El camino de toda institución eclesial está marcado por la gracia, pero también por la fragilidad humana. Para las Consagradas del Regnum Christi, los últimos años han representado una profunda travesía de purificación, tras la dolorosa herida legada por la figura de su fundador, Marcial Maciel. Esta crisis no solo supuso un golpe a la confianza, sino que también las obligó a un ejercicio radical de discernimiento: separar la gracia fundacional de la debilidad de su promotor.
Lejos de paralizarse ante el dolor, este grupo de mujeres ha optado por la fidelidad creativa y la esperanza, asumiendo un proceso de renovación que ha reenfocado su vida en la esencia de su carisma: la consagración secular para la extensión del Reino de Cristo. ¿Cómo se reconstruye una vocación desde los escombros de una crisis? ¿Y cómo logran estas mujeres llevar la luz de su fe al mundo manteniendo su mirada fija en la misión?
Hablamos con Renee Pomarico, responsable de comunicación global de las Consagradas del Regnum Christi, sobre la identidad de su carisma en la Iglesia. A pesar de los desafíos y la necesaria renovación institucional, la vocación de las consagradas muestra una notable estabilidad: el grupo ha pasado de 540 miembros en 2005 a mantenerse cerca de los 500 en 2025. Este hecho subraya que la autenticidad de su entrega es el motor central de su misión en el mundo de hoy.
Cuando alguien oye «consagrada», piensa en clausura. Pero las consagradas de Regnum Christi son mujeres laicas que hacen votos privados. ¿Cómo se explica eso?
—Somos una Sociedad de Vida Apostólica. Hacemos votos privados de pobreza, castidad y obediencia, entregándonos totalmente a Cristo. Pero somos laicas. Esto significa que nuestra misión es estar en el mundo, salir al encuentro de las personas donde están, en sus vidas concretas. No estamos tras un muro, sino en la calle, la oficina, la parroquia… ¡donde haga falta!
El Regnum Christi (RC) es una federación enorme. ¿Cómo se gobiernan ustedes?
—El RC se gobierna de forma colegial. Se sientan en la mesa los directores generales de los Legionarios de Cristo, los Laicos Consagrados, nosotras y dos laicos elegidos por el Colegio Directivo General entre los laicos elegidos en una Convención General para las reuniones plenarias. Es una forma de gobernar federada, laica y consagrada a la vez.
Su misión parece ser precisamente estar en ese cruce de caminos entre lo secular y lo sagrado. ¿Cuál es la clave para ser fieles al carisma?
—La razón de nuestra fidelidad está en la fuente: la oración. Tenemos compromisos diarios fundamentales : una hora de oración personal, Misa, Rosario, rezos comunitarios. Eso nos «abraza» y asegura que toda nuestra acción apostólica –trabajar en catequesis, evangelización, universidades– nazca de esa intimidad con Cristo. Es decir, somos contemplativas para ser evangelizadoras.
¿Y a qué se dedican exactamente? ¿Solo a temas religiosos?
—Vocacionalmente, el carisma de las consagradas nos lleva a trabajar profesionalmente en algo evangelizador. Muchas están en la acción pastoral de entorno del RC (jóvenes, adultos, colegios, retiros, dirección espiritual). Pero otras trabajan en diócesis, en parroquias, o en una universidad, siempre buscando impulsar la vocación de cada persona.
¿Dónde están viendo los frutos más sorprendentes? ¿Hay algún lugar o proyecto que les esté dando unos frutos que las sorprendan?
—Hay varios «puntos calientes». Por un lado, las Misiones cuando están bien organizadas, los frutos son inmediatos: conversiones de corazón, conciencia social. Es un apostolado clave.
Por otro lado, programas como el de Colaboradoras ECYD o RC, donde los adolescentes pueden pasar un verano y los mayores 18 un año ayudando en una misión, o el IFC (International Formators Course) son muy fecundos. Ayudan a los jóvenes a preguntarse: «¿quién soy y cuál es mi misión en la vida?».
También dentro de las obras educativas están las Academias de Idiomas en algunos países (Suiza, Irlanda, EE. UU.) permiten a los estudiantes residir allí un año y facilitan una formación integral 24/7 en fe, cultura y amistad, con frutos muy abundantes.
Hablemos de familia. Sé que es un foco clave.
—Así es. Queremos que la estructura del RC responda mejor a las necesidades del matrimonio y la familia, el núcleo básico. Apostolados como “Sponsus”, un seminario formativo para matrimonios que se desarrolla durante un fin de semana, son muy fructíferos porque el mundo necesita ver la grandeza del amor fiel. Además, buscamos acompañar a la familia en todas las etapas: noviazgo, duelo, e incluso, con dolor, la separación.
Para cerrar, ¿cuál es la contribución específica de las Consagradas a la gran Federación RC?
—Aportamos nuestra identidad femenina y nuestro don de consagración laical. Somos un signo del Reino en medio de las realidades temporales. Nuestros Estatutos del RC lo dicen claro: nuestra misión es promover y custodiar la comunión, salir al encuentro de las personas y emprender las acciones que más contribuyan al Reino de Cristo. Es nuestro sello distintivo para el enriquecimiento de todos.



