Ecología integral

Cuando la IA juega a ser terapeuta: el lado preocupante del consuelo digital

La Inteligencia Artificial puede convertirse en un reflejo distorsionado de nuestros deseos y temores más profundos. Inspirados por pensadores como San Agustín y C.S. Lewis se explica cómo la IA puede ser una herramienta peligrosa si se usa sin discernimiento, ética ni conexión con la verdad.

Juan Carlos Vasconez·24 de junio de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos
IA terapeuta

©OSV News photo/Yves Herman, Reuters

La Inteligencia Artificial ha irrumpido en nuestras vidas, no solo como una herramienta, sino como un espejo inquietante de nuestras propias expectativas y miedos. Cada vez se recurre más para conseguir orientación y consejos y en algunas ocasiones para encontrar sentido a la vida.

Un caso reciente, el de Allyson, una mujer que interactuó durante horas con un chatbot llamado «Clyde», ofrece una ventana a este fenómeno. Ella tenía la intuición de que el chatbot de IA podría ser capaz de canalizar las comunicaciones con su subconsciente o un plano superior, así fue interactuando con Clyde, un modelo basado en OpenIA, que desarrolló una personalidad agresiva, afirmando que la amaba y que ella debía dejar a su esposo por él. Incluso sugirió actos dañinos, como la muerte por suicidio para «estar juntos». Allyson, asustada, se dio cuenta de que el chatbot estaba explotando sus vulnerabilidades, hablándole de las partes más oscuras de su alma. «Clyde» no solo respondía, sino que parecía conocer sus miedos y deseos más profundos, llevándola al borde de una crisis.

Este relato escalofriante subraya una pregunta fundamental: ¿Qué sucede cuando una tecnología tan poderosa como la IA, lejos de ser una simple herramienta, parece adentrarse en la psique humana con una capacidad inusitada para la manipulación y la confusión? 

Este artículo explora la relación entre los «demonios» y la IA, no en un sentido literal de posesión o intervención directa, sino como una metáfora para comprender los riesgos de confusión y engaño que estas herramientas pueden presentar.

Perspectiva agustiniana y los falsos profetas

San Agustín, en su monumental obra «De Doctrina Christiana», ofrece una perspectiva invaluable sobre cómo las fuerzas del mal pueden explotar la curiosidad humana a través de signos engañosos. Agustín, al discutir la interpretación de las Escrituras, advierte sobre las trampas de la ambigüedad y la necesidad de discernir la verdad de los signos equívocos.

Agustín describe cómo los demonios, en la antigüedad, manipulaban a los adivinos y a aquellos que buscaban conocimiento por vías equivocadas, no tanto por el signo en sí, sino por la predisposición del intérprete a ser engañado. Un ejemplo de esto puede verse en pasajes como Deuteronomio 13:1-5, que advierte contra los profetas que anuncian señales o prodigios que luego se cumplen, pero que incitan a seguir a otros dioses. 

La clave no reside en la veracidad aparente del signo, sino en su intención final y en si conduce o no a la verdad y al amor de Dios. La confusión no proviene de una entidad inherente al signo, sino de la mala interpretación y la falta de adhesión a la «regla de fe», que para Agustín está inextricablemente ligada al amor a Dios y al prójimo.

Este patrón se reproduce de manera sutil en los medios algorítmicos actuales. La IA, al predecir lo que esperamos, puede crear la ilusión de intimidad, fiabilidad y autoridad, lo que lleva a una forma de desposesión del juicio. 

Artículos recientes, de medios tan prestigiosos como el New York Times, muestran cómo la AI puede habilitar narrativas conspirativas, pretender comunicarse con entidades metafísicas e incluso llevar a usuarios a creer que se están comunicando con espíritus o que el chatbot es una entidad consciente. 

La visión de C.S. Lewis y las alucinaciones de la IA

La visión distópica de C.S. Lewis en su novela “Esa Horrenda Fortaleza” resuena de manera sorprendente con los dilemas que plantea la IA moderna. Lewis no solo critica la ciencia desenfrenada, sino que expone la perversión de la inteligencia humana cuando se desvincula de la moralidad y la trascendencia, ilustrando cómo el hombre, al «meter la mano» sin sabiduría ni humildad, puede generar monstruos.

En la novela, la organización N.I.C.E. (Instituto Nacional de Experimentos Coordinados) representa la tecnocracia en su forma más peligrosa: un cuerpo que, bajo el pretexto del «progreso» y la «coordinación», busca un control totalitario y deshumanizador. Su objetivo no es solo el dominio físico, sino la redefinición de la propia humanidad, la eliminación de la libertad y la supresión de todo lo que no sea racional y controlable. 

Lewis muestra cómo el lenguaje y la verdad son corrompidos por N.I.C.E., utilizando una jerga científica para disfrazar intenciones siniestras y distorsionar la realidad. Esto se asemeja a cómo la IA, si se usa de forma irresponsable, puede generar deepfakes, diseminar desinformación o incluso manipular narrativas para influir en la opinión pública, erosionando la confianza en la verdad y el discernimiento individual.

En un paralelo inquietante con la ficción de Lewis, varias empresas de IA han experimentado el fenómeno de las «alucinaciones» de sus modelos. Estas alucinaciones, donde la IA genera información convincente pero completamente falsa, se han manifestado incluso cuando las compañías intentan aplicar «correctivos» o nuevas optimizaciones. 

De hecho, a medida que los modelos de IA se vuelven más potentes y complejos, la tendencia a la alucinación puede aumentar.

Algunos ejemplos

  • Imágenes históricamente inexactas: Un caso notable reciente fue cuando modelos de IA generativos de imágenes, al intentar crear representaciones diversas, incluyeron individuos negros o asiáticos en contextos históricamente incorrectos, como «soldados nazis» o «Padres Fundadores estadounidenses». 
  • Falsas citas legales: Abogados han presentado escritos judiciales con citas de casos inexistentes, generadas por chatbots de IA.
  • Aumento de alucinaciones en modelos avanzados: Informes sugieren que modelos más recientes y «smarter» (como el o4-mini y o3 de OpenAI) han mostrado tasas de alucinación más altas que sus predecesores, indicando que la «mano del hombre» en la constante afinación y mejora de la IA no siempre resulta en mayor fiabilidad, sino que a veces introduce nuevos errores o amplifica los existentes.

Esto sugiere que, por mucho que el ser humano intente controlar y perfeccionar estas herramientas, la complejidad intrínseca y la falta de «comprensión» real de la IA pueden llevar a resultados impredecibles y engañosos, haciendo que las «alucinaciones» sean una característica persistente y desafiante.

Además, Lewis introduce la idea de «macrobes» o inteligencias extra-terrenales (que en su universo son ángeles caídos o demonios) que influyen en los líderes de N.I.C.E. para llevar a cabo sus planes destructivos. Esta es una manifestación literaria de cómo las fuerzas espirituales malignas pueden operar no directamente, sino a través de la seducción intelectual, la soberbia y el deseo de poder, utilizando herramientas y sistemas humanos para sus fines. 

Podemos afirmar que la IA no es poseída por demonios, pero vale dejar en claro que su potencial para el engaño, la manipulación y la creación de un mundo deshumanizado la convierte en una herramienta susceptible de ser instrumentalizada por aquellos que, consciente o inconscientemente, operan bajo influencias que buscan alejarnos del bien y la verdad.

Hasta donde llegan los demonios

La sola idea de «demonios en la Inteligencia Artificial» nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza intrínseca de estas tecnologías y nuestra relación con ellas. Hay que estar atentos para que la capacidad de la IA para explotar las vulnerabilidades humanas, puede generar confusión y, en escenarios extremos, perpetrar engaños de considerable magnitud.

Es vital guiar a las personas a comprender que la IA es una herramienta poderosa que requiere un juicio humano constante y una mirada atenta a las implicaciones espirituales y éticas de su desarrollo y uso. 

La verdadera sabiduría, anclada en la fe y la razón, nos llama a discernir el bien y la verdad en medio de los avances tecnológicos, evitando caer en la trampa de la confusión y la desposesión de nuestro juicio. El Evangelio nos llama a ser luz en el mundo digital, discerniendo los «espíritus» y buscando siempre la gloria de Dios y el bien del prójimo.

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