


San Bruno de Colonia (Alemania) nació hacia el año 1035. Ordenado sacerdote en Reims (Francia), fue maestro de Teología, pero pronto deseó apartarse del mundo, y eligió el silencio y la soledad cerca de Grenoble. Fundó los Cartujos, que prevén largos momentos de oración, silencio y soledad. Comenzó en Chartreaux en Francia. Falleció en Calabria, dejando una gran huella.
Los beatos mártires de Kioto (Japón) fueron inmolados el 6 de octubre de 1619. Eran cristianos. Entre ellos había un samurai con su esposa embarazada y seis hijos, gente de pueblo, madres jóvenes con sus hijos. Fueron crucificados y quemados. Destaca el martirio de Tecla, en medio de las llamas, sujeta a la cruz con tres hijos pequeños. El martirio fue contemplado por numerosos cristianos y miles de paganos, dice la web franciscana.
La beata María Ana Mogas Fontcuberta es la fundadora de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, conocidas como de la ‘Divina Pastora’. Nació el año 1827 en Corró de Vall (Granollers, Barcelona). Formada desde muy joven en la vida de piedad y oración e iniciada en el apostolado parroquial, pronto renunció a la acomodada posición social y económica y se dedicó a la educación de la infancia y a la atención de los más necesitados. San Juan Pablo II la beatificó en 1996.
Santo de lo ordinario
También san Juan Pablo II canonizó, el 6 de octubre de 2002, a san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, a quien definió como “el santo de la vida ordinaria”. La ceremonia tuvo lugar en la Plaza de San Pedro, con asistencia de más de trescientas mil personas.
San Josemaría predicó desde el 2 de octubre de 1928 que todos —hombres y mujeres, solteros y casados, intelectuales y campesinos— estamos llamados a la santidad.