En 1992, san Juan Pablo II beatificó a 17 mártires irlandeses que murieron entre 1579 y 1654. Se trata del beato Dermot O’Hurley y 16 compañeros. Hoy, 20 de junio, la liturgia acoge a beatos irlandeses e ingleses que defendieron su fe católica, y se negaron a aceptar la supremacía religiosa de la Reina. Y también a japoneses, clérigos y laicos.
El grupo de mártires está encabezado por Dermot O’Hurley, arzobispo de Cashel, ahorcado en Dublín el 20 de junio de 1584, fecha en que se celebra la memoria colectiva de todos ellos. Le torturaron en Dublín en 1584, bajo el reinado de Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena. De los 17, seis eran laicos, nueve religiosos, algunos de ellos obispos, y dos sacerdotes.
El beato Tomás Whitbread y compañeros mártires fueron cinco sacerdotes jesuitas ingleses, acusados falsamente de traición contra el rey Carlos II de Inglaterra. Fueron ejecutados en 1679.
También en Japón
El beato Francisco Pacheco, portugués, y compañeros eran nueve mártires de la Compañía de Jesús, tres sacerdotes y los otros hermanos profesos, catequistas y colaboradores japoneses. Les quemaron vivos en Nagasaki (Japón) el año 1626 por odio a la fe cristiana.
La web jesuita señala que el gobernador ató a los nueve jesuitas a estacas, y en 15 minutos habían muerto todos. Obligó a los laicos a presenciar sus muertes, en la esperanza de que el miedo les hiciera cambiar. Se equivocó. Los devolvió a la cárcel y serían martirizados unos días más tarde.