La tradición sitúa en Licia a San Cristóbal, popular gigantón y mártir de Asia menor. Era creencia común que bastaba mirar su imagen para que el viajero se vea libre de peligros en el día. Muchos conductores llevan una medalla de san Cristóbal junto al volante. Aquí pueden ver una historia que hace pensar, cuando un día cruza la corriente cargado con un “insignificante” niño.
El martirologio atribuido a san Jerónimo señala que la memoria de san Cristóbal es el 25 de julio, fiesta que conserva el Martirologio romano. Aunque se ha trasladado en la práctica al día 10 de julio, por coincidir con Santiago Apóstol el día 25.
Se cuenta que san Cristóbal fue bautizado en Antioquía. Se dirigió sin demora a predicar a Licia y a Samos. Allí fue encarcelado por el rey Dagón, que estaba a las órdenes del emperador Decio. Resistió a los halagos de Dagón para retractarse. Tras varios intentos de tortura, fue degollado. Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo. Su efigie, siempre gigantesca, decora numerosas catedrales, como la de Toledo.
Mártires vietnamitas y de Damasco
La liturgia del día conmemora también a los santos Antonio Nguyen Hûu (Nam) Quynh y Pedro Nguyen Khac TU, vietnamitas laicos, catequistas, que fueron martirizados en Dong Hoi (Vietnam) el 10 de julio de 1840 en tiempo del emperador Minh Mang.
Los beatos Manuel Ruiz y compañeros mártires, ocho franciscanos, todos españoles menos uno, y tres laicos nativos, fueron martirizados en Damasco por no renegar del cristianismo para convertirse al Islam. Eran miembros de la Custodia de Tierra Santa y formaban la comunidad de Damasco.