Firmas invitadasLillian Calm

Aborto en Chile, como en las laderas de Japón

Quienes debaten sobre el aborto en Chile tienen que empezar a pensar también en el síndrome post-aborto que van a sufrir muchas mujeres.

3 de junio de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
Aborto Japón

Estatuillas de Japón que representan a los niños abortados

No entiendo nada de nada. Ayer me senté frente al televisor para oír a conciencia la última cuenta pública anual del presidente de Chile Gabriel Boric. Saliéndose de contexto, saludó a su hija primogénita Violeta, que debe nacer antes del 15 de junio. Pero, acto seguido, pidió a los parlamentarios que no se nieguen a un proyecto de ley que termina con la ilegalidad y despenalización del aborto.

No pude llegar hasta el final de sus declaraciones porque mientras recordaba que en Chile se busca fijar un plazo legal para la interrupción libre del embarazo a las 14 semanas, mi mente, de pronto, se fue al Japón.

El aborto en Japón

Curiosos los vaivenes de la memoria. Jamás he ido al Oriente, pero aterricé vertiginosamente en una de sus laderas. Más bien en uno de los capítulos del libro “Los cerezos en flor”, escrito por el español José Miguel Cejas. En sus páginas sobre Japón, este autor cita a Shoji Tateishi, pediatra que dirige una pequeña clínica en Kioto. Señala que allá, al igual que en las sociedades occidentales, hay médicos que cuando descubren una malformación en el niño por nacer, solo sugieren el aborto.

Y explica Tateishi: “Esto no significa que todos los médicos japoneses sean abortistas, pero a muchos les faltan convicciones firmes…”, y algunos piensan “que el niño mientras permanece en el seno materno, no es un ser humano”. Agrega que “esto además de ser falso, se opone a nuestras raíces culturales, porque tanto el budismo como el sintoísmo consideran al ‘nasciturus’ -término latino que significa ‘(el que) va a nacer’- como un ser humano”.

Luego le relata que cerca de su clínica, en una ladera, hay un templo budista que “no es uno de esos lugares famosos que suelen visitar los turistas cuando vienen a Kioto”. Es un lugar sencillo “con cientos de imágenes pequeñitas. Estas estatuillas representan a los ‘niños de las aguas’, es decir, a los niños que fueron arrancados violentamente del seno materno por medio del aborto”.

El trauma del aborto

El pediatra japonés agrega que ahí acuden muchas mujeres jóvenes y mayores para procurar liberarse (nunca se consigue), por medio de la oración, del trauma psíquico de haber abortado.

“En la entrada hay un cartel budista que les recuerda que deben pedir perdón y orar por esos niños a los que negaron la posibilidad de vivir”, comenta.

Sigue un párrafo desgarrador: “En otros templos, las mujeres inscriben sus nombres en las estatuillas (que representan a sus hijos abortados), las visten con ropas de bebé, y les llevan juguetes y dulces para intentar aliviar sus sufrimientos”.

Esos son los sufrimientos de las madres, sufrimientos que “nunca cicatrizan”, dice Shoji Tateishi.

Es el llamado síndrome post-aborto.

Los «niños de las aguas» de Chile

Es imperativo que, en Chile, una ley de aborto como la que se propone deba incluir el presupuesto para adquirir un gran terreno, una ladera quizás, donde puedan levantarse “cientos de imágenes pequeñitas. Esas estatuillas que representan a los ‘niños de las aguas’, es decir, a los niños que fueron arrancados violentamente del seno materno por medio del aborto”.

Allá, tal vez, sus madres podrán llevarles simbólicamente -porque esos seres irrepetibles ya no vivirán- globos, juguetes, dulces (como lo hacen en otros países) y, tal vez, ello les permita paliar aunque sea en una medida ínfima ese trauma post-aborto que las perseguirá por siempre… porque tampoco esas madres de esos niños chilenos nunca encontrarán consuelo.

El autorLillian Calm

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