La oración mental a menudo carece de una metodología clara, pues muchos libros se limitan a proveer ideas y teoría. El Manual de Meditación de San Pedro de Alcántara ofrece la disciplina concreta que falta: una guía rigurosa que detalla el proceso para iniciar y sostener la devoción. Es un recurso esencial para quienes buscan instrucción práctica en su vida espiritual.
1. Es un asidero firme para el que se propone aprender a rezar.
Al adquirir un móvil, una televisión o un ordenador, simplemente lo encendemos y lo usamos sin consultar jamás el manual. Esta misma actitud, la de obviar las instrucciones, es la que muchos adoptan al acercarse a la oración mental. Por esta razón el manual de san Pedro de Alcántara es útil para tener un buen manual de instrucciones, pues describe paso a paso el ejercicio de la oración. Una tarea nada fácil; muchos libros aportan combustible para la oración mental, este detalla cómo se enciende y dosifica ese fuego.
2. Su mensaje es actual.
Seis siglos son mucho tiempo, vivimos en una sociedad diferente, pero la naturaleza humana es la misma. Este manual rescata los sabios consejos del santo acerca de la meditación adaptando su lenguaje al castellano actual para que los puedan poner en práctica los jóvenes de hoy. Alcántara, en sencillas páginas, explica los beneficios que se obtienen de este ejercicio para que nos entreguemos a él con alegría.
3. Tiene mucho que aportar al que se lleva años en este ejercicio.
La experiencia enseña que la persona que se esfuerza por hacer oración termina por adquirir el deseo de agradar y amar a Dios. Aconseja, antes que nada, disponer el corazón, como quien afina un instrumento preparándolo para ejecutar bien la melodía.
4. Un libro sencillo y luminoso.
El santo considera importante la distinción entre meditación y contemplación. La primera es un peldaño que lleva a la segunda. “El oficio de la meditación consiste en considerar las cosas divinas con atención, reflexionar sobre ellas, mover el corazón a sentimientos espirituales. Es algo parecido a lo que hacemos con el pedernal: lo golpeamos para sacar la chispa que iniciará la hoguera. Tras la meditación, llega la contemplación. El alma queda en paz, en silencio, disfrutando del sentimiento recibido”.
5. Explica como vencer las dificultades que encontramos a la hora de rezar.
“No sé qué decir, me aburro, me da pereza…” El mayor obstáculo es la falta de devoción que muchas veces experimenta el que reza. Porque, cuando la encuentras, orar resulta fácil y dulce. El santo detalla las tentaciones más frecuentes a que enfrentan los que se han propuesto orar a diario, y el modo de superarlas. Imparte muchos consejos útiles para este ejercicio.
6. Con gran sencillez, realza la importancia que tiene la unión con Dios.
“La devoción es una gracia muy especial, un rocío celestial que proporciona alivio y frescura al alma. El Espíritu Santo visita a la persona que se esfuerza por hacer oración, la vuelve ligera y alegre para obrar el bien, llena su corazón de buenos anhelos. La enciende en amor divino, disipa su tibieza, apaga los malos deseos, fortalece su voluntad. El que la prueba, no quiere otra cosa”.
El autor del artículo ha publicado una adaptación del Manual de Meditación para hacerlo más accesible a los lectores actuales.
