Reconozco que no me apetecía nada ir a verlo. El aborto es un tema incómodo, cuya realidad es más llevadera si permanece oculta. Preferimos no hablar de ello, no mirar demasiado. No es agradable pensar que el año pasado 106.000 mujeres acudieron a una clínica con miedo e incertidumbre. Es verdad que no todas lo consideran una experiencia traumática. Sin embargo, a muchas otras mujeres sí les sucede. Y lo más duro es que cada vez son más silenciadas y canceladas, porque en nuestra sociedad no queremos pensar que exista un “síndrome post-aborto”.
Por esta razón, «Heridos» es un documental que muestra una verdad incómoda y precisamente por eso merece la pena verlo y darlo a conocer.
Se habla mucho del aborto como un derecho de la mujer, pero nunca se aborda con valentía lo que puede quedar después: el dolor, la culpa, el silencio, el “qué hubiera sido si…”. Ese eco interior que en muchas mujeres no desaparece. «Heridos» da voz a ese eco, el llamado “síndrome post-aborto” que muchos tratan de negar.
Y lo hace con un tacto exquisito. «Heridos» no es un arma arrojadiza contra nadie. No busca señalar, polarizar o levantar trincheras. Es pura delicadeza visual y narrativa. No hay acusaciones, hay miradas. No hay discursos, hay rostros. No hay propaganda, hay humanidad.
Sus cuatro testimonios —tres mujeres que abortaron y un hombre cuya pareja lo hizo— son sobrecogedores. Están escogidos con mucho acierto para mostrar situaciones muy variadas.
Lo duro no está en las imágenes, sino en las palabras. Pero, al mismo tiempo, hay algo profundamente luminoso en todo el relato: la posibilidad de sanar. Las protagonistas han encontrado la paz y la reconciliación gracias a la fe cristiana, que atraviesa todo el documental como un hilo de redención y esperanza.
Salí del cine en silencio. No con el peso de la tristeza, sino con una serenidad inquieta, como quien ha visto algo verdadero y no sabe muy bien qué hacer con esa información. Pensé que quizá necesitamos hablar más de estas cosas. O, al menos, dejar de esconderlas.
Por eso quiero recomendarlo sinceramente. Vale la pena verlo —especialmente si tienes algún amigo, familiar o conocido con quien has discrepado sobre el aborto, o quizá del que sospechas que lleva dentro una herida no resuelta—. Verlo juntos puede ser un punto de partida para una buena conversación.
«Heridos» tiene muchas virtudes, pero quedará, sobre todo, como un punto de luz que mostró a muchos que el síndrome post-aborto existe, y que es posible sanarlo.
Redactor de Omnes. Anteriormente ha sido colaborador en diversos medios y profesor de Filosofía de Bachillerato durante 18 años.




