Javi Nieves en Alfa y Omega escribe sobre la calidad musical de “Lux” diciendo: “es una obra extraordinaria. Un punto de inflexión para la música de nuestro tiempo, capaz de reconciliar las nuevas formas de creación con la hondura espiritual del arte verdadero. No quiero caer en etiquetas —sería injusto reducirlo a un género— porque Lux trasciende las categorías; aporta algo genuinamente nuevo”.
Álvaro Galindo, músico (compositor, pianista y cantante) y creador de contenidos, comenta en la misma línea: “A nivel musical, es perfecto. Cuando grabas con los talentos de la escolanía de Montserrat y la London Symphony, es que mal no te puede sonar. Y ella, con el chorro de voz que tiene… pero además con una delicadeza impresionante. Porque eso es lo difícil: tener potencia y saber cuándo usarla. Aquí lo hace de maravilla. Cuando tiene que ser fuerte, lo es; cuando tiene que ser suave, también. Y modula las intensidades de una forma bellísima”.
Pero su profundidad artística va acompañada de un lenguaje que va más allá de la música y de la literatura, como dice el famoso locutor de “Cadena 100”: “Las letras de este disco, su intención, su atmósfera, despiertan un deseo profundo de sentirse amado por Dios. En ellas se reconoce una delicadeza que pertenece al lenguaje de lo sagrado… Lux es, ante todo, un disco espiritual. Refleja una búsqueda sincera de sentido, sin perder la esencia de Rosalía ni su manera tan particular de hacer música… Este trabajo reconcilia el arte moderno con la belleza. Y sí, la belleza es una forma de verdad. El gusto —como la fe— se educa, se trabaja. Lux nos invita a discernir entre lo superficial y lo esencial, entre lo efímero y lo eterno”.
En resumidas cuentas, esta obra rezuma trascendencia. Para describir lo que ha hecho Rosalia en este disco, podemos decir que la convierte en lo que en la Antigua Roma se llamaba “pontifex maximus”. Es decir, en sentido textual, como explica la voz del término que aparece en Wikipedia, “pontifex” significa “constructor de puentes”, fruto de la unión de “pons” con “facere”. La palabra “maximus” significa “el mayor”. “Esto podría significar «constructor de puentes entre los dioses y los hombres»”. Es decir, esta grandísima artista, con su música crea un puente con la transcendencia, con un lenguaje que va más allá de la música y la letra, que es espiritual. Rosalia, rompe esquemas con este álbum, porque va más allá de la racionalización de la realidad que ejercemos hoy en día en nuestra sociedad, con la politización y la polarización.
Podemos decir que esta obra de arte nace con vocación de convertirse en un clásico de la música, como dice Galindo: “Varias veces me ha pasado algo muy fuerte escuchándola: me cuesta volver a la realidad cuando termina. Es muy heavy. Creo que se va a convertir en un clásico instantáneo… Sinceramente, no sabría decirte un disco de los últimos 50 años tan especial como este. Hay discos buenos, sí, pero este está a otro nivel: musical, conceptual y contextualmente. Además, el tema que trata —hablar de Dios desde la música popular— es algo que nadie hacía por miedo. Era casi un tabú. Y ahora Rosalía lo pone en el centro sin complejos”.
En 1908 el poeta Rainer Maria Rilke, cuando era secretario de Rodín, entró al Louvre a visionar la obras de este museo de actualidad, cuando llegó a las antigüedades griegas se encontró con un torso masculino bastante destruido, sin brazos, piernas, genitales,… que su contemplación le dejó conmovido, y escribió el poema “Torso de Apolo arcaico”, que acaba con estos versos: “…porque aquí no hay un solo sitio que no te mire. Debes cambiar tu vida”.
De “Lux” se puede decir lo mismo, te mira y te interpela hacia el cambio, porque es un puente con la transcendencia, que te acerca al más allá.




