Evangelización

San Nicolás de Tolentino, primer santo agustino, y mártires de Nagasaki

La liturgia conmemora el 10 de septiembre a san Nicolás de Tolentino (siglo XIII), considerado el primer santo de la Orden de San Agustín. Destacó por la dedicación pastoral como confesor y la atención a los más necesitados, y es protector de las almas del purgatorio. También se celebra hoy a los beatos mártires de Nagasaki (Japón).  

Francisco Otamendi·10 de septiembre de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
San Nicolás de Tolentino.

Iglesia de San Nicolás de Tolentino, Medellín, Antioquia, Colombia (Enrique López-Tamayo Biosca, Creative commons, Wikimedia commons).

Las pequeñas biografías sobre San Nicolás de Tolentino destacan su ascetismo, su sonrisa amable, las largas oraciones y el ayuno, siempre acompañados de simpatía y caridad. Así lo señalan el santoral vaticano y el Martirologio romano.

“En Tolentino, del Piceno, san Nicolás, presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, el cual, fraile de rigurosa penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se autoimponía muchas veces la penitencia de otros ( 1305)”, escribe el Martirologio.

Como decíamos, san Nicolás es reconocido como patrono de las almas del Purgatorio, protector de las almas sufrientes. Especialmente después de una visión en la que un fraile le pidió que rezara por él y otras almas en el Purgatorio.

Un compañero fraile le habló desde el Purgatorio

Según se cuenta, el P. Nicolás estaba una noche durmiendo en su celda, cuando oyó la voz de uno de sus compañeros frailes, recién fallecido. El fraile le dijo a san Nicolás que estaba en el purgatorio y le pidió que celebrara la Eucaristía por él y por otras almas que estaban allí. Para que fueran liberadas por la misericordia de Cristo. 

Después de que Nicolás celebró la santa Misa por esta intención durante siete días, el fraile volvió a hablarle. Esta vez fue para darle las gracias y decirle que muchas almas, incluida la suya, estaban ahora con Dios.

A san Nicolás se le atribuyen numerosos milagros, tanto en vida como después de muerto. Siempre pidió que no comentaran nada, y dieran las gracias a Dios. Cuando ya se estaban agotando sus días, alguien le preguntó: “Padre, ¿por qué está tan alegre y contento?” El P. Nicolás respondió: “Porque mi Dios y Señor Jesucristo, acompañado de su Santa Madre y de mi Santo Padre Agustín, me está diciendo: ¡Vamos! Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor”.

Beatos mártires de Nagasaki

El 7 de julio de 1867, el papa Pío IX beatificó a 205 siervos de Dios martirizados en Japón entre 1617 y 1632. De ellos, 52 fueron inmolados, quemados vivos o decapitados, en la ‘Colina de los Mártires’ de Nagasaki (Japón), el 10 de septiembre de 1622. Entre los mártires había sacerdotes, religiosos, matrimonios, jóvenes, catequistas, viudas y niños, que ofrecieron un heroico ejemplo. Pertenecían a varias nacionalidades.

El autorFrancisco Otamendi

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