Durante seis intensos días, participantes y maestros convivieron en un entorno de silencio, diálogo y reflexión contemplativa. Bajo el lema «Oh llama de amor viva», la iniciativa dirigió su mirada hacia el fuego como símbolo del Espíritu Santo y meta última de búsqueda espiritual, filosófica y estética.
Se ofrecieron diez talleres prácticos en pintura, música, poesía, teatro, escultura, fotografía, curaduría y grabado. Cada uno integró técnica y contemplación: por ejemplo, Rosell Meseguer recuperó técnicas de cianotipia y fotografía analógica; Raúl Marcos y El Primo de Saint Tropez llevaron a cabo performances inspiradas en las vías místicas de San Juan de la Cruz; e Ignacio Yepes abordó las Cantigas de Alfonso X, propiciando preguntas sobre la fe a través de la música.
El evento contó con momentos clave como una clase magistral del pintor Antonio López sobre la conexión entre fuego, arte, verdad y bondad, y el esperado diálogo entre el arzobispo Luis Argüello y el performer Niño de Elche sobre trascendencia, fe y estética, abierto también al público heterodoxo y en búsqueda espiritual
Inspiración cristiana: la búsqueda de verdad, bien y belleza
El Observatorio parte de una base firmemente cristiana, defendiendo que la creación artística es vehículo para visibilizar lo invisible, responder al misterio humano y cultivar la belleza. Javier Viver, director del proyecto, resumió el enfoque: “Tradicionalmente el arte… nos permite ver todo aquello que es invisible, dar respuestas a las grandes incógnitas del ser humano”. Para artistas como Miguel Coronado y José Castiella, la fe se convierte en fuerza productiva: “mi arte conecta con lo trascendente a través de la Belleza” o como parte del proceso de retorno a lo divino desde lo cotidiano.
El Observatorio culminó con un concierto público de las Cantigas de Alfonso X interpretadas por el taller de Ignacio Yepes, seguido de una misa solemne en la Basílica del Monasterio presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Vicente Martín. Las veladas artísticas nocturnas concluyeron en un ambiente de gratitud y recogimiento.
El Observatorio de lo Invisible 2025 ha sido una experiencia artística de calado espiritual, en la que se consolidó la filosofía fundacional del encuentro: el arte como lenguaje sagrado, la belleza como puente hacia lo trascendente, y el fuego como metáfora del espíritu creativo. Más allá del acto performativo, los participantes, creyentes y no creyentes, se aproximaron a preguntas profundas: ¿Qué es lo invisible? ¿Cómo se articula la belleza con la verdad y el bien? Unos valores elevados que el arte, cuando se hace consciente, puede ayudarnos a contemplar y habitar.