Por Jenna Marie Cooper, OSV News
P: En una columna anterior, usted dijo que el purgatorio era un estado fuera del tiempo y que no podemos hablar de cuánto tiempo pasa alguien en el purgatorio en términos de años. Pero entonces, ¿por qué a veces se ven estampas religiosas antiguas que dicen que una oración vale «100 días de indulgencia» o algo similar?
El purgatorio, al margen del tiempo
R: El purgatorio es, en efecto, un estado que existe al margen del tiempo lineal que experimentamos en nuestra vida terrenal; por lo tanto, no podemos hablar con exactitud de cuánto tiempo pasa un alma en el purgatorio en términos literales de días, meses o años. Sin embargo, existen otras razones para utilizar a veces terminología temporal al hablar del purgatorio.
Dios siempre está dispuesto a perdonar nuestros pecados si nos volvemos a Él con sincero arrepentimiento. Sin embargo, como leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica : «Es necesario comprender que el pecado tiene una doble consecuencia». Además de la posibilidad de perder nuestra entrada al cielo, «todo pecado, incluso venial, implica un apego malsano a las criaturas, que debe purificarse aquí en la tierra o después de la muerte en el estado llamado Purgatorio».
Este párrafo del Catecismo continúa señalando que los sufrimientos del purgatorio, que tienen como objetivo sanar las heridas del alma que provienen de un amor desordenado a las cosas creadas, se denominan «castigo temporal del pecado». La palabra «temporal» se refiere al concepto de tiempo, en el sentido de que el purgatorio es «limitado en el tiempo», a diferencia del sufrimiento eterno del infierno.
Hay varias maneras de, por así decirlo, «acortar el tiempo» en el purgatorio. Una de ellas es esforzarnos por romper con el pecado mientras aún estamos en la tierra, lo cual se logra cultivando el hábito de la oración, practicando la penitencia y realizando obras de caridad, y aceptando con paciencia cualquier sufrimiento que se nos presente.
Por nuestros amigos y familiares difuntos que ya se encuentran en el purgatorio y que no pueden hacer estas cosas por sí mismos, podemos acelerar su viaje al cielo rezando por ellos. Además, también podemos obtener indulgencias para nosotros mismos o para quienes están en el purgatorio.
Indulgencias y ayuda a las almas
Una indulgencia es un favor especial, concedido por la Iglesia con motivo de la realización de algún acto de piedad (como rezar una oración en particular o visitar una iglesia determinada), que remite parcial o totalmente la pena temporal debida por los pecados.
La Iglesia puede hacer esto gracias al «poder de atar y desatar» que Jesús le confirió; y también porque muchos santos fueron santos y virtuosos más allá de lo necesario para su propia salvación. Esta santidad «extra» de los santos se denomina «tesoro de la gracia», y la Iglesia puede aplicarla a las almas más necesitadas (véanse los párrafos 1475-1479 del Catecismo).
La indulgencia plenaria resuelve toda la purificación necesaria y libera al alma del purgatorio; mientras que la indulgencia parcial alivia el sufrimiento del purgatorio de forma incompleta.
Cuando se encuentran antiguas referencias a una indulgencia por un número determinado de días o años, esto indica que se trata de una indulgencia parcial. La mención de períodos de tiempo terrenales tenía como fin comunicar que la indulgencia tendría el efecto de la cantidad de sufrimientos pacientes o buenas obras que una persona podría soportar o realizar en ese lapso si estuviera en la tierra. Por ejemplo, una indulgencia de cien días otorgaría la misma gracia que una persona podría obtener realizando el equivalente a cien días de buenas obras.
Esta forma de calcular el tiempo de purgatorio podía resultar engañosa, por lo que el Papa San Pablo VI decidió abolir la práctica de cuantificar las indulgencias en términos de medidas de tiempo terrenales en 1967 con la Constitución Apostólica «Indulgentiarum Doctrina». La Iglesia sigue otorgando indulgencias parciales, pero ahora confiamos la cantidad exacta de gracia a la misteriosa providencia de Dios.




