Consta que ya en el siglo V se dedicó una basílica a santa Cecilia, virgen y mártir, en el Trastévere de Roma. Su culto se difundió ampliamente a partir del relato de su martirio o Passio, del siglo VI, en el que se la ensalza como ejemplo perfecto de la mujer cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo.
Según la ‘Passio Sanctae Caeciliae’, Cecilia casó por conveniencia con el patricio Valeriano, a quien le cuenta que se ha convertido al cristianismo y ha hecho un voto de virginidad perpetua, escribe el santoral vaticano. Valeriano acepta recibir la catequesis y el bautismo. Después se le une su hermano Tiburcio, abrazando también la fe cristiana. Ambos hermanos fueron arrestados y decapitados, junto al oficial que los condujo a la cárcel, también convertido.
Profesó su fe cristiana
Las autoridades romanas quisieron también detener a Cecilia, a pesar de su popularidad de la joven cristiana. La encerraron en una caldera a altas temperaturas, pero después de 24 horas, los guardias la encontraron milagrosamente viva envuelta en un rocío celestial. Se ordenó entonces su decapitación, pero el verdugo no logró hacerlo.
Finalmente, Cecilia murió tras tres días de agonía, y aunque no pudo hablar, profesó su fe en Dios uno y trino, con los dedos de sus manos. Así se la esculpió en la estatua custodiada bajo del altar central de la Basílica que lleva su nombre. La web vaticana señala que al final de la época medieval, se encontró un lazo de unión explícito y documentado entre santa Cecilia y la música, a pesar de alguna interpretación errada. La Academia de la Música fundada en Roma en el 1584 lleva su nombre.




