La liturgia conmemora el 23 de mayo a sacerdotes, religiosos y a varios grupos de mártires. Entre los primeros se encuentran san Juan Bautista Rossi y los beatos presbíteros polacos José Kurzawa y Vicente Matuszewski, abatidos por la policía nazi. Y entre los religiosos, el capuchino san Crispín de Viterbo.
Festeja también la Iglesia este día a los santos Lucio y compañeros mártires en Cartago (Túnez), en tiempo del emperador Valeriano, por confesar la religión y la fe aprendida de san Cipriano.
Están asimismo en el santoral del día los santos mártires de Capadocia (Turquía), cristianos cuyos nombres no constan, torturados y asesinados el año 303 por causa de su fe, durante la persecución del emperador Maximiano. Y los mártires de Mesopotamia, ejecutados bajo el mismo emperador.
San Juan Bautista, apóstol con mala salud
San Juan Bautista Rossi nació cerca de Génova (Italia), en 1698. De joven se trasladó a Roma, a casa de un tío suyo sacerdote. Estudió con los jesuitas, y se ordenó sacerdote. En tiempos de estudiante sufrió los primeros ataques de epilepsia, que durarían toda su vida. Manifestó un generoso empeño apostólico en Roma a pesar de la enfermedad, en la confesión, acompañamiento espiritual, atención a los pobres de Roma y en los hospicios.
San Crispín, capuchino alegre
San Crispín (Viterbo, Italia, 1668), se llamaba Pedro. Se acercó a la Orden de los Capuchinos, y descubrió allí su camino de santificación. Ante los problemas se mostró optimista, y su alegría se hizo notar en cada instante, ayudando a los enfermos que venían a verle. Como san Francisco de Asís, descubría la presencia del Señor en las cosas creadas y en la naturaleza. Murió en 1750 y es el primer santo canonizado por san Juan Pablo II.