Bob Welch es un escritor, columnista, orador y antiguo profesor adjunto de periodismo en la Universidad de Oregón en Eugene. En 2012 publicó el libro “52 Little Lessons from It´s a Wonderful Life” donde extrae una lección semanal para todo el año de la inmortal película que estrenó en 1946 Frank Capra (1897-1991). Vale la pena el libro y conocer esas 52 lecciones, que paso a enunciar como aperitivo en este artículo.
- Dios honra nuestra “fe infantil”: “Sí, pero tiene la candorosa fe de un niño” (el ángel Franklin).
- Los desvalidos importan: “Recuerde esto, señor Potter: esa chusma de la que usted habla… trabaja, paga, vive y muere en esta comunidad” (George Bailey).
- A veces solo tienes que bailar: “¿Recuerdas a mi hermana pequeña Mary? ¿podrías bailar con ella?” (Marty Hatch).
- Al mundo le importas: “Es curioso, ¿verdad? La vida de cada hombre afecta a muchas otras vidas, y cuando él no está deja un terrible vacío, ¿no es cierto?” (Clarence).
- La autocompasión distorsiona nuestra visión: “Ojalá no hubiera nacido” (George Bailey).
- Las más grandes aventuras de la vida dependen de las personas, no de los lugares ni de las cosas: “¡Zuzu! ¡Zuzu! ¡Mi muñequita!” (George Bailey).
- No puedes huir de tus problemas: “No mires ahora, pero está ocurriendo algo extraño en el banco, George. En realidad, nunca he visto uno, pero tiene toda la pinta de ser un pánico bancario” (Ernie el taxista).
- Pedir consejo es de sabios: ”Cartel de cigarrillos Sweet Caporal en la tienda de Gower, en el que repara George mientras se plantea qué hacer al advertir que el señor Gower, en su aflicción, ha puesto veneno en un frasco de cápsulas que él debe entregar”.
- Detente para dar gracias por lo que tienes: “¡Pan! Para que esta casa no conozca nunca el hambre. ¡Sal! Para que la vida tenga siempre sabor” (Mary, en la inauguración de la nueva casa de los Martini en Bailey Park). “¡Y vino! Para que reinen para siempre la alegría y la prosperidad” (George, sumándose a la bendición de Mary en la casa de los Martini).
- No hay impacto sin contacto: “Si vas a ayudar a un hombre, necesitas saber algo sobre él, ¿no crees?” (Joseph).
- Cuando te critican, considera la fuente: “Entonces supongo que debería dar (el dinero) a miserables fracasados como usted y ese idiota de su hermano para que lo despilfarren” (el señor Potter).
- Encuentra tu propia Bedford Falls dondequiera que vivas: “¿Nostalgia? ¿De Bedford Falls?” (George a Mary). “Sí” (Mary).
- Es inútil intentar no ser menos que el vecino: “Papá, nuestros vecinos los Brown tienen un coche nuevo. Deberías verlo” (Pete Bailey).
- Todo cambia con la perspectiva: “¡Oh, mira esta maravillosa casa vieja y llena de corrientes de aire! ¡Mary! ¡Mary!” (George Bailey).
- La oración lo cambia todo: “Yo soy la respuesta a tu oración. Por eso me han enviado aquí abajo” (el ángel Clarence, después de que George le diga: “He recibido un puñetazo en la mandíbula en respuesta a mi oración”).
- Deléitate con los logros ajenos: “Muy celoso. Muy celoso. Tan celoso que no cabe en su gozo” (Billy a Henry Potter a propósito de la reacción de George a la noticia de que Harry ha recibido la “medalla de honor al Congreso”).
- No esperes a decirle a alguien que te importa: “Papá, ¿quieres saber una cosa? Creo que eres un tipo extraordinario” (George a su padre durante la cena).
- Todo viaje tiene un destino secreto: “Voy a ver mundo. Italia, Grecia, el Partenón…, el Coliseo. Después volveré aquí e iré a la universidad para ver lo que saben… y luego construiré cosas…” (George Bailey).
- No busques lo que es, sino lo que puede ser: “Este viejo lugar es muy romántico. Me encantaría vivir aquí” (Mary, la noche que George y ella tiran piedras y piden deseos en el viejo caserón de los Granville).
- Es ayudando a otros como nos ayudamos a nosotros mismos: “Si lograra cumplir esta misión, ¿podría tal vez ganarme las alas?” (Clarence a Franklin).
- La vida no es un camino de rosas: “¿Por qué hemos tenido que vivir aquí en… esta vieja y miserable ciudad de mala muerte?” (George Bailey).
- Hace falta un pueblo entero para educar a un niño: “No son mis hijos” (el señor Potter). “Pero son los hijos de alguien” (Peter Bailey).
- Las vidas discretas pueden causar mayor impacto: “¿Sabes una cosa, George? Creo que, de una forma modesta, estamos haciendo algo importante. Satisfaciendo una necesidad fundamental. Es una aspiración arraigada en el hombre tener su propio techo, sus paredes y su chimenea, y nosotros los ayudamos a conseguir esas cosas en nuestra ‘pequeña y destartalada oficina’” (Peter Bailey).
- Ningún hombre es una isla: “Podemos superar este trance, pero tenemos que permanecer unidos. Hemos de tener fe los unos en los otros” (George Bailey).
- El mayor regalo de Dios es la vida: “Esta noche, exactamente a las diez cuarenta y cinco, hora de la tierra, ese hombre estará pensando seriamente en echar a perder el mayor regalo de Dios” (voz de Franklin). “¡Santo cielo, su vida!” (voz de Clarence).
- El mayor regalo que puedes hacer es la gracia: “¿Y tú, Ed, recuerdas cuando las cosas no te iban muy bien y no podías hacer frente a tus pagos? No perdiste tu casa, ¿verdad? ¿Crees que Potter te habría permitido conservarla?” (George Bailey)
- Hay mucho que decir a favor de los compromisos a largo plazo: “George Bailey, te amaré hasta el día que me muera” (May Bailey de niña en la tienda de helados y refrescos).
- Obras son amores, y no buenas razones: “Mi oficina ha dado instrucciones para adelantarte hasta veinticinco mil dólares” (Telegrama de Sam Wainwright).
- Busca lo mejor en las personas: “Aquí tienes, estás sin blanca, ¿verdad?” (George, mientras busca dinero en su bolsillo para dárselo a Violet Bick).
- La venganza no es cosa nuestra, dice el Señor: “¿Qué te ocurre, Otelo?, ¿estás celoso? ¿Sabías que hay una piscina debajo de esta pista? ¿Y sabías que el botón que tienes detrás hace que se abra el suelo? ¿Y sabías que George Bailey está bailando justamente donde se abre? ¿Y que yo tengo la llave?” (Mickey a Freddie, en el baile del instituto, después de que George interrumpa el baile de este último con Mary).
- Nadie es perfecto…, lo cual nos conduce a la gracia: “Harry Bailey, 1911-1919” (la inexacta duración de la vida de Harry Bailey, en su lápida, en el mundo sin George de Clarence).
- La esencia de la vida son las relaciones: “George, soy un hombre viejo y la mayoría de las personas me odian. Pero a mí tampoco me gustan ellas” (el viejo Potter).
- Lo que desencadena el auténtico cambio es la auténtica humildad: “Ayúdame, Clarence. Devuélveme… Por favor, Dios mío, déjame vivir otra vez” (George, tras regresar al presente).
- La fama no equivale al éxito, ni el anonimato al fracaso: “No apto para el servicio por causa de su oído, George libró la batalla de Bedford Falls… Vigilante antiáreo… Recogida de papeles…, de restos…, de neumáticos…” (Joseph describiendo las prosaicas funciones de George durante la guerra).
- La amargura se vuelve contra la persona amargada: “Frustrado y enfermo” (Descripción de Potter por Peter Bailey).
- La vida sencilla nos ayuda a apreciar lo más significativo: “Aquí nunca cambia nadie, ya lo sabes” (el tío Billy a Harry cuando su sobrino le dice en la estación de tren: “Tío Billy, no has cambiado nada”).
- Los ideales elevados son un afán honorable: “¡A mi parecer murió siendo un hombre mucho más rico de lo que usted jamás será!” (George Bailey a Potter, a propósito de su padre, Peter Bailey).
- Los sueños perdidos pueden ser oportunidades halladas: “Ojalá tuviera un millón de dólares… ¡Perrito caliente!” (George, mientras prueba el anticuado encendedor de puros en la tienda de Gower).
- No es oro todo lo que reluce: “Oh, sí, George Bailey, cuyo barco acaba de llegar a puerto, suponiendo que sea lo bastante listo para subir a bordo” (el señor Potter).
- La gente responde a los ejemplos honorables: “¿Por qué no acudes a la chusma… y le pides ocho mil dólares?” (el señor Potter a George, tras la desaparición del dinero).
- La ayuda a los otros requiere sacrificio: “Aquel día George le salvó la vida a su hermano. Pero cogió un mal resfriado que le infectó el oído izquierdo por el que ya no volvería a oír” (el ángel Joseph).
- Busca amigos que saquen lo mejor de ti: “Mary es una buena chica…, la clase de chica que te ayudará a encontrar las respuestas, George” (la madre de George).
- La desesperación puede ser un catalizador para las cosas grandes: “¿Cuánto quieren?” (Mary Bailey recién casada, ofreciendo un fajo de billetes del regalo de boda a los desesperados clientes de la compañía de empréstitos).
- Existen los milagros: “¡George, es un milagro! ¡Es un milagro!” (Mary, mientras se prepara para la llegada de los ciudadanos con sus “ofrendas”).
- La edad es irrelevante; tu forma de vivir no: “¡Ay, qué desperdicio de juventud!” (el hombre del porche que cree que George debería besar a Mary “en lugar de matarla de aburrimiento con tanta charla”).
- Las personas más ricas de la ciudad podrían tener poco dinero: “Un brindis… por mi hermano mayor George. ¡El hombre más rico de la ciudad!” (Harry Bailey).
- El mundo necesita más monsergas sentimentales: “¡Monsergas sentimentales!” (el viejo Potter).
- Presta atención a la tarea que te ocupa: “¿Y te guardaste el sobre en el bolsillo?” (George) “Sí… sí… quizás… quizás” (el tío Billy).
- Las personas pueden cambiar: “¿George Bailey? ¿Qué es lo que quiere?” (la irascible madre de Mary, la señora Hatch, al enterarse que George ha ido a ver a su hija).
- Al entrar en el mundo de un niño se expande tu mundo: “Papá, ¿me arreglas mi flor?” (Zuzu a su padre, George).
- Algunas flores tardan en florecer: “Tan afectada que raya en el lenguaje infantil” (una reseña en el New Yorker cuando se estrenó la película).
- Las revisiones de la vida fortalecen el guión: “Padre nuestro que estás en los cielos…” (el tío Billy, en la culminante escena final, tal como Capra la escribió originalmente).