La Iglesia honra este día a los beatos, gran parte de ellos sacerdotes, víctimas en la capital gala del gobierno revolucionario, que quería imponer la Constitución civil del Clero. Era una ley de 1790, en plena Revolución francesa, que buscaba someter la Iglesia católica en Francia a la autoridad del Estado, y transformar a los clérigos en funcionarios públicos. Su objetivo era reemplazar la autoridad del Papa por la del Estado.
La ley requería que el clero jurase lealtad a la nación y a la ley, y hubo sacerdotes “juramentados”. Pero muchos clérigos fueron perseguidos y/o ajusticiados por no jurar. El Papa Pío VI había condenado la ley, lo que generó un grave conflicto diplomático entre la Santa Sede y Francia.
Hoy se conmemora a 191 mártires franceses que se opusieron a esa ley. A 96 se les encerró y ejecutó en el convento de los Carmelitas de París el 2 de septiembre de 1792. Hubo mártires del clero secular, de la familia franciscana y de otras instituciones religiosas.
Beatificados en 1905 y 1926
A los beatos Pedro Jaime María Vitalis y 20 compañeros mártires –uno diácono y los demás sacerdotes seculares–, se les ejecutó el mismo día. El hecho tuvo lugar en la abadía de Saint Germain des Prés de París. El Papa Pío XI les beatificó el 17 de octubre de 1926, junto con otros mártires de la Revolución francesa.
Las Mártires de Compiègne se conmemoran el 17 de julio. Son 16 monjas carmelitas descalzas ejecutadas en París en esa fecha de 1794, durante la misma Revolución. San Pío X las beatificó en 1905, y el Papa Francisco las canonizó en 2024.
La liturgia acoge hoy también, entre otros, a san Zenón, mártir de Nicomedia (actual Turquía), san Antolín de Amiens, patrono de Palencia, y el beato Brocardo, del Carmelo. También a la mujer sueca beata Ingrid Elofsdotter, que al final de su vida profesó religiosa dominica en Skänninge (Suecia).