Evangelización

10 ideas para rezar en una adoración al Santísimo

Desde Mantita y Fe Podcast, proyecto de la Fundación Gospa Arts, comparten el lanzamiento del primer episodio de la cuarta temporada. Aquí van 10 ideas para rezar ante el Santísimo.

Francisco Otamendi·17 de septiembre de 2025·Tiempo de lectura: 6 minutos
adoración Santisimo

Capilla de adoración perpetua en la segunda Jornada Eucarística Mariana Juvenil (JEMJ) de julio, en Covadonga.

‘El poder transformador de una visita al Santísimo’. De esto trata el nuevo episodio de Mantita y Fe Podcast, concebido como una guía práctica y espiritual sobre la Adoración eucarística. En esta ocasión, Bárbara Bustamante conversa sobre el tema con el padre Pablo Fernández-Martos, de la diócesis de Getafe (España). Por nuestra parte, se han seleccionado 10 ideas para rezar en una Adoración.

El episodio completo está ya disponible en YouTube y principales plataformas de audio. Tiene una duración de 54’, y aquí se sintetizan sólo algunas ideas.

Los autores de este episodio de Mantita y Fe Podcast destacan en la presentación del video, que titulan ‘Cómo hacer una buena visita al Santísimo’, alguna frase del sacerdote Pablo Fernández-Martos. Por ejemplo, “no vamos al Santísimo para demostrar que somos muy buenos, sino para reconocer que Dios es muy bueno”. 

Bustamante, madre de familia, subraya que el mensaje es «esperanzador». “Jesús nos espera siempre, incluso en medio de nuestras caídas”.

Las preguntas del podcast las hace Bárbara Bustamante y las respuestas son de Pablo Fernández-Martos. La selección de las 10 ideas para rezar, reducidas a breves píldoras o frases no textuales, es personal.

1) “No tengo tiempo”

– Hay que entender que al demonio no le interesa que hagamos visitas a Jesús. A veces pensamos que esto va a llevarnos mucho tiempo. Pero hacer una visita puede durarte más o menos 15 segundos, no hace falta más, ojalá te dure 15 minutos. Si uno va apurado y no te da tiempo a lo mejor a detenerte, al pasar por delante de una iglesia donde sabes que está el Santísimo se puede hacer un gesto de adoración…

San Francisco, cuando caminaba por los caminos y veía una torre de una iglesia, se postraba en el suelo y hacía una oración que todavía hoy se reza. Aunque uno vaya un poco apurado viajando por la carretera, si ves en el horizonte una iglesia, siempre puedes hacer un gesto de de adoración, un saludo a Jesús que está allí.

Luego, obviamente, se puede entrar en la iglesia cuando está abierta, acercarse al Sagrario, postrarse humildemente, normalmente de rodillas si te lo permite tu físico, y hacer una pequeña oración como quien va a tratar de amistad con quién sabemos nos ama (santa Teresa), sabiendo que está realmente presente en el sagrario, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

2) ¿Qué es la oración de súplica a Dios?

– La oración de súplica no es para informar a Dios, sino que en el fondo es como cuando cuando tú abres una bolsa para que te echen dentro algo, un niño que abre la bolsa para que entren los caramelos. 

Es disponer el corazón para acoger la gracias que Dios quiera darme en mi necesidad. Será la que sea adecuada a mi necesidad, no la que yo pida. Dios siempre responde a nuestras oraciones, lo que pasa es que no siempre responde a lo que queremos.

3) ¿Qué diferencia hay entre ir a Misa y adorar al Santísimo?

– A ver. La Eucaristía celebrada y comulgada es el máximo de la intimidad que podemos tener con Cristo y con su iglesia. Porque la Iglesia es Cuerpo Místico de Cristo, y por tanto cuando nosotros vivimos la intimidad en la Eucaristía lo hacemos no solo nosotros solos. No somos francotiradores de la fe.

La Iglesia es una comunidad, es una familia, y por tanto la Eucaristía nos reúne como familia, nos reúne como comunidad. La adoración lo que hace es preparar nuestro corazón para poder vivir mejor la Eucaristía. No tendría ningún sentido que fueras a la adoración eucarística y no fueras a misa.

El Papa León XVI durante la bendición, tras la procesión del Corpus Christi el 22 de junio de 2025 por las calles de Roma (Foto CNS/Lola Gómez).

4) La adoración, avivar el amor

– Lo primero es ir a Misa los domingos y fiestas de guardar. La adoración aviva en nosotros el amor a la Eucaristía y prepara el corazón, nos permite entrar de manera más profunda en la intimidad con el Señor estando en su presencia, y contemplando sorprendidos y admirados esa presencia del Dios que ha querido quedarse cerca de nosotros, prisionero en el sagrario, para que nosotros podamos también pues postrarnos, y de esa manera ganar en esa intimidad con el Señor.

Esto es como cuando tu marido te conoció y se enamoró de ti, todo fue prepararos para vivir vuestro encuentro en el matrimonio y vivir esa intimidad. Pero una vez que os habéis casado, cuidáis vuestra relación, de manera que uno no se casa y se descuida. Hay que seguir viviendo esa preparación que permite esa intimidad, y eso se hace en la visita y adoración eucarística.

5)  ¿Se puede cantar y leer?  

– Se puede cantar, claro. Puedes leer la Escritura, algún pasaje a meditar sobre él, intentar ver qué es lo que Dios te dice ahí, en esa Palabra, bien sea el Evangelio que toca ese día, o bien porque abres la Escritura al azar, o bien porque estás leyendo un pasaje de un capítulo .

No es lo mismo hacer oración que leer en la capilla  La lectura espiritual está muy bien, es algo virtuoso, es muy aconsejable y está fenomenal leer algo piadoso, algún escrito de un santo, una biografía…

Luego está tratar de escuchar interiormente, con ese silencio que tratamos de hacer, qué es lo que el Señor me va diciendo y cómo va moviendo mi corazón.

6) Vida eucarística

– Se suele terminar con el Padre Nuestro o la Comunión espiritual. A través de esta unión espiritual el Señor derrama gracias espirituales sobre nuestro corazón preparando nuestro corazón para poder comulgar, pues ya vamos ganando en esa intimidad con el Señor en ese deseo de estar con él, en ese deseo de compartir con él, que Él sea mi vida, nuestra vida.

Lo que el cristiano hace al adorar la Eucaristía o al comulgar es que su vida se haga eucarística. Voy al encuentro con Él, pero también a acercarme a los demás, y con una actitud semejante, voy a encontrarme con mi hermano, un conocido, un familiar, un amigo. O en mi puesto de trabajo, voy a encontrarme con Cristo en mi trabajo, ese trabajo bien vivido, ofrecido a Cristo, también prepara mi camino para estar con el Señor.

7) Obstáculos. No siento nada, me distraigo mucho.

– A veces nos complicamos mucho por dentro. Dios se alegra de que tú vayas y le des ese ratito, que podrías estar en otra cosa. Y aunque estés distraído estás con Él, como cualquiera de nosotros. Cuántas veces nos gusta que vengan a casa los hijos, la familia, aunque no estén haciendo nada especial. O en casa, te sientas en ese sillón y tu marido se sienta en ese otro, y estáis los dos sin hacer nada especial.

Es muy importante el momento de hacer presencia de Dios, tomar conciencia de dónde estoy, ayuda a centrar la atención porque somos un poco dispersos. Pero hay que aceptar como somos, el que tiene un problema de déficit de atención lo va a tener en la capilla o en su casa, en cualquier lado 

El problema que tenemos con la oración a mi juicio es que somos muy egocéntricos y egoístas. Es decir, vamos a la adoración a ver qué siento yo. Es como si dijéramos: no voy a ir al hospital a visitar un enfermo que está en coma, porque no me dice nada y me aburro.

Muchos de los problemas que tenemos en la oración vienen de que voy a rezar para ver qué obtengo yo, pero no me preocupa nada cómo está Jesús. Y Jesús se alegra de que yo esté ahí con Él.

8) Un ejemplo: dónde te ha amado más tu marido

– Siempre pongo este ejemplo. Imagínate que tienes un matrimonio, una boda, el sábado. Y el viernes te das cuenta de que te faltan unos zapatos para el vestido que tienes para la boda. Le dices a tu marido si te puede llevar al centro comercial a las 6.00. El te dice: dan la final de la Champions entre el Madrid y el Barcelona, no me puedo perder el partido. No puedo ir, ponte otros zapatos.

Al final, va contigo al centro comercial, y espera pacientemente una hora, está malhumorado, pero va, y tú te pruebas y compras los zapatos para la boda y el baile.

La pregunta es dónde te ha amado más, en el centro comercial enojado, o en la boda bailando. (Bárbara Bustamante le dice: en el centro comercial, y prosigue Pablo Fernández Martos). Claramente. Tenemos que reivindicar el “aburrimiento’ de saber estar con Él. 

9) Acercarse al Señor, sobre todo cuando eres pecador

– Sobre todo cuando eres pecador. Un pequeño va corriendo a tus brazos porque se ha asustado más al romperse algo. En cambio, cuando vamos creciendo, nos escondemos. Con Dios es justo lo contrario. Cuando he caído, lo que tengo que hacer es sacar un Cristo, besarlo, mirar y decirle: Señor, desde el lodo de mi pecado, solo sé que Tú me amas, y ahí comienza el cambio. Con la certeza de que es mucho más importante el amor de Dios, me acerco a la Adoración eucarística a estar cerca de Dios, que es misericordia.

10) El hábito de silencio

– El silencio es abrir un espacio para que Dios pueda hablar. Porque llegamos de la calle con tanto ruido, con las compras, el trabajo, los niños, la familia… No le damos chance a darnos una respuesta, sino que a veces vamos solamente a informarle de lo que tiene que hacer. 

Cuentan del cura de Ars que estaba en la parroquia, y entró un campesino que iba a rezar a la iglesia. El cura le preguntó qué oración rezaba. El campesino respondió: “Mire, muchas veces no sé rezar. Entonces yo lo miro, Él me mira, y nos entendemos”. Hay que pedirle al Señor su luz para poder vivir esto, la fuerza del Espíritu Santo para poder estar atento a lo que el Señor me quiere decir.

El autorFrancisco Otamendi

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