FirmasLuis Miguel Bravo

La gran pregunta para León XIV

La gran pregunta para León XIV —"¿Quién es Jesucristo?"— interpela no solo al nuevo Papa, sino a toda la Iglesia, llamada a custodiar, profundizar y transmitir esta verdad con la vida y el testimonio. Solo quien responde sinceramente a esa pregunta comienza realmente a vivir, pues Jesús es el agua viva que sacia la sed del corazón humano.

14 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos
pregunta León XIV

©Wikipedia commons

¿Quién es Jesucristo?

«Pienso que el hombre que no ha respondido a esta pregunta puede estar seguro de que aún no ha comenzado a vivir», dice un autor espiritual del siglo XX. 

A esa pregunta se enfrentaron los apóstoles en Cesarea de Filipo y se enfrenta ahora León XIV. En su primera Misa como Papa, esa fue la interrogación que el Evangelio le puso delante al nuevo Obispo de Roma, y con él, a toda la Iglesia. 

Es la pregunta de todos los tiempos. La que late, consciente o inconscientemente, en el corazón de cada persona. La gran pregunta que la Iglesia católica, con su líder al frente, está llamada a responder no solo con las palabras y la teoría, sino con la vida y el testimonio. 

«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). La respuesta de Pedro, el primer Papa, a la pregunta sobre quién es Jesús, “expresa en síntesis el patrimonio que desde hace dos mil años la Iglesia, a través de la sucesión apostólica, custodia, profundiza y trasmite”, afirmó León XIV delante de los cardenales que lo eligieron para suceder a ese apóstol. 

Ahí nos jugamos todo. Es nuestro patrimonio. De la respuesta que demos a esa pregunta dependerá el punto de inflexión de nuestra vida, como sucedió en el caso de Pedro. Ahora que el cardenal Prevost ha recibido la misión más alta posible, se enfrenta al desafío de siempre, pero con los horizontes propios de este segundo cuarto de siglo. Es él quien debe guiar a toda la Iglesia para que siga ofreciendo lo que Cristo le confía: custodiar, profundizar y transmitir la respuesta a la pregunta sobre quién es Jesús. 

Esos tres verbos dan una idea muy clara de lo que el Papa nos pide a todos. Custodiar, que significa proteger y defender lo que nos ha sido entregado, a la altura de lo que han hecho los mártires, verdaderos testigos de la respuesta sobre quién es Cristo. 

Profundizar, porque la pregunta sobre Jesús es inagotable, y cada cristiano está llamado a enfrentarse sin miedo, con todas las fuerzas de su corazón, a ese interrogante. De lo contrario, no hemos empezado a vivir

Por último, transmitir. Vivimos en un mundo que, según León XIV, adopta frente a Jesús las mismas actitudes que encontramos en el Evangelio respecto a su Persona: unos ven a Jesús como alguien “que carece totalmente de importancia, al máximo un personaje curioso, que puede suscitar asombro con su modo insólito de hablar y de actuar”. Otros lo ven simplemente como un hombre bueno y “por eso lo siguen, al menos hasta donde pueden hacerlo sin demasiados riesgos e inconvenientes. Pero lo consideran sólo un hombre y, por eso, en el momento del peligro, durante la Pasión, también ellos lo abandonan y se van, desilusionados”. 

El nuestro es un mundo sediento, y esa sed solo la puede saciar el Nombre y el Rostro de Jesús, como dijera hace ya 20 años Benedicto XVI. La sed sigue siendo la misma, quizás hoy en día más voraz, y por eso la misión de transmitir se hace cada día más urgente. 

Aunque pueda no ser históricamente fiable, esta anécdota puede ser ilustrativa. Se cuenta que el coadjutor de Ars, Juan María Vianney, el futuro santo Cura de Ars, fue objeto de críticas por parte de sus hermanos sacerdotes. La razón era que gran cantidad de personas acudían a él para confesarse, lo que afectaba la asistencia a las parroquias vecinas. Se dice que Vianney respondió: «si les das agua, las ovejas vienen«. 

El agua es Jesucristo. Por eso, responder a la pregunta sobre quién es Jesús es, evidentemente, también una necesidad mía, que me llevó a escribir un libro que lleva como título la pregunta que Jesús le hace a Pedro, a León XIV, y a cada persona: ¿Quién dices que soy yo? Este libro es, más que nada, una invitación, como digo en la introducción, a descubrir en el Evangelio un tesoro que está esperando nuestro anhelo de desenterrarlo. Escribir fue para mí una manera de hacerlo, y espero que le sirva a otros para encontrar su propio modo de sumergirse ahí. 

Por eso es tan famosa la frase de san Agustín, el padre espiritual del nuevo Papa, porque lo expresa de manera magistral: Dios nos hizo para Él, y estamos inquietos hasta que descansamos en Él. En resumen, diría que escribí este libro por necesidad. No hay nada que haga más feliz a una persona que necesitar a Jesús. Porque necesitarlo es ya empezar a buscarlo, y el que lo busca con sinceridad siempre lo encuentra, y el que lo encuentra lo ama. Y el que lo ama y se deja amar, encuentra la felicidad. 

El que lo encuentra de verdad puede decir que ha comenzado a vivir. 

El autorLuis Miguel Bravo

Sacerdote colombiano, autor de Entrevista a Jesucristo ¿Quién dices que soy yo?

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