Expresar tus ideas puede ser peligroso

Un análisis sobre cómo la polarización y el odio han reemplazado al diálogo. La coherencia en nuestras ideas y la escucha activa pueden reconstruir la convivencia y el respeto mutuo.

2 de octubre de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos
ideas

©Daniel Lonn

Vivimos tiempos convulsos donde el odio, explícito o camuflado, campa a sus anchas en defensa o adhesión a las ideologías, como nos muestran varios episodios a lo largo y ancho del globo terráqueo. Parece que tener ideas, da igual las que sean: políticas -de derechas o izquierdas, extremas o no-, religiosas, sociales,… o de lo que se tercie; están por encima del respeto a la dignidad de la persona y justifican todo: la violencia, los insultos, las vejaciones,… Cuando, tener una opinión fundada no debería ser motivo para discutir con los amigos, la familia o los compañeros, sino todo lo contrario, motivo para entablar una conversación donde se lleve a cabo, de manera respetuosa, el ejercicio de entender mejor las ideas del otro. 

En cambio, esta otra actitud agresiva, está a flor de piel y es muestra elocuente de que sucede en todo occidente, porque estamos en un momento de gran polarización mundial, alimentada por unos pocos de ideologías opuestas, que ha llevado a la crispación y a convertirse en el gran vehículo que fomenta el odio entre personas moderadas, que hasta hace poco se entendían. En el top de países más afectados están España, Argentina, Colombia, Estados Unidos, Sudáfrica y Suecia. Esta atomización es impulsada por cajas de resonancia en RRSS que impulsan y justifican las ideas de cada uno, que llevan a cancelar las de los otros y no a buscar un diálogo. 

El Caso Charlie Kirk

Por parte de algunos, el fallecimiento de Charlie Kirk, queda “justificado” diciendo que se lo tenía merecido por las ideas “ultras” que defendía. Por eso las muestras de “alegría”, “humor” o celebración por su fallecimiento (algo reprobable, se tenga el pensamiento que se tenga), quedan “permitidas”, porque algunas cosas que ha dicho son “inaceptables». Esto lleva a nublar u ocultar en el debate público su actitud dialogante ejemplar, como si no hubiera contado eso. Cuando es, quizá, su principal contribución a occidente: recordar que la libertad de expresión está para ser usada, buscando aunar posiciones mediante un intercambio de ideas, dialogando pacíficamente.

Ahora bien, ya se ve que es pronto para que este mensaje haya calado entre los que no piensan como él, porque un asesinato no tiene justificación alguna. Ni entre los que comparten gran parte de sus ideas, porque muchos han cancelado, cuando antes eran cancelados, por expresar sus ideas. Como por ejemplo ha hecho la cadena ABC, suspendiendo «indefinidamente» la emisión del programa de Jimmy Kimmel por sus comentarios sobre el asesinato de Kirk.

Esto ha pasado con más personas que han sido despedidas de su trabajo, por expresar su odio en redes sociales. Hasta hace poco era el «wokismo» el que cancelaba por no tener sus mismas ideas, ahora es una “herramienta” de uso universal. Este modo de reaccionar en ambos casos no es el deseable, porque expresar odio muestra quién es esa persona, pero no implica que no puedan expresarse libremente. El mismo Kirk nos dio ejemplo de cómo actuar ante esta situación. En su búsqueda de lo moral o correcto, podría tener pensamientos más o menos acertados bajo tu modo de ver, lector, o el mío. Pero su afán era el de aprender, pensar y dialogar para construir una cultura común que establezca unas bases para unir y no para lo contrario, separar o polarizar. 

Diálogo como herramienta

En esta línea de búsqueda de puntos comunes, acuerdos y aunar ideas, es de agradecer el diálogo que organizó la Universidad de Comillas el pasado 17 de septiembre, entre Salvador Illa, presidente de la Generalitat de Cataluña, y Monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, que versaba sobre el valor del diálogo como herramienta de convivencia. Illa decía: “Dialogar implica reconocer a la otra persona, escuchar activamente y buscar un espacio común, aunque no siempre se llegue a acuerdos” algo necesario en los tiempos que vivimos. Argüello defendió la “polaridad” como manera legitimación de mostrar la diversidad, en contra de “La polarización como estrategia electoral crece porque no se valora la diferencia”.

Por eso, tener  ideas auténticas, supone vivirlas y esa coherencia se muestra en nuestro actuar. Según como nos comportemos, mostraremos nuestra consistencia ética, la utilidad de nuestras ideas y el respeto a los demás. Nuestra incoherencia es un impedimento para el diálogo, en cambio su vivencia es el “mejor embajador” para mostrar aquello que pensamos que es mejor para nosotros y nuestra sociedad. Después, junto a la escucha y al diálogo, facilitaremos una cultura que facilite el encuentro.

El autorÁlvaro Gil Ruiz

Profesor y colaborador habitual de Vozpópuli.

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