San Carlos Lwanga y compañeros fueron mártires laicos ugandeses. Entre los años 1885 y 1887, iniciada la nueva evangelización de África negra, un centenar de cristianos de Uganda, católicos y anglicanos, fueron condenados a muerte por el rey Mwanga. Éste se había propuesto acabar con todos los cristianos, entre otras razones porque se oponían a la esclavitud y a la venta de esclavos.
El 3 de junio se celebra al grupo formado por Carlos Lwanga y sus doce compañeros, todos ellos de edades comprendidas entre los catorce y los treinta años. Eran jóvenes y fervorosos católicos, y no cedieron a los deseos del monarca. Murieron unos degollados y otros quemados vivos. Sus nombres son Carlos Lwanga, Mbaya Tuzinde, Bruno Seronuma, Santiago Buzabaliao, Kizito, Ambrosio Kibuka, Mgagga, Gyavira, Aquiles Kiwanuka, Adolfo Ludigo Mkasa, Mukasa Kiriwanvu, Anatolio Kiriggwajjo y Lucas Banabakintu.
Con los Padres Blancos
Las últimas palabras pronunciadas por san Carlos Lwanga fueron: “Te tomaré de la mano. Si debemos morir por Jesús, moriremos juntos, tomados juntos de la mano». Carlos se había sentido atraído por los misioneros de África, más conocidos como los Padres Blancos, fundados por el cardenal Lavigerie. Tras convertirse, fue una referencia para otros, y alentó la fe de los conversos.
En 1920, Benedicto XV proclamó beatos a Carlos Lwanga y sus compañeros mártires. San Pablo VI les canonizó en 1964, durante el Concilio Vaticano II, y en Uganda (1969), consagró el altar mayor del Santuario de Namugongo. En 2015, el Papa Francisco celebró una misa en el mismo santuario, tras visitar la cercana iglesia anglicana, también dedicada a los mártires del país.