición comentada de Fidel Sebastián no cambia ni una sola palabra del texto original: mantiene intacta la obra de San Josemaría. El autor ha tenido el acierto de mantener el lenguaje original de los puntos en castellano y lo que aporta son numerosas notas al pie de página que ocupan más de la mitad del volumen, explicando vocabulario, refranes, metáforas, referencias históricas y conceptos teológicos. Es, en cierto modo, un puente entre el lenguaje y la mentalidad de 1939 y el lector de 2025.
Actualidad de Camino
Con más de cinco millones de ejemplares vendidos, traducido a decenas de idiomas y con más de quinientas ediciones en circulación, Camino es sin duda el libro más conocido de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Publicado por primera vez en 1939, se ha convertido en un clásico de la espiritualidad cristiana contemporánea y en el cuarto libro en español más traducido de la historia. Su influencia se mantiene viva: este mismo año, la aplicación católica Hallow, muy popular en Estados Unidos, lo recomendó para vivir la Cuaresma, llegando a situarse durante varias semanas entre los libros religiosos más vendidos del país. Un signo claro de que la obra mantiene su actualidad espiritual.
En este marco se inscribe la aparición de la edición número 100 de Camino, que no es solo un hito numérico, sino una apuesta editorial por actualizar la comprensión de un texto que cumple casi un siglo de vida. La novedad está en que se trata de una edición comentada a cargo del filólogo Fidel Sebastián Mediavilla, experto en literatura del Siglo de Oro español.
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