Evangelización

San Juan Diego, vidente de la Virgen de Guadalupe e impulsor de su devoción

San Juan Diego Cuauahtlatoatzin fue un indígena mexicano al que se le apareció Nuestra Señora en 1531. Embajador-mensajero de Santa María de Guadalupe, y beatificado (1990) y canonizado (2002) por san Juan Pablo II, la liturgia le celebra el 9 de diciembre. Tres días antes del día 12, festividad de la Virgen de Guadalupe.

Francisco Otamendi·9 de diciembre de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
Virgen de Guadalupe se aparece a Juan Diego.

La Virgen de Guadalupe se aparece a San Juan Diego (Wikimedia commons).

Tras el bautizo le llamaron Juan Diego, pero su nombre original era “Cuauahtlatoatzin” que en azteca significa “el que habla como un águila”. Era un campesino indíginena, que iba desde su pueblo a Ciudad de México en sábado, día que los misioneros españoles dedicaban a la catequesis. 

El indígena de 57 años iba por un pedregal al alba del 9 de diciembre de 1531, según el santoral vaticano. Al llegar al pie del cerro Tepeyac, Juan Diego se sintió atraído por un canto de pájaro que nunca había oído antes. Luego el silencio, y una dulce voz que lo llama: «Juantzin, Juan Diegotzin». 

El hombre sube a la cima de la colina y se encuentra frente a una joven con un vestido que brilla como el sol. Se arrodilla y la escucha presentarse: ‘Soy la perfecta siempre Virgen María, la Madre del verdadero y único Dios’.

El obispo pide una señal 

La Señora confía una tarea a Juan Diego. Informar al obispo sobre lo que le ha sucedido para que se construya un templo mariano al pie de la colina. El arzobispo de México, fray Juan Zumárraga, no le cree. Por la tarde, la Señora invita a Juan Diego a intentarlo de nuevo al día siguiente. 

Esta vez el obispo hace algunas preguntas más sobre la aparición, pero sigue siendo escéptico, y pide una señal. El campesino informa de la petición a la Señora, que se compromete a darle una señal para el día siguiente. 

El campesino se entera de que un tío suyo enfermo se está muriendo, y sale a buscar un sacerdote. La mañana del día 12, Juan Diego, a la altura de Tepeyac cambia de camino para evitar encontrarse con la Señora.

Pero la Virgen María se pone ante él, y le pregunta por qué tanta prisa. El campesino se arroja al suelo y pide perdón. La Señora lo tranquiliza. Su tío ya está curado, dice, e invita a Juan Diego a subir al cerro a recoger flores para llevarlas al obispo, unas “rosas de Castilla”. Algo imposible en pleno diciembre. 

El indio las recoge y envuelve en la tilma, la manta de tela tosca que usa, y marcha a Ciudad de México. Juan Diego cuenta los hechos al obispo, y desenrolla su manta frente a los presentes. 

La imagen de la Virgen se reproduce en la tilma

En el mismo instante, en la tilma se reproduce la imagen de la Virgen, el icono venerado en todas partes. El obispo acude al lugar de las apariciones, hace comenzar la obra y el 26 de diciembre la primera capilla estaba lista junto a la colina.

San Juan Diego, viudo desde hace algunos años, pide habitar en una pequeña casa cerca de la capilla. Durante otros 17 años, hasta 1548, seguirá siendo guardián de la Señora, la Virgen morenita. Pueden encontrar una biografía más completa aquí.

El Santuario del Tepeyac, del que la Sagrada Imagen de la Virgen María de Guadalupe es su corazón, es desde el siglo XVI meta continua de peregrinos no sólo de la naciòn mexicana  sino de todo el continente americano, explica el Santuario.

El autorFrancisco Otamendi

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