«No imponer más cargas de las necesarias» (Hechos, 15, 28-29)

"No imponer cargas innecesarias" (Hch 15, 28-29) refleja la libertad cristiana, guiada por el amor y no por normas rígidas. Como enseñan Jesús, Pablo y el Prelado del Opus Dei, la fe auténtica es respuesta libre y gozosa a su pregunta: "¿Me amas?" (Jn 21,17).*

14 de agosto de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
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©Martin Jernberg

«No imponer más cargas de las necesarias» (Hch, 15, 28-29). Me encontré hace unos días, releyendo Hechos de los Apóstoles, con estas palabras del primer Concilio de la Iglesia y, aunque leídas muchas veces, me impresionaron de modo particular.

Están dichas en el contexto de la polémica entre los primeros cristianos judaizantes y los primeros cristianos venidos de la gentilidad. Se trató de un conflicto grave que la Iglesia, en sus primeros pasos, hubo de afrontar y nos enseña cómo el Espíritu Santo condujo a los apóstoles a tomar una decisión que resultó decisiva para aclarar la naturaleza de la salvación en Cristo y el posterior avance del Evangelio en todo el mundo.

Las palabras del Concilio de Jerusalén siguen la estela de aquellas pronunciadas por Jesús a los fariseos: «Imponen cargas pesadas y difíciles de llevar…» (Mt 23, 4). San Pablo enseñará a sus fieles de Corinto, en el contexto de las carnes sacrificadas a los ídolos, que actúen con libertad, procurando solamente que esa libertad no se convierta en ocasión de caída para los poco formados (Co 8, 9). Es decir, que solo el amor fraterno sea norma suprema de la libertad cristiana.

Aletea en todas las páginas del Nuevo Testamento ese espíritu de libertad: ¡no imponer cargas innecesarias!   a lo que, a veces, somos tan propensos.

El prelado del Opus Dei, en una carta del 9 de enero de 2018, sobre la libertad cristiana, insiste en la profunda relación existente entre el amor a Dios y la libertad. Toda la vida cristiana es una respuesta libre a la pregunta que Jesús nos dirige personalmente: «¿Me amas?» (Jn 21,17).

«La vida cristiana – dice el Prelado – es una respuesta libre, llena de iniciativa y de disponibilidad, a esa pregunta del Señor» (n. 5).

No podemos perder nunca ese espíritu profundo de libertad y de responsabilidad personal genuinamente cristianos.  A veces, no se sabe porqué, tendemos a atarnos o a atar a otros a normas u obligaciones que no son necesarias y que pueden oscurecer la alegría y la agilidad para la carrera que nos aguarda (cf. Heb 12, 1). «En la formación cristiana es también importante evitar – continua el Prelado – que un excesivo afán de seguridad o de protección encoja el alma, nos empequeñezca (n.12). En fin, toda la carta no tiene desperdicio e invito a leerla o releerla de nuevo porque será siempre con mucho provecho. Así me lo parece. 

El autorCelso Morga

Arzobispo emérito de la diócesis de Mérida Badajoz

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