El santo Job, protagonista del libro de Job del Antiguo Testamento, fue varón de admirable paciencia en el país de Hus. En síntesis, era un hombre rico, casado, con diez hijos, criados, tierras y ganado. Era temeroso de Dios, que le probó con la muerte de sus hijos, su ruina y la pérdida de su salud. No maldijo a Dios ni se rebeló contra él, sino que lo aceptó.
Superadas todas las pruebas con paciencia, el Señor le dió salud, otros diez hijos y prosperidad, y murió anciano. El libro de Job dibuja un modelo de paciencia y santidad, como el Cristo sufriente. Job dice: “Ýahvéh da, Yahvéh quita, ¡bendito sea Yahvéh!”.
Como curiosidad, el joven Karol Wojtyla, en los primeros meses del año 1940, cuando apenas había comenzado la II Guerra Mundial y la ocupación de Polonia, compuso el drama teatral Job, una reflexión acerca del sufrimiento del hombre. Casi en paralelo, la misma editorial lanzó el año pasado Jeremías, también del Wojtyla joven, luego Papa santo.
Apóstol, Doctor de la Iglesia
El 10 de mayo, la liturgia celebra asimismo a San Juan de Ávila, sacerdote español del siglo XVI, conocido como “apóstol de Andalucía” por su labor evangelizadora en esa región. Es considerado patrono del clero español, y el Papa Benedicto XVI le proclamó Doctor de la Iglesia en 2012. El Papa Francisco estableció que la conmemoración de san Juan de Ávila fuera inscrita en el calendario romano general el 10 de mayo, como memoria libre.
San Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real, España) el año 1499. Tras estudiar en Salamanca y Alcalá, se ordenó sacerdote en 1526. Distribuyó sus bienes entre los pobres y decidió marchar a las Indias. Pero el arzobispo de Sevilla consiguió que se quedara en su diócesis, donde desarrolló una intensa actividad apostólica.
Predicó sin cansancio, escribió ‘Audi, filia’
Acusado injustamente de herejía por la Inquisición, san Juan de Ávila escribió desde la cárcel parte importante de su doctrina espiritual. Le absolvieron en 1533. En Granada convirtió a san Juan de Dios. Fundó colegios para la formación del clero, luego convertidos seminarios, y dirigió memoriales al Concilio de Trento sobre la situación de los sacerdotes. Predicó sin cansancio, dirigió a muchas almas personalmente o por carta, y murió en Montilla (Córdoba) el 10 de mayo de 1569.
Su principal obra se titula Audi, filia, un tratado sistemático y completo sobre la vida espiritual, que ha llegado a ser un clásico de la espiritualidad, ha escrito Manuel Belda. El santo español fue beatificado por León XIII el 6 de abril de 1894. Nombrado Patrono del clero secular español por Pío XII el 2 de julio de 1946, fue canonizado por san Pablo VI el 31 de mayo de 1970.
Mártires, santas Solangia y Beatriz d’Este
La liturgia del 10 de mayo incluye también a santos mártires como Alfio, Filadelfio y Cirino, nacidos en Vaste (Lecce, Italia), apresados por ser cristianos, y torturados hasta la muerte en Lentini (Sicilia), el año 253, durante la persecución del emperador Valeriano.
También se celebra hoy a mujeres como santa Solangia, pastorcita de Bourges, Aquitania (Francia), que rechazó a un hijo de un conde alegando que se había consagrado a Dios, y aquél la degolló (siglo IX). El pueblo la consideró en seguida mártir de la castidad.
La beata italiana Beatriz d’Este, de Padua (Italia), año 1200, quedó huérfana a los seis años. A los 14, venciendo la oposición de su familia, ingresó en el monasterio de monjas benedictinas de Solarola, cerca de Padua. Fue ejemplo de vida austera y virtuosa, y murió en 1226.