La vida y obra de san Juan Damasceno, Doctor de la Iglesia, muestran a un monje teólogo y defensor incansable de la fe en un tiempo de intensas controversias.
Nacido en Damasco (Siria), en el seno de una familia cristiana acomodada, Juan recibió una formación clásica y teológica excepcional. Esto le permitió dominar la filosofía, las ciencias y las lenguas. Tras servir algunos años en la administración civil del califato omeya, abrazó la vida monástica en el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén. Fue ordenado sacerdote, y nombrado predicador titular en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Se recuerda a San Juan de Damasco por su defensa de las imágenes sagradas durante la crisis iconoclasta del siglo VIII. Frente a los emperadores de Constantinopla, argumentó que, puesto que el Hijo de Dios se hizo carne, es legítimo representar artísticamente a Cristo y a los santos. Sus escritos sostuvieron la tradición de la Iglesia.
Síntesis de Escritura, liturgia y teología
Su obra ‘Exposición de la fe ortodoxa’ suele compararse con la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. En su tratado, compendia la enseñanza patrística precedente y ofrece una síntesis armónica de Escritura, liturgia y reflexión teológica. El Directorio franciscano subraya su espíritu contemplativo y su amor por la Virgen María. A Ella dedicó algunos de los textos marianos más bellos.
El Papa León XIII le proclamó Doctor de la Iglesia en 1890. A San Juan Damasceno se le considera puente entre Oriente y Occidente, testigo de la belleza de la fe y maestro de sabiduría para la Iglesia.




