Antonio Claret nació en el seno de una numerosa familia. A los dos días, en la fiesta de la Natividad del Señor, sus padres, Juan y Josefa, le bautizaron en la iglesia parroquial de Santa María, en Sallent. Antonio es el quinto de once hermanos, de los cuales cinco mueren antes de cumplir los cinco años. Vive en un hogar dedicado a la fabricación textil. A los pocos meses, el sonido de los telares se ve perturbado por la invasión francesa, relata la web claretiana.
Fue educado cristianamente y se distinguió inmediatamente por su devoción a la Virgen y a la Eucaristía. Tuvo que ayudar a sostener a la familia, y se dedicó a tejer junto a su padre. Sin embargo, Antonio ya sabía que su lugar estaba en otra parte.
A los 22 años ingresó en el seminario de Vic. Aún no había concluido los estudios teológicos, y el 13 de junio de 1835 recibe la ordenación sacerdotal. Su ideal era partir para la misión, marchó a Roma y entró en contacto con los jesuitas. Pero debido a una enfermedad tuvo que volver a España, y predicó en toda Cataluña y en Canarias. El santoral vaticano dice que “era muy convincente por su testimonio coherente y por su límpida vida ascética: siempre caminaba a pie, como un peregrino, con una Biblia y un breviario en mano”.
Arzobispo de Santiago de Cuba, y vuelta a España
El 16 de julio de 1849 fundó, en una celda del seminario de Vic, la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. “La gran obra de Claret comienza humildemente con cinco sacerdotes dotados del mismo espíritu que el Fundador”. Y a los pocos días, el 11 de agosto, comunican a mosén Anton su nombramiento como arzobispo de Santiago de Cuba.
A pesar de su resistencia y su preocupación por no dejar huérfanas a la Librería Religiosa y a la recién fundada Congregación de Misioneros, aceptó el cargo por obediencia. Pero en 1957, la reina Isabel II le elige personalmente como su confesor y se vió obligado a trasladarse a Madrid. Luego participaría en el Concilio Vaticano I.
El Martirologio Romano dice: “San Antonio María Claret, obispo, que, ordenado presbítero, durante varios años se dedicó a predicar al pueblo por las comarcas de Cataluña, en España. Fundó la Sociedad de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Virgen María y, ordenado obispo de Santiago de Cuba, trabajó de modo admirable por bien de las almas. Habiendo regresado a España, tuvo que soportar muchas pruebas por la Iglesia, muriendo desterrado en el monasterio de monjes cistercienses de Fontfroide, cerca de Narbona, en el mediodía de Francia († 1870)”.



