El valiente compromiso de la Madre Eliswa Vakayil con la emancipación de las niñas más pobres es fuente de inspiración para todas las personas que trabajan por la dignidad de la mujer en la Iglesia y la sociedad. Así se refirió ayer el Papa León XIV a la religiosa india al final de la Audiencia, en la que mencionó también al obispo San Josafat, “mártir por su incansable celo por la unidad de la Iglesia”.
“Un modelo, un espejo en el que toda hija, toda madre, toda mujer —laica, consagrada y religiosa— puede identificarse y reconocerse”. De este modo describió el cardenal malasio Sebastián Francis, obispo de Penang, a la Madre Eliswa Vakayil, fundadora de la primera Tercera Orden de Carmelitas Descalzas (TOCD) indígena para las mujeres en India.
En efecto, antes de la llamada a la vida consagrada, la Madre Eliswa fue esposa, madre de una hija y viuda. Alimentada por la frecuente adoración ante el Santísimo Sacramento, entre 1831 y 1913, la Madre Vakayil, abrió las puertas de la vida consagrada a las mujeres católicas de rito latino y siro-malabar.
Santos Leandro de Sevilla y Diego de Alcalá
San Leandro de Sevilla (Cartagena, 540 – Sevilla, 599), fue hermano de los santos Fulgencio, Florentina e Isidoro. El año 578 fue nombrado arzobispo de Sevilla. Sufrió persecución y destierro por su empeño en la conversión a la fe católica del pueblo visigodo, que era arriano. Presidió el Concilio III de Toledo (año 589), en el que se logró la conversión del rey visigodo Recaredo y la unidad católica de la nación.
San Diego de Alcalá nació en San Nicolás del Puerto (Sevilla) hacia 1400, de familia humilde. Muy joven eligió la vida eremítica en la serranía de Córdoba. A los 30 años ingresó en la Orden franciscana como hermano laico. Era analfabeto y se dedicó a los oficios más humildes, cuenta el santoral franciscano. Evangelizó Canarias, y tras un traslado a Roma, falleció en Alcalá en 1463.




