No es un error ortográfico, no; es que hoy quiero llamarlo así: papá. Porque, yo no sé ustedes, pero yo, lo que he sentido, desde que el lunes de Pascua nos dejara el papa Francisco, ha sido una enorme sensación de orfandad.
No es ñoñería ni sentimentalismo, es que los papas, la propia etimología de la palabra lo dice, son verdaderos padres, papás espirituales de la comunidad cristiana. Al parecer, el término viene del griego «Pappas» y se usaba desde los primeros siglos del cristianismo para nombrar no solo al sucesor de Pedro, sino al resto de los obispos e incluso a los presbíteros, al igual que hoy nos dirigimos a ellos con el título de padre. Es en la Edad Media cuando se empieza a utilizar ya solo para dirigirse al obispo de Roma.
La muerte del papá (de nuevo con tilde) Francisco nos dejó sin guía, sin pastor, un poco descolocados porque se le ha querido mucho y ha ejercido muy bien esa paternidad espiritual de señalar un camino, de liderar esta peregrinación común al cielo que es la vida.
La figura del papa, como la de los papás, es fundamental para cada ser humano, niño o mayor. Es una figura de referencia que nos marca como personas y nos ayuda a crecer, a madurar y, desde el recuerdo a sus enseñanzas, incluso a envejecer.
Como los papás, el papa brinda seguridad, apoyándonos en nuestras luchas del día a día, hablándonos continuamente de Jesús y haciéndonos sentir que no estamos solos, que Él siempre nos cuida, nos protege y nos acompaña en el dolor.
Como los papás, el papa nos enseña, nos educa, nos señala los caminos buenos y malos para nuestra vida. Él tiene experiencia y predica con el ejemplo, por eso tiene autoridad. Es un modelo de vida, alguien a quien imitar.
Como los papás, el papa también nos ofrece disciplina. Y eso no nos gusta a todos. No queremos límites y, por eso, como a los papás, muchos desprecian al papa.
Como los papás, el papa nos ayuda a relacionarnos con otros. Nos hace sentirnos parte de la familia de los hijos de Dios y de la gran familia humana.
Como los papás, el papa nos estimula cognitivamente, nos anima a pensar, a reflexionar, a buscar los caminos de la vida cristiana. Con su magisterio nos interpela, no deja que nos acomodemos, sino que nos saca continuamente de nuestra tendencia al adormecimiento.
Como los papás, el papa nos provee de lo necesario para vivir, el alimento de la Palabra de Dios sin la cual la vida cristiana se extingue.
Como los papás, el papa cuida de mamá-Iglesia, la mujer más importante para la vida de cada ser humano. Ella es la que nos amamanta con la Eucaristía, la que nos abraza con el perdón y la misericordia, la que nos acompaña cuando estamos enfermos o necesitados…
Por eso, yo he querido a todos los papas que he conocido desde que tengo uso de razón; y, por eso, quiero ya a León XIV. Nadie elige a su padre, pero todos estamos llamados, como hijos, a honrar a nuestro padre y a nuestra madre. Nos podrán gustar más o menos sus acentos, sus tendencias, sus formas, pero en el fondo, un buen hijo sabe reconocer, valorar y querer a un padre.
A León XIV ya hay hijos que no lo van a querer, hijos que querrán seguir su propio camino y que criticarán cada decisión de su padre. Hijos interesados que no están dispuestos a aceptar mansamente y con humildad de corazón la autoridad del papa. Hijos que no sabrán ver que, tras la paternidad espiritual del sucesor de Pedro, está la de Dios que nos lo ha mandado, como nos mandó un día a casa de nuestro padre y nuestra madre, en ayuda nuestra.
Allá ellos. Yo hoy solo puedo dar gracias a Dios por el papá que nos ha regalado. Estoy deseando escucharlo, que me dé de comer, imitarlo, aprender de él… Si les parezco infantil, les invito, con Jesús, a hacerse como niños para poder entender de qué va esto. Y, como dicen los pequeños para fardar delante de sus amigos, hoy yo les digo que «mi papá es el mejor».
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.