El Informe 2024 de Vigilancia Epidemiológica de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III en colaboración con el Ministerio de Sanidad, confirma una tendencia que preocupa a los expertos: las ITS siguen creciendo de forma constante en España.
Durante 2024 se diagnosticaron 41.918 casos de Chlamydia, un 10 % más que en 2023. La infección gonocócica alcanzó los 37.257 casos (un aumento del 7 %), la sífilis llegó a 11.930 (6 % más) y el linfogranuloma venéreo se notificó en 1.996 personas, un incremento también del 10 %.
El grupo más afectado son los jóvenes menores de 25 años. El informe no solo refleja un mal año, sino una tendencia sostenida: entre 2020 y 2024 las tasas de infección gonocócica han aumentado un 28,9% anual, mientras que las de sífilis y clamidia han crecido cerca del 20% cada año.
El fracaso de la educación sexual
Pese a más de dos décadas de inversión en programas de educación sexual en colegios e institutos, los resultados no acompañan. Los números evidencian que los abortos y embarazos no deseados también crecen año tras año.
Esta situación refleja una crisis de responsabilidad política y sanitaria: se celebra el acceso al aborto gratuito mientras los indicadores de salud sexual empeoran. Nadie asume el fracaso.
La gran mentira del “sexo seguro”
El debate se centra en el modelo de educación sexual dominante, que gira casi exclusivamente en torno al uso del preservativo. Las campañas públicas, como la histórica “Póntelo, pónselo”, prometían un “sexo seguro” que no se ha traducido en mejores resultados.
Según datos citados por la Organización Mundial de la Salud, Planned Parenthood y Durex, la eficacia del preservativo frente al embarazo es del 98% solo con uso perfecto, pero desciende al 85% en condiciones reales. Esto significa que 18 de cada 100 mujeres que confían únicamente en este método quedan embarazadas durante el primer año.
Además, los psicólogos y epidemiólogos advierten del fenómeno de “compensación de riesgo”: al sentirse más protegidos, los jóvenes inician antes su vida sexual y aumentan su número de parejas, lo que eleva el total de infecciones aunque el riesgo individual por relación sea menor.
La cancelación de la verdad
Ya en los años 90 varios médicos propusieron el modelo ABC (Abstinence, Be faithful, Condom use), que prioriza la abstinencia y la fidelidad por encima del simple uso del preservativo. En 2004, un artículo publicado en The Lancet pedía una reorientación valiente de las políticas de prevención del sida, subrayando la necesidad de retrasar el inicio de las relaciones sexuales y reducir el número de parejas.
El planteamiento, sin embargo, fue duramente criticado en medios y organismos internacionales cuando en 2009 Benedicto XVI defendió esta misma línea al hablar del sida en África, generando una intensa polémica. Aun así, el doctor Edward C. Green, entonces director del Proyecto de Prevención del VIH de la Universidad de Harvard, respaldó al Papa explicando que los datos demuestraban que la fidelidad y la reducción de parejas son más efectivas que la distribución masiva de preservativos.
Un reto para la salud pública
El informe del Instituto de Salud Carlos III pone de manifiesto un desafío que va más allá de la sanidad: cómo educar en responsabilidad afectiva y sexual en una sociedad que promueve la libertad sin límites.
Mientras las infecciones crecen y la edad de inicio sexual desciende, quizá debería crecer el consenso en que solo un cambio profundo en la cultura sexual podrá revertir la tendencia.
Redactor de Omnes. Anteriormente ha sido colaborador en diversos medios y profesor de Filosofía de Bachillerato durante 18 años.