En un nuevo episodio del podcast Mantita y Fe, la comunicadora Bárbara Bustamante aborda un tema más delicados y muchas veces silenciado: el suicidio. A través del testimonio de Javier Díaz Vega, hijo de una mujer que se quitó la vida hace 16 años, el episodio ofrece una mirada honesta sobre el dolor, la culpa, el silencio y la esperanza, a la luz de la fe católica.
“Yo no tenía que ser el psicólogo de mi madre… tenía que ser su hijo”, dice Javier, que recorre su experiencia de duelo desde el corazón y desde la gracia. Con sensibilidad y profundidad, el podcast invita a los oyentes a reflexionar sobre el amor que permanece, la misericordia de Dios y la importancia de acompañar con verdad y ternura a quienes sufren este tipo de pérdidas.
El episodio también hace referencia al libro Entre el puente y el río (Nueva Eva), escrito por el propio Javier, y recoge enseñanzas del Catecismo sobre el suicidio, recordando que “la misericordia de Dios puede alcanzar a la persona que se ha quitado la vida, por caminos que solo Él conoce” (cf. CIC 2283).
Los frutos de un testimonio valiente
Javier explica que ha sido testigo de muchísimos frutos en estos casi 5 años y tres ediciones que Nueva Eva ha publicado con el libro: «personas que, habiendo pasado un trance parecido al mío se han visto reconfortadas por leer en otras personas el dolor y la esperanza, o como dice el himno de Viernes Santo, la salud naciendo de la herida. Este consuelo compartido tiene más lógica cuando no solo por el tabú del suicidio, sino por el silencio ante el suelo por suicidio, que provoca soledad y un miedo más profundo a la incomprensión. Cada persona que se me ha acercado a través de redes sociales y encuentros presenciales a darme gracias son un fruto precioso y una acción de gracias a Dios».
Las historias de esperanza que de las que ha sido testigo ayudan a Javier a continuar compartiendo su mensaje. Y es que aunque «la fe ayuda, no debemos proponerla como un automatismo o como una herramienta mágica que nos hace estar bien. Creemos en un Dios que sufre por nosotros y también con nosotros», añade.
«Recuerdo un encuentro en el que, hablando del duelo por suicidio, tenía en primera fila una mujer fuertemente emocionada, que al final preguntó si el duelo duraba mucho, que en su entorno ya le metían algo de prisa por estar con lo mismo cada poco tiempo. Puede que ella necesitará alguna otra ayuda, pero en nuestro sufrimiento, debemos buscar a Dios, dejarnos encontrar por Él, no simplemente para dejar de sufrir, eso será su voluntad, sino para tal sufrimiento tenga sentido. Porque en la Cruz de Cristo cabe cada sufrimiento abrazado a Él».
Esperanza tras el suicidio
Javier es psicólogo y comparte públicamente su profunda experiencia con el suicidio de su madre, ofreciendo una perspectiva esperanzadora. La experiencia de Javier lo llevó a plasmar sus vivencias y aprendizajes en un libro, al que describe como «una carta de amor a mi madre.» «Mi madre se suicidó en diciembre del 2009. Y aquello fue un mazazo,» relata Javier, describiendo el impacto devastador de la noticia. Esta frase inicial establece el tono de su relato, que busca desestigmatizar el suicidio y ofrecer consuelo a quienes lo han vivido de cerca.
A lo largo de su proceso de duelo, Javier encontró un pilar fundamental en su fe. «Yo siempre digo que la fe me salvó,» afirma, destacando cómo su espiritualidad le proporcionó la fuerza necesaria para afrontar una de las pruebas más difíciles de su vida. Su testimonio es un recordatorio de que, incluso en los momentos de mayor oscuridad, existen fuentes de consuelo y apoyo.
El suicidio y el catecismo
El camino de la recuperación no ha sido fácil. Javier enfatiza que «no hay que confundir la culpa con la responsabilidad,» aclara, una distinción vital para ayudar a los supervivientes a procesar sus sentimientos sin caer en la autocondenación. Su mensaje subraya la creencia en el poder del amor y la misericordia. «El amor es más fuerte que la muerte,» declara Javier, una frase que encapsula la esencia de su esperanza. En su reflexión, también incorpora la perspectiva de la fe, citando el Catecismo de la Iglesia Católica: «Dios puede dar a la persona ocasión de arrepentirse.» Esta visión ofrece una luz de esperanza y comprensión, sugiriendo que la misericordia divina abarca incluso las circunstancias más trágicas.
En un punto clave de la conversación Javier profundiza en la perspectiva de la Iglesia Católica, citando una poderosa frase del Catecismo: «Dios, por caminos que solo él conoce, puede dar a la persona ocasión de arrepentirse». Esta cita subraya un mensaje de esperanza y misericordia fundamental. La enseñanza de la Iglesia, aunque considera el suicidio un acto gravemente pecaminoso, también enfatiza la importancia de comprender los factores atenuantes, como las graves perturbaciones psíquicas, la angustia o el miedo grave ante las dificultades, que pueden disminuir significativamente la responsabilidad moral de la persona. Este enfoque resalta la profunda misericordia de Dios, invitando a una reflexión compasiva sobre la complejidad de estas tragedias y la fe en la infinita bondad divina.
Con una convicción inquebrantable, Javier insiste en la importancia de la conversación abierta: «Hay que hablar del suicidio para prevenirlo.» Su llamado a la acción es claro y directo, abogando por un diálogo que rompa el silencio y fomente la búsqueda de ayuda. Finalmente, ofrece un consejo fundamental para quienes desean apoyar a alguien en duelo: «Lo más importante es acompañar, estar, escuchar.»